América Nuestra N°4 – Año 1- marzo 2014
La Masacre de Curuguaty, primero, y el golpe parlamentario, después, fueron los hechos que movilizaron a un grupo de personas que se congregaron en Buenos Aires. Decidieron llamarse “Movimiento 138” en alusión al articulo 138 de la Constitución Paraguaya, que reivindica el derecho a la resistencia frente a los usurpadores del poder.
Desde sus inicios, hace casi dos años, Movimiento 138 ha identificado a Monsanto y a las empresas transnacionales como los enemigos del pueblo. Monsanto no se conforma con hacer acrecentar su renta y expulsar campesinos de sus tierras, con la connivencia de los empresarios del agronegocio. Esta corporación doblega gobiernos y financia movimientos de desestabilización cuando así lo requiere, eso fue lo que sucedió el 22 de junio de 2012 en Paraguay. El rápido ingreso del transgénico en el algodón 15 días después del golpe parlamentario que expulsó a Fernando Lugo del poder ejecutivo da cuenta de los intereses de esta nefasta empresa. Hoy esa misma campaña algodonera que prometía progreso y modernización muestra sus resultados: campesinos quebrados y totalmente empobrecidos.
Estas empresas del agronegocio están sometiendo al campesinado mientras promueven una absoluta dependencia a partir de la destrucción de la soberanía alimentaria del pueblo. Más de 55 mil plantas de tomates, locotes y melones de pequeños productores se perdieron a causa de pulverizaciones, según denunciaron campesinos de la Colonia Iguazú, departamento de Alto Paraná.
En el Chaco paraguayo la situación no es alentadora. Las comunidades están padeciendo una horrible inundación que traerá un sin numero de enfermedades. Esto es consecuencia de la acción de empresarios inescrupulosos que tienen la práctica de desviar los cursos de las aguas para alimentar a su ganado, sin que les importe la vida de las comunidades de los 16 pueblos indígenas que habitan en ese territorio.
Los empresarios del agronegocio paraguayo expulsan a los campesinos y para ello recurren a la ley, que está a su servicio, pero también a la fuerza con sus sicarios mafiosos que han impulsado una campaña de aniquilamiento selectivo de campesinos/as e indígenas. En los últimos dos años mataron a 11 dirigentes campesinos y ya suman alrededor de 150 los campesinos e indígenas asesinados desde la inauguración de la democracia en 1989.
Es por esto que estamos en condiciones de decir que la soja, la ganadería, la deforestación y otros grandes negociados que se suceden en el Paraguay no traen progreso sino que significan un proyecto de exclusión y aniquilamiento de toda una franja poblacional.
Contactos: movimiento138@gmail.com