16/07/2022
La crisis económica, social y política que atraviesa nuestro país se viene agravando en las últimas semanas. La crisis interna en el Gobierno nacional y en el Frente de Todos es el reflejo de la inmensidad de los problemas económicos y sociales, y no a la inversa: no es la crisis política la que empuja el crujir de la economía nacional, sino la situación económico – social la que está en el centro del debate en el FdT (y en los distintos bloques políticos). La inflación, el valor del dólar, el acuerdo con el FMI, la pobreza, están en el centro del debate público. En ese contexto es necesario considerar la ofensiva política, mediática y judicial contra el movimiento piquetero, en especial contra la Unidad Piquetera.
Inflación eterna: El FMI y las “revisiones trimestrales”
La inflación constante ataca al conjunto de la clase trabajadora y a los sectores populares, especialmente a les trabajadores precarizades, a les jubilades y a los sectores más empobrecidos. El dato oficial de junio vuelve a superar el 5%, ya suma más del 36% en el primer semestre de este año, y en la comparación interanual (de junio 2021 a junio 2022) llega al 64%. Las previsiones de los “mercados” (reflejadas en el REM Relevamiento de Expectativas del Mercado, del Banco Central) suponen una inflación del 80% para este año, y sectores del propio oficialismo hablan del riesgo de una hiperinflación.
La situación económica y financiera actual está condicionada por el acuerdo con el FMI de reestructuración de la deuda contraída por el anterior Gobierno macrista. Uno de los ejes de ese acuerdo, profundamente antipopular y antinacional, es que es un acuerdo que promueve el ajuste inflacionario permanente, para conveniencia del capital financiero y del propio Estado. Pero este ajuste permanente hace pedazos los ingresos populares, y hace entrar en crisis a la base social del Gobierno del Frente de Todos, que supuestamente venía a resolver los problemas de la etapa antipopular y neoliberal de Macri y el PRO imperialismo.
En ese marco, la ofensiva de la Vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, contra los “funcionarios que no funcionan” logró echar a dos ministros, primero a Kulfas y después al Ministro Guzmán, un elemento clave para Alberto Fernández, pero los cambios de funcionarios no modificaron la política económica subordinada al co-gobierno que ejerce el FMI desde Washington.
Como ocurrió en marzo durante el debate de aprobación legislativa del acuerdo con el Fondo, el ala “cristinista”, junto a sus sectores afines, critica lo actuado por el Gobierno de Alberto Fernández, pero no tiene un plan alternativo de fondo.
Batakis, los señores de los “mercados” y los problemas de fondo
El Ministro Guzmán renunció el sábado 2 de julio, en medio de un nuevo discurso crítico de la Vicepresidenta, y al día siguiente, por la noche, se anunció que su reemplazante era Silvina Batakis (ex Ministra de Economía de Scioli entre 2011 y 2015 en la provincia de Buenos Aires, tristemente recordada por la propuesta del aguinaldo en cuatro cuotas para les laburantes estatales).
Después de una semana dedicada a armar su equipo, a conversar con los principales sectores empresarios y a reunirse con el FMI, la primera señal pública de la nueva Ministra fue una conferencia de prensa, el lunes 11 a la mañana, para “tranquilizar a los mercados”. Fue un anuncio claro: iban a respetar el acuerdo con el FMI, a contener el gasto público (el famoso “no gastar lo que no tenemos”), e iban a buscar contener el precio del dólar. En este caso, el problema más evidente es que los dueños del negocio financiero no le dieron una buena respuesta: el dólar blue (ilegal, pero muy real) y los dólares “financieros” aumentaron enormemente en estos días, y la “brecha cambiaria” entre esos dólares y el dólar “oficial” superan claramente el 100%.
En ese marco, brillan por su ausencia medidas antiinflacionarias básicas: no hay aumento de las retenciones para los agroexportadores (para desacoplar, en parte, los precios internos de nuestros alimentos), no hay real control de precios, ni control real de las exportaciones ni recuperación de la soberanía fluvial y portuaria (como denunciamos desde hace tiempo como parte del Frente por la Soberanía Nacional).
Hasta el momento las únicas medidas concretas para “contener” el precio del dólar van hacia el turismo en el exterior, y afectan algunos consumos culturales que se pagan en divisas (como Netflix y otros servicios similares).
La inflación hace crecer aún más a la pobreza estructural y genera una “nueva pobreza”: es un lugar común de los últimos años la preocupación (real para las mayorías populares, y a veces sólo discursiva para los sectores políticos dominantes) de la existencia de sectores de trabajadoras y trabajadores “pobres”, incluso para asalariades formales, en relación de “dependencia”. Hay recuperación económica empresarial, y hay mayor empleo, pero la mayor parte de este nuevo empleo corresponde a sectores precarizades, sin derechos laborales, y con ingresos muy inferiores a los necesarios. Hoy la canasta de la “pobreza” supera los 150.000 pesos mientras que el salario “mínimo” legal es de sólo 45%, es decir menos de un tercio de esa suma.
Ofensiva contra el movimiento piquetero: Las excusas y las razones de fondo
A partir del discurso del 20 de junio de Cristina Fernández atacando al movimiento piquetero (en especial al Movimiento Evita, pero en general a todas las organizaciones populares que trabajamos en los territorios más castigados por la pobreza y la precarización), la ofensiva iniciada por la derecha más reaccionaria (recordemos el Movimiento Antipiquetero de la derecha “libertaria”) y los medios de desinformación masiva se hizo más intensa.
Más de cuarenta allanamientos contra organizaciones territoriales (desde la CCC hasta el Polo Obrero, incluyendo a sectores del FOL y del FPDS Corriente Plurinacional) mostraron la ofensiva del Poder Judicial contra los sectores populares. Este ataque es muy duro en Jujuy (bajo el Gobierno de Morales en convivencia con el PJ), donde ya se están preparando movilizaciones de repudio de todas las organizaciones sociales para el martes 19 de julio. Las movilizaciones son organizadas por todos los movimientos populares de la provincia: desde la UTEP hasta la Unidad Piquetera.
Pero la ofensiva judicial y represiva también se desplegó en la provincia de Buenos Aires, mostrando que el problema no era solamente el Virrey Morales, sino un problema que atraviesa a las direcciones de las dos coaliciones dominantes de la política nacional (Juntos por el Cambio y Frente de Todos).
Cuando analizamos la situación más allá de los fuegos de artificios mediáticos y represivos, vemos que hay razones económicas y políticas atrás de estos ataques.
Todos los días los medios reproducen los discursos de medianos y pequeños empresarios planteando que la “gente” no quiere trabajar en sus empresas por culpa de los “planes sociales”. Esta situación nos muestra dos cuestiones importantes. La primera, los salarios promedio, en especial en la economía informal fuera de les laburantes incluides en Convenios Colectivos, son tan bajos que compiten con “planes sociales” que no llegan a cubrir ni el 25% de la canasta de pobreza. Y la segunda, en la Argentina real, los ingresos conquistados por el movimiento piquetero son los verdaderos “salarios mínimos” de nuestro país, y establecen un piso para la contratación de mano de obra, que las grandes empresas (y numerosas pymes) quieren reducir aún más para ganar “competitividad”.
Hay que ver las motivaciones políticas de los ataques contra el movimiento piquetero en clave de la historia de las últimas décadas. Al conseguir la autonomía sobre el manejo de los recursos conquistados y con la capacidad de conseguir a qué se destinan esos recursos y el trabajo popular, los movimientos piqueteros atacaron la base de sustentación de los intendentes del conurbano, afectando en primer lugar al aparato tradicional del PJ. Por supuesto, los movimientos independientes y de izquierda, con concepciones de clase claras, afectan todavía más al poder de estos “punteros” tradicionales. Recordemos, por ejemplo, la consigna de “Cooperativas sin punteros” que se desplegó masivamente hace más de diez años. En ese contexto, el discurso de Cristina sobre la supuesta “tercerización” de los planes sociales fue leído por el aparato del PJ (tanto en el conurbano como en muchas provincias empobrecidas) como una señal de largada para esta ofensiva antipopular.
Unidad y disputa en el movimiento territorial ante la crisis del Gobierno
Este ataque genera, por primera vez desde que comenzó el Gobierno del Frente de Todos, una respuesta conjunta de todos los movimientos territoriales. Desde la perspectiva del MULCS haber construido frentes unitarios de intervención popular, en la etapa anterior, se revela como un gran acierto político. La formación de nuestro frente de lucha estable, que a fines del año pasado dio un paso político – organizativo con la creación de la Coordinadora por el Cambio Social, y la unidad más amplia lograda con la Unidad Piquetera, permitieron desarrollar un enorme despliegue de movilizaciones e iniciativas políticas: movilizaciones en todo el país, planteos de reuniones con las direcciones burocratizadas de la CGT y las CTA, hasta el actual pedido de reunión a la Ministra Batakis. En los últimos años, el conjunto de organizaciones agrupadas en la Unidad Piquetera ha sido el sector social con más voluntad y capacidad de movilización popular en nuestro país. Esa unidad, más allá de debates y matices que son importantes, ha permitido formar una relación de fuerzas a favor de los intereses de los sectores más castigados de nuestro pueblo trabajador.
Pero también el recrudecimiento de la crisis (inflación, ofensiva judicial y represiva, reemplazo de Guzmán, y guiño de ojos sólo a los “mercados”) ha despertado de la tregua a los movimientos oficialistas de la UTEP y a otros sectores populares, que parecían privilegiar sólo la propia consolidación. La situación represiva, en especial en Jujuy, y el incremento de la crisis crearon las condiciones para la unidad en la acción.
Así el jueves 7 de julio, después que la Unidad Piquetera se manifestara masivamente frente a las intendencias del conurbano y en todo el país, se realizó una conferencia de prensa conjunta en el Congreso (http://mulcs.com.ar/2022/07/13/jornada-de-repudio-a-la-ofensiva-judicial-politica-y-policial-contra-los-movimientos-populares/). El 14 de marzo, desde las organizaciones de la Unidad Piquetera realizamos una masiva movilización y muestra de la producción de nuestros barrios en la Plaza y le entregamos el pedido de reunión a Batakis, mientras la UTEP realizaba un acto y muestra de su trabajo en el Congreso. En ambos actos se hicieron presentes delegaciones de dirigentas y dirigentes del otro bloque. El acto de la UTEP mostraba un equilibrio complejo en cómo cuestionar al Gobierno sin romper con quienes firmaron el acuerdo con el Fondo y garantizan el ajuste inflacionario permanente.
La crisis abierta ha movido también a la CGT, que ahora anuncia una posible movilización…dentro de un mes. Pero las manifestaciones más críticas de sectores sindicales enmarcados en el FdT (desde Pablo Moyano hasta Yasky) son un síntoma del malestar existente en las bases sindicales, que por cierto también está presente en la base social de los movimientos populares de la UTEP.
Está claro que esta unidad en la acción, que muy posiblemente prosiga con medidas más unificadas frente al ataque judicial a las organizaciones, implica también un debate de proyectos políticos, una disputa ideológica y política. La mayoría de las organizaciones de la UTEP piensan su accionar en términos de contención, de garantes de la “paz social” en los barrios populares castigados por largos años de crisis de las mayorías y saqueo constante del capital financiero y los agroexportadores. En cambio, las organizaciones de la Coordinadora por el Cambio Social, la mayoría de la Unidad Piquetera y muchas otras corrientes, pensamos la realidad para transformarla. Desde nuestra perspectiva, Trabajo, Dignidad y Cambio Social son consignas necesarias hoy, y con Cambio Social hablamos de la transformación profunda de nuestro país, en línea con las rebeliones populares en Nuestra América.
En la lucha política de masas, muchas veces la unidad en la acción debe construirse entre proyectos divergentes. Pero esa unidad presupone una intensa disputa política y organizativa, para intentar que las luchas populares no sean llevadas al estéril camino de un “reformismo sin reformas” que es lo que hoy nos ofrece el Frente de Todos.
Una salida de fondo para las mayorías populares
Hemos analizado cómo repercute la crisis en distintos sectores del movimiento popular. Pero hay otra lectura necesaria de la crisis: cómo repercute en la superestructura política. La crisis abierta entre las diversas alas del FdT (Alberto Fernández, Massa, el “cristinismo”, los gobernadores e intendentes de peso) es, en buena medida, una crisis de proyecto político. La idea inicial es que era posible establecer un Gobierno que equilibrara entre las clases, el tradicional proyecto de conciliación. Creyeron que con habilidad, y con el control de la calle por parte de las conducciones sindicales y de los movimientos sociales, podrían lograr acuerdos de renegociación de la deuda con los “bonistas privados” y con el FMI que no significaran pagos imposibles ni mayores condicionalidades en la política económica. Pero claramente ese supuesto no se cumplió: las “revisiones trimestrales” suponen un co-gobierno del FMI (y de hecho del capital financiero y el imperialismo yanqui), y no existieron medidas que recompusieran los ingresos y la confianza del pueblo trabajador en el proyecto del Frente de Todos. La propia Vicepresidenta, que todavía sigue siendo la única dirigenta política con reconocimiento en sectores de masas, ve como su imagen se va deteriorando en los sectores populares.
Un problema para el movimiento popular es que esta crisis del FdT sea capitalizada políticamente por el regreso de la derecha más reaccionaria, es decir por el regreso de Juntos por el Cambio. En esa coalición, incluso los sectores supuestamente más “moderados”, como Rodríguez Larreta, hablan de una política de “shock” si vuelven a llegar al Gobierno. Es evidente que la conclusión que sacaron estos sectores reaccionarios de su paso por el Gobierno entre 2015 y 2019 es que hay que avanzar a mayor velocidad contra los derechos e ingresos conquistados por la clase trabajadora durante décadas en nuestro país. No hay que olvidar que son los voceros del gran capital transnacional, que tiene un objetivo permanente: bajar las condiciones de existencia de nuestro pueblo trabajador a condiciones de explotación similares a las que lograron en otros países de Nuestra América.
Es en este contexto donde la necesidad de construir una salida popular y de masas a la crisis, que unifique las luchas obreras y populares con un programa de perspectiva estratégica, se muestra nuevamente como una tarea estratégica para las mayorías populares, y para el conjunto de las organizaciones populares y de izquierda. Para que los avances conquistados en la lucha social y de masas se reflejen también en una disputa por el poder política, es necesario construir un programa claro y contundente, que se enfoque en golpear a los enemigos históricos de nuestra clase y nuestro pueblo (el capital financiero, el imperialismo, los agroexportadores, los que manejan nuestra alimentación, nuestra energía), y en unir social y políticamente a las mayorías populares.
La mayor fuerza popular, la mayor presencia de una izquierda anticapitalista, antiimperialista y con vocación de poder en la disputa política, debe ser también un condicionamiento para cualquier proyecto de nuestros enemigos que busque derrotarnos, sea por medios conciliadores (como sugieren sectores del FdT) o por formas aún más antipopulares (como ocurre con Juntos por Cambio, o con la “ultraderecha libertaria”). Desde esa concepción, el FIT es un avance en relación a limitar la mayor fragmentación, pero debería integrar a las distintas tradiciones de nuestra izquierda y promover la mayor participación en su orgánica. Lamentablemente, esta perspectiva está aún lejos de ser considerada por las conducciones de las corrientes del FIT Unidad.
Desde el MULCS trabajamos conscientemente para aportar a una alternativa popular de las y los de abajo, feminista y popular, antiimperialista y socialista, que se una con las luchas de los pueblos hermanos de nuestro continente, para derrotar a nuestros enemigos históricos y construir una sociedad para todos y todas. La larga historia de lucha y organización de nuestra clase y nuestro pueblo requiere avanzar en la construcción de mayor poder popular y en la disputa del poder político.