junio 2019
por Norberto Señor*
Es una elección importante ya que, a diferencia de la burocracia entreguista de UPCN y otros gremios sectoriales, provinciales y municipales, la dirigencia histórica de ATE (la lista Verde de De Gennaro, Godoy, Fuentes, De Isasi) ha sabido despertar expectativas en sectores más activos a la hora d e luchar, dentro y fuera del ámbito estatal. Su discurso democrático, antiimperialista y su habitual presencia en las calles pueden recrear esas expectativas, aunque no logran superar una crisis de larga data, que llevó a la división a la propia Verde, a ATE y a la CTA.
Bajo el lema “ni oficialistas ni opositores, autónomos”, la Verde de ATE (y su aliada Celeste de CTERA) encubrieron su ligazón al Estado bajo los gobiernos de De La Rúa (cuyas listas integraron), Duhalde y Néstor Kirchner en nación y Solá en provincia de Bs As. Tras borrarse de las calles en la rebelión de 2001, crecieron las corrientes antiburocráticas en ATE y CTERA y cientos de congresales combativos de CTA, en 2002, enfrentaron la política de Yasky, De Gennaro y D’Elía, con la entonces conducción de SUTEBA Matanza y ATE Sur a la cabeza de la “CTA por un sindicalismo de clase”.
Vale señalar que ATE Sur en Lomas de Zamora, y ATE Brown-Presidente Perón son las únicas experiencias de dirección de seccionales en manos de un sindicalismo de base, asambleario y combativo desde 1991 hasta hoy. La agrupación que encabeza ATE y también la CTA Autónoma en esos distritos es la Víctor Choque, en la que participamos militantes del MULCS, del Movimiento de los Pueblos: Por un socialismo feminista desde abajo, y de otras organizaciones compañeras e independientes.
A partir de 2008 tras el conflicto con las patronales agrarias, una parte de la Verde y Yasky practican la subordinación gremial al gobierno de Cristina K, mientras De Gennaro se acercó a la centroizquierda gorila y años después lanzó su fracasada campaña presidencial, con poco apoyo del activismo verde. Se fracturó la CTA, primero en 2 y luego en 3 (tras la voltereta de otro verde, Micheli, otrora el opositor “más duro” de los kirchneristas de ATE y CTA y luego su principal aliado). Esta fractura en ATE se expresa en la disputa feroz entre la Verde de Godoy y la Verde y Blanca de Catalano.
Divisionismo funcional a Macri
ATE supo convocar el primer paro general de un sindicato contra el gobierno, en febrero de 2016. Allí se echó por tierra el “protocolo antipiquetes” de Patricia Bullrich, se llenó la Plaza de Mayo y la base desbordó e impidió toda maniobra de Godoy o Catalano. Pero desde entonces, ambas fracciones realizaron acciones esporádicas, separadas y hasta contrapuestas, que facilitaron los acuerdos salariales a la baja (firmados por burócratas cómplices de Macri, Vidal y Larreta, de los gobernadores e intendentes), y fueron una traba para que pudieran triunfar grandes luchas contra centenares de despidos de estatales, persecución y vaciamiento de organismos y políticas públicas.
Las excepciones que confirman la regla (triunfos parciales en Río Turbio, Astillero Río Santiago, UEP provincia de Bs As), si bien contaron con respaldo de la dirigencia verde, se apoyaron en acciones progresivas y combativas de masas, con peso del activismo de base o antiburocrático y una unidad de acción rara vez alentada por la dirigencia. En el otro extremo, Darío Silva de ATE Morón, de la misma Verde, acordó cientos de despidos en el Hospital Posadas y organizó patotas para acallarlos. Pero Godoy y De Isasi le soltaron la mano sólo después que su patota dejara hospitalizada una compañera de la verde en un bochornoso congreso provincial, precisamente luego que se lo denunciara a Silva por patronal y patotero.
Sin apelar a planes de lucha votados por las bases ni a la unidad de acción, tan necesarios para acabar con los planes del FMI, el gran capital y el imperialismo, tanto la Verde como la Verde y Blanca hoy tienen una aspiración común: ser parte del armado del PJ y el Frente de Todos de “los Fernández”, y luego ser convidados a sumar funcionarios a su eventual gobierno. Lejos de toda independencia política del Estado y los gobiernos, la Verde y la Verde y Blanca, mientras fracturan y paralelizan ATE y CTA, vuelven a compartir un proyecto político. Tampoco las caracteriza la independencia de la Iglesia católica, siendo habitués de la Pastoral Social y hasta de encuentros con obispos reaccionarios como Monseñor Aguer, enemigo declarado del movimiento de mujeres y disidencias sexuales, y del derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Esta dirigencia dividida cuya medida más fuerte se dio al inicio del gobierno de Macri, cuyas convocatorias a estatales son casi intrascendentes, muestra que su prioridad es la disputa de camarillas por el control del aparato de ATE y el uso del mismo para dar “prestigio” a sus dirigentes.
La Multicolor y la difícil tarea de unir al activismo combativo y antiburocrático
El Gobierno de Macri enfrentó una amplia resistencia de masas, y esta situación presenta complejidades tácticas para la izquierda anticapitalista que exceden a esta nota. En las luchas sindicales predomina la identidad peronista, y su ideología de conciliación de clases pesa en las direcciones y en las bases.
Impulsamos la mayor unidad de acción contra las patronales y el Gobierno para derrotarlos en las calles con la masividad y la contundencia que se necesita, y a la vez, para hacer una experiencia común de lucha, de masas, con quienes tenemos diferencias políticas. No hemos compartido la política de “columnas independientes” que impulsan los partidos del FIT, que puede ser correcta en ocasiones frente a direcciones muy burocratizadas, pero es una táctica incorrecta frente a direcciones reformistas y conciliadoras como las de ATE y CTA.
Consideramos que dar preeminencia a las definiciones políticas (y a veces partidarias) por sobre el modelo de construcción sindical, aleja del activismo combativo a amplios sectores en lucha honestos, y puede acercarlos a burócratas o conciliadores. En parte eso explica que agrupaciones como ATE desde Abajo o la Granate del INTI vayan en una lista distinta a la Multicolor en ATE Capital. Por su parte, el sectarismo extremo del MAS vuelve a llevarlo a presentar una lista marginal sólo para intentar “morderle” algo a la Multicolor.
Valoramos la actitud decidida y firme de ATE Sur, ATE Brown- Perón y toda la Choque en mayo de 2016 entrando al predio de la Legislatura en La Plata para enfrentar la ley flexibilizadora de Vidal; o el 21F de 2018, al unir a todas las seccionales que desafiaron el llamado a no movilizarse de Godoy. Su numerosa participación en las jornadas combativas contra la reforma previsional en diciembre de 2017 y contra el presupuesto del FMI en 2018 y su práctica unitaria de los recientes y masivos cortes en Pte. La Noria. La militancia feminista de la Choque y la permanente denuncia del femicidio de Laura Iglesias como producto de la precarización y el ajuste.
Entendemos que hay dos aspectos que se conjugan en esta elección para llamar a votar la Multicolor. Por un lado, la defensa de un modelo sindical honrado, participativo, de base y combativo, como el que la Choque sostiene en la práctica y que es el que se privilegió en las listas más importantes, las de las seccionales que hoy se dirigen en Lomas y en Brown-Perón y las que tienen peso en la base, como Hurlingham o Moreno. Por el otro, presentar una alternativa general a la Verde y la Verde y Blanca que pueda expresarse provincial y nacionalmente, sin ocultar las diferencias, pero privilegiando la unidad de las corrientes antiburocráticas y combativas.
Más que nunca necesitaremos, gobierne quien gobierne el país, un sindicalismo de unidad y lucha e independiente de los poderosos como el que expresa la Multicolor, para enfrentar y derrotar el ajuste del FMI.
* Militante del MULCS y de la Victor Choque de ATE, Dirigente de ATE Sur y CTA-A Lomas de Zamora, Candidato a vocal nacional y a Secretario Gremial de ATE Sur