Posted on: 6 junio, 2021 Posted by: MULCS Comments: 0

6/6/2021

Este domingo 6 de junio, a la madrugada, murió el compañero Abel Bohoslavsky. Fuimos muches quienes nos encontramos con la noticia de su fallecimiento esta mañana, y los mensajes de dolor y tristeza nos inundaron, nos desbordaron. Para la mayoría de les militantes más jóvenes o más recientes, Abel era ese tipo ácido y frontal, honesto y activo como pocos, que siempre recordaba alguna historia de otros tiempos pero que era útil para pensar en este presente. Querible y cabrón hasta la médula, Abel era referencia para muchas cosas: para hablar de los 70 y de la historia de su amado PRT, para la Revolución Sandinista, para la construcción sindical de base, para ejercer un verdadero periodismo militante, y también para proyectar una política de salud laboral al servicio de la clase trabajadora.

Esta última cualidad, su condición de médico comprometido con la prevención y el cuidado de la salud del pueblo trabajador, pasó al primer plano en el medio de la terrible pandemia que vivimos, esa misma pandemia que no tuvo ni un poquito de piedad y se lo llevó. Desde 2020 escribió varias notas, dio reportajes, y trabajó casi hasta último momento como médico luchando contra el virus asesino.

En el espacio de la Corriente Político – Sindical “Rompiendo Cadenas”, que integró con decisión y firmeza militante, insistió con mucho conocimiento y firmeza en las tareas del cuidado de la salud, y en poner en el centro la denuncia de cómo, en estas condiciones, el sistema de explotación empresarial siguió adelante y se llevó la vida y la salud de tantas y tantos.

Pero Abel fue mucho más que eso. Fue un militante constante desde fines de los 60, cuando estudiaba medicina en Córdoba. Fue quien recordó cada detalle de sus conversaciones con Tosco en esos años, de sus compañeres de militancia en esa Córdoba de lucha, quién participó junto a otres militantes revolucionaries de nuestro país en las luchas de la Revolución Sandinista en Nicaragua.

Como dice Löbbe en su excelente prólogo (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/06/06/prologo-al-libro-de-abel-bohoslavsky-los-cheguevaristas-por-hector-lobbe/), Abel militó también en muchos otros espacios, siempre claro y cascarrabias en sus ideas y proyecciones, siempre apostando a la unidad. No era solamente un valioso luchador de tiempos pasados, fue hasta el final un tipo de su tiempo y de su clase, de nuestra clase trabajadora.

Ferviente impulsor del clasismo en los sindicatos, siempre enfrentó con firmeza tanto las prácticas sectarias como el oportunismo. Lo hizo cuando al calor de las luchas obreras crecientes a partir de 2005, como las de los Metrodelegados o telefónicos, fue un activo partícipe de la construcción del MIC (Movimiento Intersindical Clasista), y luego de la Corriente Rompiendo Cadenas.

En esta última, se incorporó al pequeño equipo de redacción del periódico y mostró todo lo que había aprendido de periodismo revolucionario en sus días de Nicaragua, cuando escribía en Barricada. Sus notas eran precisas y bien escritas, con los datos justos (y los caracteres exactos para que entrara en el espacio requerido, una cualidad muy valiosa para no sacarle espacio a otro tema ni a otre compañere). Se comprometía profundamente en cada detalle de esa tarea (y de cada tarea que afrontara en la vida). Discutía mucho sobre el contenido de esa revista, y sobre cada momento de la agitada vida política de nuestra clase y de nuestro país.

Con mucho dolor, peleaba por el recuerdo de esa Nicaragua que amaba, y criticaba el curso actual de ese país y al gobierno de Daniel Ortega. Cuando fue invitado con otres compañeres como Felisa (que se nos fue hace pocos días), a una actividad organizada por la Embajada de Nicaragua hace pocos años, fue el único en marcar críticas duras y certeras al rumbo actual del sandinismo en ese ámbito.

Si bien su ejemplo y conducta militante, abnegada, solidaria y desinteresada a lo largo de toda su vida, ha sido la mejor enseñanza que legó a las generaciones que se fueron sumando a las luchas obreras y populares, siempre comprendió la importancia de transmitir la experiencia histórica de la que fue protagonista, en innumerables charlas y textos. Fue un orgullo que nos invitara como organización a ser parte de la presentación de su libro Los Cheguevaristas, en esa noche de abril de 2016, en el local de ATE Nacional. Allí insistió en la necesidad de construir identidad y proyecto revolucionario en las condiciones de hoy.

Porque Abel fue un compañero orgulloso de su pasado y de su identidad, pero siempre será un militante del presente, que piensa y mira hacia adelante, buscando cómo resolver los problemas prácticos y teóricos hacia el futuro.

Gracias por cuidar a todes hasta el final. Te vamos a extrañar mucho, viejo. Hasta el socialismo siempre