– Octubre 2020 –
–EDITORIAL–
La deuda es con el pueblo, no con el FMI: Vamos por lo nuestro
La derrota del proyecto antipopular y PRO imperialista de Macri en las PASO de agosto fue un triunfo para las mayorías obreras y populares de nuestro país. Demostró, en el terreno electoral, el enorme rechazo popular a las políticas de ajuste y de hambre, de destrucción de nuestros sueldos, a los tarifazos en los servicios públicos, y a la inflación permanente. El proyecto del gran capital, que pretende tener su propio partido político, recibió una dura derrota. Con ese proyecto, mientras la mayoría de nuestra sociedad está cada día peor, los bancos y la bicicleta financiera, las mineras y petroleras, y las grandes empresas monopólicas que manejan la electricidad, el gas, la alimentación y la salud, consiguieron ganancias gigantescas durante estos cuatro años. El préstamo del FMI (el más grande en la historia de ese organismo financiero, dominado por EEUU y sus grandes bancos) condiciona económica y políticamente a nuestro país, y ataca las condiciones de vida de nuestro pueblo trabajador.
Para derrotar a Macri, nuestro pueblo eligió mayoritariamente al peronismo, que era la propuesta con mayores posibilidades para hacerlo. Para garantizar su propia gobernabilidad, el PJ consiguió unificar a la mayoría de sus sectores, a la mayoría de las conducciones sindicales burocráticas y/o conciliadoras, a las conducciones de los movimientos sociales mayoritarios, y a buena parte de las corrientes de centro izquierda.
En ese marco, Alberto Fernández promete que va a mejorar nuestras condiciones de vida (por ejemplo, terminando con los tarifazos, con remedios gratuitos para les jubilades). Al mismo tiempo, viene prometiendo políticas moderadas hacia el poder real (el imperialismo y el FMI, los grandes grupos económicos, los medios dominantes como el Grupo Clarín). Es prácticamente imposible atender a las urgentes necesidades populares (terminar con la inflación y la pobreza crecientes; bajar la desocupación y recuperar nuestros salarios; terminar con el ajuste, que sufrimos aún más las mujeres empobrecidas en nuestra sociedad patriarcal) si se priorizan las exigencias de las grandes empresas y los bancos que se adueñaron de nuestro país. Para que las mayorías podamos solucionar nuestros problemas más urgentes, hay que derrotar al proyecto de las minorías explotadoras y del FMI, no solamente a Macri.
Luchar masivamente en las calles
La devaluación posterior a las PASO golpeó enormemente a nuestro pueblo trabajador, y las limitadas medidas paliativas de Macri no compensaron para nada ese golpe. Alberto Fernández avaló de hecho la devaluación diciendo que el dólar a 60 pesos era “razonable”, y el peronismo viene planteando que dejemos las calles, que no movilicemos para tener una “transición ordenada”.
Pero las necesidades urgentes no se pueden acomodar a los tiempos políticos, ni a las negociaciones con el FMI y los poderosos. La inmensa lucha del movimiento territorial (ver nota en págs. 6 y 7) mostró que, a partir de las legítimas demandas populares, se logró movilizar a decenas de miles de compañeres de los barrios populares, que ante el hambre salieron masivamente a protestas. A partir de la decisión de las organizaciones del Movimiento de los Pueblos, que integramos junto a otras organizaciones compañeras el Frente de Lucha, se consiguió poner en el centro de la agenda política el hambre y miseria que atraviesa un importante sector de nuestro pueblo. Con esta política popular, el conjunto de las organizaciones territoriales, de la izquierda, y de los sectores sindicales combativos se movilizaron, aún a pesar de los deseos del Frente de Todos y su acuerdo con el triunvirato piquetero (CTEP, CCC, Somos Barrios de Pie). Por supuesto, también obligó a pronunciarse al candidato del Frente de Todos, que ahora está lanzando su programa “Argentina sin hambre”.
Las movilizaciones piqueteras masificaron la consigna La deuda es con el pueblo, no con el FMI, e instalaron una consigna central para el movimiento feminista: El ajuste es violencia patriarcal, que marca con claridad cómo las mujeres de nuestro pueblo sufren más profundamente las consecuencias de las políticas antipopulares. Estos dos inmensos movimientos de masas, el movimiento territorial y el movimiento de mujeres y disidencias sexuales (que se prepara para el Encuentro Plurinacional de Mujeres y disidencias en La Plata, ver nota en págs. 8 y 9), son protagonistas centrales en la movilización popular contra Macri, y también pueden marcarle la cancha al futuro gobierno.
La derecha y el imperialismo yanqui no consiguen consolidarse en Nuestra América
La movilización masiva y combativa, como ocurre ahora en Ecuador, nos marca el camino para derrotar los planes de los enemigos del pueblo, e imponer un programa de profundas transformaciones sociales y nacionales (ver nota en págs. 4 y 5). La rebelión popular que se está desarrollando en Ecuador en estos días muestra con claridad los límites del imperialismo yanqui y sus socios locales para imponer su dominio en nuestra región. El “paquetazo” contra el pueblo del Gobierno de Lenin Moreno, alineado abiertamente con Trump y el FMI, está siendo resistido en las calles, con masividad y combatividad, y el movimiento indígena, la CONAIE, comienza a reclamar la renuncia de Moreno, declara el control de sus propios territorios, y marcha hacia Quito. Al momento de escribir este editorial, no sabemos cómo terminará esta lucha, que ojalá consiga derrocar al gobierno traidor de Moreno, pero sí sabemos que, como mínimo, golpeará duramente los planes del imperialismo en ese país y en nuestra región.
Las históricas rebeliones populares en Ecuador, que protagonizó entre 1995 y 2005 el derrocamiento en las calles de los gobiernos antipopulares de Bucaram, Mahuad y Lucio Gutiérrez, y derivaron en el gobierno de Rafael Correa, son parte de la inmensa cantidad de puebladas, rebeliones y revoluciones de los pueblos de Nuestra América a lo largo de nuestra historia. Como en Venezuela y en Bolivia, el avance también se realizó bajo la forma de la Asamblea Constituyente. Más allá de los límites y contradicciones de Correa y la Revolución Ciudadana, ese proceso formó parte del ALBA, y fue un aliado en el freno a la hegemonía del imperialismo yanqui en Nuestra América.
Las movilizaciones contra Bolsonaro y las contradicciones internas del gobierno reaccionario en Brasil, la imposibilidad de la derecha y el imperio para derrotar al proyecto bolivariano en Venezuela (aún en el marco de las difíciles condiciones materiales que sufre el pueblo venezolano), el sostenimiento del gobierno popular de Evo Morales (ver nota en págs. 12 a 15), la derrota electoral de Macri en nuestro país, le marcan un límite a la política permanente del imperialismo yanqui: no logran imponer las condiciones que sufren los pueblos en Colombia o en Chile a todo nuestro continente.
La salida es desde abajo y a la izquierda: Una Asamblea Popular Constituyente y un Programa de emergencia que responda a las necesidades populares
Construir un programa que enlace las medidas de emergencia imprescindibles con las transformaciones profundas que necesitamos es una tarea central para el movimiento popular y para la conformación de un movimiento político con objetivos socialistas, antipatriarcal, antiimperialista y anticapitalista, con vocación de masas y de poder.
En la elección de octubre, la única fuerza que sostiene propuestas programáticas en esa dirección es el Frente de Izquierda – Unidad y por eso llamamos a votarlo. Pero consideramos mucho más importante que el resultado electoral, promover la organización y la lucha obrera y popular en las calles, batallando por una verdadera Asamblea Popular Constituyente, que promueva formas activas de participación masiva, discuta y construya ese programa y avance de una vez por todas en salidas de fondo que acaben con la dependencia, liberadoras; para nuestro país, la clase trabajadora y los pueblos en la Argentina y en todo el continente.