Posted on: 24 octubre, 2020 Posted by: MULCS Comments: 0

24/10/2020 –

En los últimos meses, la crisis sanitaria, económica y social se viene profundizando enormemente en nuestro país, en línea con lo que ocurre en nuestro continente. Crecen los casos de covid19, que se extienden en todo el territorio nacional. El enorme esfuerzo de les trabajadores de la salud les lleva al agotamiento físico, justo cuando crece la pandemia. Es en Nuestra América donde más aumentan las infecciones y los fallecimientos por el virus.

La Argentina se encuentra hoy entre los veinte países con más muertes cada millón de habitantes (ver datos en: https://www.rtve.es/noticias/20201020/paises-muertos-coronavirus-poblacion/2012350.shtml y en https://www.rtve.es/noticias/20201022/mapa-mundial-del-coronavirus/1998143.shtml). En nuestro continente, la gravísima situación sanitaria de la mayoría de nuestros pueblos contrasta con los casos de Cuba y Venezuela, que tienen los indicadores más bajos de la región junto a Uruguay (menos de 2 fallecimientos cada 100.000 habitantes), a pesar del bloqueo norteamericano contra ambos pueblos.

Pero no se trata sólo de la gravísima situación sanitaria sino del incremento de la pobreza y la miseria. Y en este caso, la responsabilidad principal es de las grandes empresas, de los grupos mediáticos y de las organizaciones políticas que responden a sus intereses. La “flexibilización permanente” del aislamiento obligatorio se realizó con el argumento de no “paralizar la economía”, y provocó cientos de miles de contagios entre nuestro pueblo trabajador. Frente a las presiones empresarias, el gobierno del Frente de Todos no solamente les cedió lo que querían, sino que pone al gran capital (desde las empresas del negocio agroexportador hasta los bancos y el FMI) en el centro de su estrategia para intentar la recuperación económica post pandemia.

Crece la pobreza en nuestro pueblo

Todos los indicadores sociales que afectan a las mayorías populares se aceleran en los últimos tiempos: hay más pobreza, miseria, desocupación, precarización laboral. Según los datos del INDEC, la canasta básica para no caer en la pobreza (calculada para una familia tipo) supera los 47.000 pesos, y la canasta para no ser indigente se acerca a los 20.000 pesos. Con esos números, la pobreza afecta a más del 40% de nuestra población, y a más de la mitad de les niñes. Después del reciente Consejo del Salario, el salario mínimo legal llegará a los 21.600 en marzo próximo, y estará seguramente por debajo del piso de la indigencia (http://mulcs.com.ar/index.php/2020/10/22/cta-bahia-blanca-verguenza-y-claudicacion-sindical-salario-minimo-ni-vital-ni-movil/). Les compañeres que cobran planes sociales (calculados como la mitad del salario mínimo “de indigencia”) no llegarán a los 12.000 pesos ni siquiera en marzo de 2021. Frente a la agudización de la crisis social, las mujeres de los sectores populares sufren aún más esta situación: es mayor la desocupación y el trabajo precario (en particular en el trabajo doméstico), la violencia de género se agudiza ante un Ministerio de Mujeres y Diversidades que, como se denunció recientemente, es de “cartón”.

Estamos cada vez más lejos del reclamo del salario mínimo, vital y móvil que permita cubrir las necesidades de una familia trabajador, un reclamo histórico del movimiento obrero que lleva adelante la Federación Aceitera. Según los cálculos de les trabajadores de ATE INDEC, la canasta familiar supera los 72.000 pesos, muy lejos del salario promedio de la mayoría de les trabajadores asalariades de la Argentina. Una parte de nuestra clase trabajadora obtuvo aumentos salariales inferiores a la inflación de 2019 y de la registrada durante este año, mientras existen sectores laborales que aún no consiguieron ni un mínimo de aumento. La inflación de este año ha superado el 22% y se estima que llegará al 32 % en el año, y la inflación interanual (de los últimos doce meses) sigue por arriba del 40 % anual.

En la calle volvemos a ver las colas de cientos de personas queriendo conseguir un puesto de trabajo, como en los tiempos de la gran desocupación de fines de los 90 y de principios de siglo. Lamentablemente, todo indica que seguirán creciendo la desocupación, que ya supera el 13%, y la precarización laboral. En ese marco, las grandes empresas obtienen mejores condiciones para explotar el trabajo ajeno, y se preparan para seguir aprovechando la crisis social y laboral a favor de sus intereses de siempre.

Dependencia económica y especulación financiera

Mientras estos males golpean a nuestro pueblo trabajador, por arriba se desata un nuevo ataque de especulación financiera. Los dólares financieros (Contado con liqui y dólar Bolsa) vienen aumentando a niveles incesantes, y la “brecha cambiaria” de la diferencia entre el dólar “oficial” y el “blue” se amplía cada día. Las distintas iniciativas del Gobierno en el terreno financiero vienen fracasando cada día, y muchas veces son contradictorias entre sí. Suben la carga impositiva del “dólar ahorro”, que llevan su valor de mercado a cerca de 140 pesos por divisa, con la supuesta esperanza de bajar la brecha, pero los bancos (que manejan el mercado del dólar blue) la amplían cada día más y buscan empujar la devaluación del dólar oficial. Bajan tres puntos las retenciones de soja con la esperanza de aumentar el ingreso de divisas a las reservas, y los sojeros no liquidan presionando por una mayor devaluación. Un día el Gobierno intenta regular más el manejo del dólar financiero, y al día siguiente le hace nuevas concesiones a los bancos y a los especuladores.

Esta política errática, en el medio de una crisis financiera provocada, es el reflejo de un problema estratégico: el Gobierno no tiene la voluntad de limitar, ni siquiera parcialmente, el poder de la “patria financiera”. Sigue considerando que necesita la colaboración de los bancos y de la Bolsa para encaminar la renegociación de la deuda con el FMI. Incluso el Gobierno estaría pensando en pedirle al Fondo una parte de la plata que quedó sin llegar desde el gobierno de Macri. Se trataría de una parte de esos 12.000 millones de dólares que no ingresaron finalmente, por decisión de Alberto Fernández próximo a asumir el Gobierno en diciembre pasado, para buscar limitar un poco la deuda gigantesca con el FMI, pero que ahora necesitan para intentar detener la corrida cambiaria.

No existen las razones económicas históricas para esta ofensiva devaluatoria: hoy hay superávit comercial (como resultado de la crisis, se importan menos insumos del exterior), el precio de la soja viene aumentando, y no hay mayor necesidad de más dólares para cubrir pagos de la deuda eterna en el corto plazo (después de la renegociación de la deuda en bonos bajo legislación extranjera).

Sin embargo, la ofensiva sigue creciendo. Entendemos que hay dos tipos de motivaciones para ese ataque: en primer lugar, apretar para que la devaluación oficial del dólar le permita a los especuladores financieros y al complejo del agronegocio multiplicar sus ganancias a costa de la pobreza y del hambre de la mayoría de nuestra población. En segundo lugar, hay motivaciones más políticas: el poder real presiona para volver a conseguir un Gobierno totalmente propio, o su sueño permanente de un sistema político sometido en forma completa al capital financiero, a los monopolios extranjeros y a los grandes grupos económicos de origen local.

La dolarización de todas las cosas se realiza ante la impotencia del gobierno del Frente de Todos. Hoy no hay precios definidos de insumos claves de nuestra economía: muchas empresas venden insumos a precio dólar, o prefieren no vender hasta conocer su valor final. Esta situación perjudica a las pequeñas y medianas empresas (a las que hasta ahora el Gobierno decía defender haciéndose cargo de parte de sus cargas salariales), pero por supuesto también se traslada a les asalariades y a millones de personas que sufren la pobreza creciente.

En ese escenario, la derecha expresada en Juntos por el Cambio le es útil al FdT para mostrar que son la opción menos mala para las mayorías, ante la falta de alternativas populares que, por izquierda, puedan expresar el malestar social y darle una perspectiva de salida diferente a la existente. Construir esa alternativa popular, de masas, amplia y antiimperialista, feminista y anticapitalista, que recoja lo mejor de la historia y del presente de lucha de nuestros pueblos, es más necesario que nunca. Cuando crece la desesperanza, si no hay alternativas populares de cambio profundo, se crea el escenario propicio para dirigentes que postulen salidas por derecha, más represivas, que se basen en la ilusión de restaurar el orden perdido.

Hay resistencia popular: La lucha por la tierra

En estas difíciles condiciones para sostener luchas obreras y populares, la falta de vivienda y de tierra para vivir es un problema urgente para millones de familias de nuestro pueblo, como respuesta tanto al hacinamiento como al aumento de los alquileres populares. Miles de familias, en especial en el conurbano bonaerense, salieron a ocupar tierras para sobrevivir, y decenas de estas tomas de tierra que se armaron espontáneamente entre las vecinas y vecinos fueron desalojadas por la fuerza, sobre todo por la policía bonaerense dirigida por Sergio Berni.

La especulación sobre la tierra se manifiesta en los “desarrollos inmobiliarios” para sectores burgueses y sectores medios acomodados, y se basa en la valorización financiera que predomina en nuestro país y en el mundo desde los años 70. Se trata de un mundo para pocos: sólo los de arriba tendrán acceso a viviendas y tierras de buena calidad. El derecho a la vivienda digna se le niega a los sectores populares y a la mayoría de nuestra clase trabajadora.

En ese contexto, la recuperación de tierras en Guernica, que ya lleva tres meses de resistencia, es un ejemplo de masividad, organización popular y feminista, y unidad de las organizaciones sociales y políticas que participamos. Las delegadas y delegados de los nuevos barrios siguen luchando contra la discriminación social y de género, con la participación de cientos de mujeres pobres en esta pelea.

Sin embargo, al momento del cierre de esta nota, esta lucha aun no ha concluido, y la amenaza de desalojos para las 1.400 familias que están en el lugar (según los datos del censo de esta semana) está vigente. Seguiremos luchando por el derecho a la vivienda y a una vida digna de ser vivida.

Los pueblos de Nuestra América siguen resistiendo

A pesar de la pandemia, de la ofensiva del imperialismo apoyada por las capas dominantes locales, nuestros pueblos siguen resistiendo. Recordemos que antes del covid19, se venían desarrollando enormes luchas populares en toda la región: en Chile contra el modelo neoliberal impuesto desde la dictadura de Pinochet, en Bolivia contra el golpe fascista de noviembre del año pasado, en Ecuador contra el gobierno antipopular de Lenin Moreno, y en Colombia avanzaba la lucha popular, estudiantil y campesina contra el gobierno pro imperialista y narcotraficante. En Venezuela, con grandes debates internos en el proceso bolivariano, se resiste el bloqueo económico sostenido por Estados Unidos y sus socios en la región (http://mulcs.com.ar/index.php/2020/10/24/venezuela-rumbo-a-diciembre-amenazas-e-incertidumbre/).

Hoy en Colombia se realiza la minga indígena por la paz con una importante movilización en Bogotá, en Ecuador se sigue luchando contra los recortes neoliberales en salud y educación para el pueblo, y en Chile se realizó una inmensa movilización en la Plaza de la Dignidad al cumplirse un año del inicio de la rebelión popular (http://mulcs.com.ar/index.php/2020/10/23/chile-un-ano-de-rebelion-por-una-constituyente-popular/). El pueblo chileno enfrenta en estos días el desafío de luchar por derogar la Constitución pinochetista y por una Constituyente popular, aún en medio de las maniobras de los partidos políticos dominantes.

Sin dudas, la enorme lucha del pueblo boliviano contra la dictadura fascista de Añez, promovida por el imperialismo yanqui y la oligarquía local, es un punto de inflexión para las luchas populares y democráticas en nuestro continente (http://mulcs.com.ar/index.php/2020/10/24/bolivia-un-triunfo-del-pueblo/ y http://mulcs.com.ar/index.php/2020/10/23/es-un-mensaje-de-los-pueblos-al-mundo-la-dignidad-vence-al-fascismo/). La victoria electoral del MAS contra las fuerzas de la derecha, con una votación superior al 55 %, no es sólo un triunfo electoral: atrás está la lucha del pueblo organizado en El Alto, en La Paz y en Cochabamba desde el primer día de la dictadura, las luchas para exigir elecciones en agosto pasado. En todo el continente crece el reclamo por la inmediata renuncia del secretario general de la OEA, Luis Almagro, cuyas falsas denuncias de fraude en las elecciones de 2019 “legitimaron” el golpe contra Evo Morales. Ya se ha pronunciado en ese sentido el gobierno de López Obrador en México, y es imprescindible que las organizaciones populares de Nuestra América avancemos en la lucha contra la política de la OEA, ese “ministerio de colonias” de los Estados Unidos para el continente.

Una salida de fondo

Nuestro pueblo trabajador ve cada día como crecen los ataques de los sectores más reaccionarios de la sociedad, expresados en los grandes grupos de medios de desinformación masiva y en la coalición de Juntos por el Cambio, y especialmente recuerda la política antipopular que desarrollaron durante el gobierno de Macri. Estos sectores representan al poder real de nuestro país: los bancos, el complejo agroexportador, los especuladores inmobiliarios, los monopolios extranjeros y locales que manejan la energía, la minería, la producción y el comercio.

Ante ese enemigo tan visible, un sector importante de nuestro pueblo ve al gobierno del Frente de Todos, dirigido por el PJ, como quien puede enfrentarlo, o como mínimo como el “mal menor” ante el mal mayor del macrismo y sus socios. Comprendiendo esta situación, alertamos que en la coalición del Frente de Todos no existe la decisión política de enfrentar a los poderosos, sino que por el contrario buscan como negociar con ellos para subsistir en el gobierno.

La política histórica del peronismo de conciliar entre intereses irreconciliables, entre quien tienen el poder económico y los millones que integramos la clase trabajadora y los sectores populares en nuestra patria, es mucho más difícil de realizar cuando hay crisis económica, y mucho más ante esta crisis económica y sanitaria extendida a nivel internacional. Como ya hemos afirmado, en el Frente de Todos existen sectores de la histórica derecha del PJ (como Massa y Solá), que tienen peso decisivo en la política cotidiana, junto a una parte de los movimientos sociales y a sectores de la centro izquierda (http://mulcs.com.ar/index.php/2020/08/01/el-gobierno-entre-dos-fuegos-abrir-el-espacio-para-nuestro-pueblo-trabajador/ y http://mulcs.com.ar/index.php/2020/07/18/frente-a-la-crisis-como-enfrentamos-a-la-derecha/). El péndulo que aplica el gobierno de les Fernández intenta mantener el equilibrio, pero casi siempre termina cediendo a la derecha dentro del propio Gobierno, y a los intereses del poder económico real.

En ese sentido, entendemos que para superar la dependencia del capitalismo financiero y del imperialismo, que son el poder combinado en nuestra región desde la década del 70, el movimiento obrero y popular debe elaborar otra propuesta política, y que hace falta construir un frente de las y los de abajo. La lucha por derrotar al imperialismo y la dependencia debe sumar a las mayorías populares, y va necesariamente de la mano de la lucha por construir otras relaciones sociales, en la perspectiva de una sociedad para todas y todos. No habrá superación definitiva de los males que aquejan a nuestro pueblo hasta que sectores importantes de nuestros movimientos populares no construyamos la unidad y el programa colectivo para derrotar al capitalismo dependiente y al imperialismo.

Vamos por un movimiento popular amplio y desde abajo, antiimperialista y feminista, con vocación de masas y de poder, con horizonte socialista, que se proponga cambiar todo lo que debe ser cambiado.