30/5/2021
El ciclo de luchas populares en nuestro continente continúa. Para el imperialismo y sus socios locales, va quedando claro que la resistencia popular contra su modelo de dominación no cede en nuestras tierras, y desde el campo de los pueblos debemos saber que utilizarán todos sus recursos políticos, ideológicos y militares para recuperar su “orden”. El pueblo palestino celebra en estos días un triunfo parcial, pero importantísimo, contra el Estado sionista de Israel. Cada avance popular es un avance colectivo para los pueblos de nuestro país y del mundo que luchamos contra el imperialismo, el patriarcado y el gran capital.
No pueden detener al pueblo colombiano
El 28 de abril comenzó el paro nacional contra la reforma fiscal antipopular en Colombia. Aunque el Gobierno de Duque tuvo que dar marcha atrás con esta reforma, la lucha popular no ha dejado de crecer en todo el territorio del país. El régimen narco y genocida que gobierna Colombia sigue asesinando, desapareciendo y reprimiendo al pueblo en lucha. Estamos frente a un momento clave en la historia popular de Colombia: sin una clara dirección, pero con la sensación colectiva de no soportar más la dominación de la oligarquía más imperialista del continente, y con una enorme capacidad de lucha.
Los grandes medios de incomunicación masiva, tan dispuestos a agrandar cualquier problema en la Venezuela Bolivariana en crisis, ignoran completamente la situación en el país hermano. En estos días, una delegación de organizaciones de derechos humanos y populares de nuestro país está recorriendo Colombia, y recibiendo denuncias de violaciones masivas de esos derechos: asesinatos, violaciones y abusos sexuales, desapariciones (https://www.facebook.com/MisionInternacionalColombia). A un mes del inicio del levantamiento popular, una inmensa movilización muestra que la rebelión contra la burguesía narco y pro imperialista está muy lejos de terminarse, y lamentablemente tampoco la represión genocida del Estado (https://tramas.ar/2021/05/29/colombia-un-pueblo-secuestrado-por-el-uribismo/).
La enorme conflictividad popular en las ciudades colombianas, a la que no detienen ni los asesinatos ni la represión constante, marca un quiebre con la situación de los últimos años, pero también elementos de continuidad histórica con las luchas obreras, campesinas y populares en el país andino, que buscaron diversas formas para derrotar a la tradicional oligarquía antipopular desde el Bogotazo de 1948 hasta nuestros días.
La Constituyente es parte del Chile Despertó
El pueblo trabajador de Chile sigue en un camino de lucha y debate, bajo la potencia de la rebelión popular iniciada en octubre de 2019. Fue un importante avance lograr que el poder político permanente del país hermano tuviera que aceptar el llamado a una Constituyente para modificar la Constitución actual, que es la norma legal de la dictadura de Pinochet, aunque hayan impuesto normas para limitar el aluvión popular. Recordemos que los bloques del mismo poder neoliberal y excluyente gobiernan Chile con las mismas políticas y los mismos límites desde la dictadura, y que desde la restauración “constitucional” en 1990 aumentó la desigualdad social, la pobreza, y privatizó completamente el derecho a la salud y a la educación.
Las elecciones para convencionales constituyentes realizadas el 15 y 16 de mayo pasado marcaron un avance en la lucha por derrotar al modelo neoliberal y represivo dominante, y a la Constitución dictatorial, aún con elementos contradictorios. El bajo nivel de votantes fue inferior en un 8 % al plebiscito nacional de octubre pasado. Recordemos que en el plebiscito ganó la propuesta de conformar una Convención Constituyente eligiendo a todes les integrantes contra la propuesta de una Convención mixta, planteada por la derecha (integrada por un 50% de les parlamentaries actuales y 50% de convencionales elegides) (ver: http://mulcs.com.ar/index.php/2020/10/26/enorme-triunfo-popular-chile-desperto/).
Está claro que una parte importante de la población no confía en la salida institucional propuesta, y que hay posturas encontradas entre las organizaciones populares y el nuevo activismo que apareció con fuerza desde la rebelión de 2019. Toda comparación histórica tiene sus limitaciones, pero en nuestro país en la elección anterior a la rebelión popular de 2001 creció muchísimo el voto protesta y el voto en blanco, junto al mayor voto a las distintas fuerzas de izquierda que se presentaron en esas elecciones.
En la elección de mayo, la derecha pinochetista no logró su modesto objetivo de conseguir un tercio de la Asamblea Constituyente, un porcentaje con el que podría trabar cualquier cambio profundo en el nuevo texto constitucional, y sólo consiguió el 20%. La lista de la ex Concertación (integrada por el Partido Socialista, la Democracia Cristiana y otras fuerzas), que gobernó Chile durante la mayor parte del período post pinochetista, logró sólo el 14% y fue desplazada electoralmente por las listas del Frente Amplio y el PC (la única fuerza política de peso histórico que no firmó los condicionamientos del Pacto para la Constituyente), que obtuvo alrededor del 19% de los votos. Un conjunto de movimientos sociales y sectores de nuevas expresiones de la izquierda, agrupadas en las Listas del Pueblo, superaron el 16%.
Pero la gran novedad de estas elecciones fueron les candidates independientes, que se presentaron por fuera de las coaliciones políticas, y que en general reflejaron posturas firmes a favor de establecer mayores derechos políticos y sociales en la nueva Constitución, y con mayor dureza contra la Constitución de la dictadura. Al mismo tiempo, se eligieron representantes con paridad de género, y por primera vez los pueblos originarios del país hermano eligieron a 17 convencionales, donde prevalecieron referentas de luchas históricas del pueblo mapuche y de otros pueblos originarios.
Sin dudas, las luchas del pueblo chileno contra el modelo neoliberal dominante seguirán no solamente en el terreno institucional, y fue la irrupción masiva en las calles y en las plazas la que hizo posible este avance. Entendemos que es preciso combinar las distintas formas y momentos en las luchas sociales y políticas, y que efectivamente Chile despertó. Con la profunda confrontación iniciada en el país trasandino, ha dejado de ser un ejemplo para el gran capital y sus voceros, y se transformó en un ejemplo de lucha y organización para los pueblos de Nuestra América.
Resistencia en Gaza y en toda Palestina contra la agresión sionista
En estos días de mayo, asistimos a una nueva ofensiva del Estado de Israel contra el pueblo palestino. Comenzó con un desalojo del barrio palestino en Jerusalem Oriental, en esa Al Quds que Palestina reclama desde siempre como su capital histórica, y con una nueva provocación en la mezquita principal Al Aqsa (en una jugada ya realizada por el sionismo en otros momentos). El bombardeo a Gaza, atacando sobre los hospitales, los medios de comunicación y el agua potable, lamentablemente también se ha reiterado en cada ofensiva israelí en las últimas décadas, desde la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993. Desde 2008 es el cuarto ataque aéreo israelí contra Gaza.
Recordemos que en este pequeño territorio viven más de dos millones de palestines, y es el único espacio de la Palestina histórica que no está ocupado territorialmente por Israel, ya que la población en Cisjordania sufre la colonización y la agresión constante en sus propias ciudades y aldeas.
Pese a la enorme superioridad militar de Israel, pese a su sistema de medios de incomunicación que califican toda resistencia palestina como “terrorismo” y toda solidaridad con su lucha como “antisemitismo” (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/05/27/palestina-repudiar-las-masacres-de-israel-en-gaza-no-es-antisemitismo/), el pueblo palestino ha conseguido una importante victoria parcial con la tregua lograda después del nuevo bombardeo a Gaza. Tanto la resistencia armada en Gaza, como la resistencia en Cisjordania y Jerusalem, y el paro activo de la población palestina al interior del estado israelí fueron fundamentales, y sobrepasaron a la muy debilitada ANP (Autoridad Nacional Palestina), que pierde cada vez más respaldo popular.
Como señala Claudio Katz (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/05/30/nuevos-argumentos-por-palestina/), la resistencia palestina despierta apoyo y simpatía en los pueblos de nuestro continente, donde se percibe que tenemos enemigos en común. El activismo en Colombia conoce del rol de Israel en la formación y el armamento del Ejército y las fuerzas represivas nacionales. El papel del estado israelí en el apoyo a las dictaduras de nuestro continente muestra la larga asociación entre el sionismo y el imperialismo, con consecuencias muy graves hacia nuestra región.
Un escenario en constante movimiento
Por supuesto, hay avances y retrocesos en las experiencias de organización de nuestros pueblos para luchar contra los gobiernos más reaccionarios, y la situación no es igual en los distintos países. Hay enormes diferencias históricas entre la resistencia palestina y la conflictividad en el mundo árabe y la identidad nuestroamericana. Pero también es importante analizar las similitudes y las potencialidades de nuestras identidades históricas.
Nuestro continente y el mundo árabe son dos de las regiones del mundo con identidades propias como región (idioma, cultura, historia, tradiciones e identidades). En ambas regiones, el imperialismo, en particular el norteamericano, ha dominado desde hace décadas con distintos argumentos geopolíticos (desde América Latina como su “patio trasero” hasta el “terrorismo musulmán”, que los habilitaría a su disciplinamiento militar). La unidad social y política de los pueblos de Nuestra América es una necesidad actual con profundas raíces históricas, y lo mismo ocurre entre las poblaciones del mundo árabe. El internacionalismo para nuestros pueblos no consiste solamente en la imprescindible solidaridad con cada lucha, sino en aprender de nuestras experiencias y unificar una perspectiva política común contra el capitalismo depredador, las burguesías locales y el imperialismo.