Posted on: 18 marzo, 2014 Posted by: MULCS Comments: 0

América Nuestra N°3 – Año 1- marzo 2014-

La Universidad como tal es una institución del sistema capitalista en el que vivimos, reproduce la lógica de mercado, las relaciones sociales de explotación, opresión, competencia e individualismo. Como estudiantes y futuros profesionales entendemos que la relación sociedad – universidad debe ser diferente. La Universidad debe estar al servicio de los pueblos, y no al servicio de las empresas multinacionales y las camarillas docentes. Por lo que nuestra cotidianeidad se expresa en acciones y proyectos en función de los intereses de los sectores populares y la clase trabajadora porque “(…) la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo…”. (1)

Política Universitaria Nacional: Entre las continuidades del modelo y el protagonismo del movimiento estudiantil.

Las políticas educativas de los gobiernos kirchneristas han demostrado no revertir ni transformar sustancialmente el modelo neoliberal en la educación, aplicado por sus antecesores. Esto se evidencia, en la profundización de los procesos de privatización y achicamiento de los contenidos que se expresan, en las políticas y en la vida cotidiana de las instituciones. Sin lugar a dudas, la década del neoliberalismo sentó una base sólida sobre la cual se continúa privilegiando el lucro y la lógica de lo privado en el ámbito educacional en Argentina, y en el mundo. Salvo en algunos países latinoamericanos, Cuba como faro, Venezuela y Bolivia -que con sus matices y contradicciones-, están revirtiendo dicho proceso desde una perspectiva y modelo de sociedad inscripta en una proyecto societal socialista, democratizador y con protagonismo del pueblo trabajador. A sabiendas que la intención y la decisión política de estos de construir una sociedad y educación emancipadora, debe lidiar con los constantes arremetimientos que el poder imperialista yanqui interviene sobre ellos.

En la educación superior este proceso adquiere múltiples formas y lógicas. Algunas de ellas, son: el aumento sideral de creaciones de universidad privadas respecto a las públicas, el otorgamiento de subsidios discrecionales a estas mismas instituciones, los convenios entre la universidad pública y las empresas multinacionales, el sostenimiento financiero de la universidad a partir de la venta de “servicios” a terceros y de recepción de fondos manchados de sangre como los provenientes de la megaminera “Alumbrera”, la tercerización de los comedores, servicio de fotocopiadora y de la “seguridad”, entre otros.

En el marco normativo que regula la educación superior, aún no se ha modificado la Ley de Educación Superior (1995). Aunque, hubo intentos por parte del oficialismo de presentar, por un lado, un nuevo proyecto de ley, y luego, una modificatoria de artículos de la LES. Sin embargo, ambas iniciativas no modifican el núcleo duro de las reformas neoliberales.

La privatización y mercantilización de la educación, continúan en pie.

Cabe señalar, que se vuelve a recurrir en ambas iniciativas, a sostener el organismo centralizado de control y disciplinamiento, la CONEAU. Éste organismo “público” estatal tiene la potestad de controlar y definir, parámetros y estándares de “calidad” y contenido de la formación universitaria. Es decir, este organismo interviene, sin reservas, en el proyecto formativo que las universidades públicas, por su autonomía universitaria, supieron construir. A esto es lo que llamamos, procesos de acreditaciones de las carreras universitarias. No es un invento argentino, sino que es una tendencia y recomendación que los organismos regionales e internacionales como el Banco Mundial, el FMI, la CEPAL, UNESCO y OCDE están impulsando desde finales del siglo pasado, con el fin de convertir a la educación en una mercancía y la producción de conocimiento científico para el sostenimiento y legitimación de los intereses de los capitalistas.

No profundizaremos en este artículo sobre la coyuntura político-económica que estamos viviendo en el país, sino que tomaremos tal situación para intentar expresar el actual estado del movimiento estudiantil argentino y puntualmente qué estamos construyendo desde nuestra trinchera (Universidad Nacional de Luján) para aportar a aquel.

No será novedad para los lectores si decimos que el MEA está fraccionado, dividido. El mismo está compuesto por distintas fracciones de izquierda, de centro izquierda y otras que podríamos ubicarlas en el centro, siendo benevolentes.

Tal vez lo novedoso es que, aún en estas condiciones, surgen continuamente gérmenes de lucha y organización en todos los puntos del país. Luchas por comedores universitarios, boleto estudiantil, contra las acreditaciones de la CONEAU, por la democratización de las universidades, por sostener la gratuidad y el nivel académico.

El punto en cuestión, entendemos que no es si el movimiento estudiantil está en la lucha, sino de la forma en que lo está, en la forma en que se construye en esas luchas, tanto las anti-capitalistas como las que no pasan de reivindicaciones puntuales, alejadas, al menos en una primera lectura, de una perspectiva de avance hacia el socialismo.

Esta forma de construcción que vemos actual y mayoritariamente no se condice con los preceptos revolucionarios que muchas veces decimos u oímos en los pasillos y en las aulas. La mezquindad en la búsqueda de pequeños triunfos que posicionen a una u otra agrupación o partido sirve de obstáculo a la lucha aún más que las camarillas docentes, no docentes y estudiantiles. El discurso auto-referencial y las descalificaciones a otros grupos militantes también son parte de la limitación que tenemos como movimiento estudiantil para avanzar en la lucha desde una perspectiva revolucionaria y/o en la construcción del poder popular (según cómo se mire). Esto impide la unidad tanto en cada universidad como a nivel nacional, incluyendo la histórica “dificultad” para poder avanzar en la recuperación de la FUA (Federación Universitaria Argentina).

He aquí algunas de las razones de nuestros fracasos, los cuales no son exclusivos del movimiento estudiantil. Sólo miremos a otros frentes de lucha, con identidades fuertes o débiles, y nos encontraremos con lo mismo.

No obstante, variadas experiencias nos demuestran que el camino puede ser otro.

Humildemente tomaremos una experiencia que venimos transitando en la Universidad Nacional de Luján desde nuestra organización, el Frente Universitario de Luján-MULCS. En nuestra participación en el co-gobierno de la universidad, hemos logrado en dos oportunidades seguidas presentarnos a elecciones por el claustro estudiantil en una lista, la 115, compuesta por agrupaciones de distintos orígenes y perspectivas del campo de la izquierda. La construcción de esta lista no surgió de la noche a la mañana, sino que es producto de años de encuentros y luchas compartidas. Es así que en las elecciones a los órganos colegiados de gobierno de 2013 conformamos un espacio común con las compañeras y compañeros del Frente Popular Darío Santillán/Corriente Nacional, Izquierda Socialista, Partido Obrero, Las Rojas en el Nuevo MAS y muchos cumpas independientes.

Más allá de haber obtenido más de 1.100 votos y una de las 5 bancas estudiantiles en el Consejo Superior y de haber ganado en la sede de Luján, lo que nos une es la lucha por el comedor universitario, por conseguir mejores condiciones de cursada para los compañeros estudiantes peleando por más y mejores becas, por parar a la seguridad privada de la UNLu y sus persecuciones a los estudiantes, por luchar para parar las injerencias de la Ley de Educación Superior (LES) en la universidad y por muchas cosas más.

El trabajo conjunto en los órganos de co-gobierno no es ni será más que una expresión de la vocación de unidad entre agrupaciones entre las cuales claramente no contamos con acuerdos en la totalidad de temáticas que abordamos desde nuestras organizaciones, más allá de la universidad. No obstante las diferencias de carácter político-ideológico, avanzamos en la construcción de espacios de organización y lucha en nuestro espacio, enfrentando a las burocracias estudiantiles y sindicales (en este caso, la de los no-docentes) y a las camarillas docentes.

Por supuesto (o no tanto) que la construcción con estas agrupaciones no termina en el mundillo universitario, también nos encontramos con algunos luchando codo a codo en el ámbito sindical, con otros en las luchas ambientales o de géneros, y con otros en la construcción de la Patria Grande. Vale decirlo más claramente: no estamos de acuerdo todas las fuerzas a la vez en un todo, pero eso no obstruye nuestro camino hacia la revolución, y hoy nos encuentra juntos la lucha contra el ajuste del gobierno nacional y el poder real, por la absolución de los compañeros petroleros de Las Heras, entre otras.

No podemos simplificar este análisis con un argumento tan lineal que marque que en momentos de ajuste y criminalización y judicialización de la protesta, el MEA avanzará en la unidad, ya que, aunque así lo fuera, se expondría ante la evidencia de que no toda alianza táctica culmina en un proyecto político común y estratégico. La historia reciente nos sacude la modorra y nos trae a la mesa la experiencia de fines de los ´90 y principios del 2000, cuando se lograba la aparente “unidad de los que luchan” entre los “independientes” y los partidos políticos. Pasado el tiempo, ya con el kirchnerismo en el gobierno, gran parte de ese sector pasó a apoyar las mismas políticas neoliberales que enfrentaba días atrás…

Más tarde, entre el 2004 y 2005 también se intentó lograr la unidad del movimiento estudiantil en lucha, bajo las banderas del rechazo a la LES y por la democratización de las universidades. Esa vez no se contó con la tarea de cooptación de agrupaciones propiciadas por el kirchnerismo, sino que nos topamos con prácticas hegemonistas forzadas por la unidad de la mayoría de los partidos de izquierda (volvemos a ser benevolentes), fracturándose nuevamente la iniciativa unitaria.

De ahí en más (ya llegando a una década) no se ha podido avanzar de conjunto en el enfrentamiento a las directrices que bajan desde el Banco Mundial, el Gobierno Nacional y las Empresas Transnacionales. Es más, distintas organizaciones han profundizado su línea de utilizar el frente de lucha estudiantil como espacio de reclutamiento de militantes jóvenes, descuidando y hasta desconociendo el rol histórico e importante del movimiento estudiantil en la lucha de masas, permitiendo así el avance de las políticas privatistas y por ende elitistas en la educación pública.

Desde el Frente Universitario de Luján – MULCS seguimos apostando a construir una alternativa para los y las estudiantes, pero también para el resto de la comunidad universitaria, la cual no se enfrasque en este ámbito, sino que rompa las fronteras tan bien construidas entre “el afuera” y ”el adentro”, y es por eso que seguimos militando otros frentes de lucha tales como el sindical, el ambiental, el de géneros y el de los DDHH, en el marco de la construcción de la unidad latinoamericana, ya que estamos convencidos que la interrelación entre los frentes de lucha es más que evidente y que por ende debemos apostar todo en avanzar hacia la integralidad de las luchas.

La Reforma del ´18 y el Cordobazo son mucho más que buenas historias para contar y escuchar… seguiremos avivando el fuego mientras nos quede aire que soplar…

(1) Che Guevara, en “Discurso al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad Central de las Villas”, 28 de diciembre de 1959.