18/11/2021
Finalmente concluyeron las elecciones legislativas de 2021. Una paradoja es que la conducción del Frente de Todos consideró que fueron un “triunfo”, en las palabras de Alberto Fernández, sustentado principalmente en haber disminuido la diferencia en la provincia de Buenos Aires. La realidad va más allá de las interpretaciones: en un escenario complejo, marcado por el desinterés y el descontento crecientes con el sistema político, ganaron las opciones más dispuestas a acordar con el FMI una “renegociación” favorable al capital financiero y el imperialismo. Sin embargo, ese descontento popular, expresado en parte en la baja participación electoral y también en el voto al FIT Unidad, deberá transformarse en organización popular de masas contra el mayor ajuste en nuestras condiciones de vida que llegará con el acuerdo con Fondo y el “plan plurianual”…de pagos de una deuda ilegítima y odiosa.
El triunfo de la coalición derechista de Juntos por el Cambio (o Cambiemos, o Juntos, o el nombre de cobertura que utilice el frente más vinculado al gran capital y el imperialismo yanqui) fue claro: obtuvo más del 40 de los votos válidos, ganó en los territorios con mayor población (la provincia de Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos), y según el escrutinio provisorio está prácticamente igualando en la representación en la cámara de Diputados y consiguió que el FdT perdiera la mayoría propia en la Cámara de Senadores. Sin embargo, no ha ampliado su base electoral comparada con la elección presidencial que perdió en 2019. Es decir, en general no gana por su propio crecimiento, sino por la crisis del Frente de Todos (que es, en buena parte, la crisis de representación del peronismo en la clase trabajadora y los sectores populares).
En relación a las PASO de septiembre, el Frente de Todos recuperó votos en la provincia de Buenos Aires (donde perdió por 1,5%), especialmente en el conurbano, y ganó en dos provincias que había perdido (Chaco y Tierra del Fuego). Es evidente que la postura que acordaron en los sectores dirigentes del FdT después de la derrota en septiembre fue girar aún más hacia la derecha y el acuerdo con el poder real que domina en nuestro país desde hace décadas (la gran burguesía multinacional y local, el capital financiero y el agronegocio, el imperialismo). El discurso del propio Alberto Fernández llamando a un acuerdo para un “plan plurianual” (sin mencionar con claridad el pago al Fondo…porque no se menciona a la soga en casa del ahorcado) es una nueva profundización de esta política conciliadora con los de arriba, que aumenta la bronca y el descontento entre las y los de abajo.
Comparada con las PASO, la participación electoral fue mayor, cercana al 73% del padrón, pero aún así fue la elección legislativa con menor participación desde el inicio de los gobiernos constitucionales en 1983. Sin embargo, no ha sido una caída tan pronunciada como podíamos prever teniendo en cuenta el descontento y la decepción creciente en sectores populares que habían votado a les Fernández para terminar con el ajuste antipopular del macrismo. Entendemos que es imprescindible medir, con el mayor acierto posible, el estado de ánimo popular que se refleja en las calles, en los barrios y en los lugares de trabajo.
El Gobierno del FdT invoca la crisis de la pandemia y de la herencia macrista como problemas principales. Ambas cuestiones son ciertas, pero en verdad su política para sobrellevarlas fue la conciliación permanente con los de arriba, y de tibias concesiones hacia las mayorías populares. La mayor parte de las “ayudas sociales” fue destruida por el poder de las empresas “formadoras de precios”, que siguen ganando guita en pala.
El surgimiento de un bloque ultra derechista, liberales en el sentido del plan económico de la dictadura y con un discurso tan represivo y retrógrado en derechos sociales como en esos años nefastos, es un dato muy preocupante en dos sentidos: por los votos conseguidos por ese bloque “liberal” (más del 17% en CABA, y el 7% en la provincia de Buenos Aires), pero sobre todo porque lleva el discurso político de las coaliciones principales (de Juntos y también de sectores de Todos) cada vez más a posiciones reaccionarias y antipopulares.
Con el tiempo, se verá si logra extenderse más allá del área metropolitana o no, si se consolida como una tendencia ultrarreaccionaria permanente, o si actúa como un ala derechista dentro de “Juntos por el Cambio”. Las políticas de estas corrientes en los países capitalistas de mayor desarrollo (en Estados Unidos y en Europa) han fluctuado entre ambas tácticas.
El voto a la izquierda en perspectiva
El dato más positivo fue el aumento del voto a la izquierda, con el FIT Unidad superando el 6 % a nivel nacional y quedando como tercera opción (aunque muy lejos de las dos coaliciones principales). El FIT-U consiguió cuatro diputades nacionales (Myriam Bregman en CABA, Nicolás Del Caño y Romina Del Plá en la provincia de Buenos Aires, y Alejandro Vilca en Jujuy), y sumó otros cargos importantes a nivel provincial y municipal. Hay elementos muy significativos en esta actuación electoral: la enorme elección en Jujuy (donde se consiguió una votación del 25%, superando al PJ y al FdT en la propia Capital provincial, en Humahuaca y Palpalá), y la elección en el conurbano bonaerense, un territorio histórico del peronismo y del kirchnerismo, donde en la zona sur y oeste el promedio electoral estuvo entre el 7 y el 8% de los votos, obteniendo por primera vez representación en varios Concejos Deliberantes (La Matanza, Moreno, Merlo, muy posiblemente en Morón y Florencio Varela).
Entendemos que nuestra postura de apoyo crítico al FIT Unidad, que desarrollamos junto a otras organizaciones y compañeres de nuestra izquierda (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/10/18/votamos-y-llamamos-a-votar-al-fit-unidad/), fue un acierto, y nos permitió dar el debate político compañero con sectores organizados o no de nuestro pueblo.
Tanto en los barrios de Jujuy como en los territorios obreros y populares del conurbano, es un dato central que un sector de votantes que en general votan al peronismo haya apoyado una salida por izquierda de la difícil situación que atravesamos. Sin dudas, el papel de los movimientos territoriales del FIT Unidad, como el Polo Obrero, y de otros movimientos populares (como el FPDS Corriente Plurinacional en Palpalá y en otros distritos de Jujuy) fue un factor destacado en esta llegada de las posiciones de la izquierda del FIT a los sectores más empobrecidos de nuestro pueblo.
Si ese apoyo se transforma o no en una integración más “orgánica” a posiciones de izquierda, populares, antiimperialistas, dependerá tanto de cómo se desarrolle la crisis del peronismo como de la amplitud política de las fuerzas de la izquierda y su capacidad de ofrecer una alternativa tangible. La mayor responsabilidad recae en las direcciones de las corrientes que integran el FIT Unidad en el sentido de darse una política de apertura hacia el conjunto de las tradiciones populares y de izquierda en nuestro país, de sostener una política frentista real que trascienda el plano electoral. Se trata de transformar la crisis de representación del peronismo en consolidación de una fuerza alternativa.
Desde el MULCS hemos analizado, en distintas ocasiones, la falta de capacidad para ampliar el diálogo con nuestro pueblo trabajador como uno de los déficits del FIT, como un rasgo sectario. No sabemos de antemano cuál será la política que adopten, pero sí podemos señalar que sin esa amplitud, sin conocer las experiencias populares, obreras, de nuestros pueblos originarios, de los amplios movimientos territoriales que existen en nuestro país, se limitará la posibilidad de convertir una muy buena elección en una tendencia más profunda y permanente.
Por supuesto, la buena elección del FIT no debe desviarnos del resultado general de estas elecciones: se avizoran tiempos aún más duros para las mayorías populares. No olvidamos que la mayoría de nuestro pueblo trabajador votó al Frente de Todos o a “Juntos por el Cambio”, y en menor medida a la opción ultraderechista de los falsos “libertarios”.
La deuda eterna es un condicionante político y económico: El FMI a pleno con sus exigencias
Más allá de los debates y chicanas entre las coaliciones principales, el poder real lee los resultados electorales como un avance para mejorar aún más sus condiciones de dominación económica y política sobre nuestro país y sobre nuestra clase trabajadora.
Desde ese análisis, el FMI ve condiciones para que la “renegociación” de la deuda ilegítima e ilegal contraída por el Gobierno macrista sean aún más favorables a sus intereses. Recordemos que la deuda de la Argentina con ese organismo financiero internacional es superior al 60% de todos los préstamos otorgados por el Fondo a distintos países, y que el segundo país con mayor porcentaje llega al 13% (Ecuador, que carece de moneda propia desde hace años por la política de…Cavallo). En ese sentido, el acuerdo al que llegue el Fondo con el Estado argentino será ejemplificador para la política general de este organismo: ceder demasiado será visto como una señal de debilidad del poder norteamericano (en tiempos en que China amenaza su predominio económico a escala global), pero ser demasiado duros puede originar un “default” no deseado ni por el poder financiero, ni por las fuerzas políticas mayoritarias en nuestro país (el llamado “Partido de la Deuda”). EEUU tiene poder de veto en cualquier acuerdo con el Fondo por contar con el 18% de los votos en su directorio.
El discurso de Alberto Fernández del domingo 14 de noviembre, antes de conocerse los resultados electorales, llama al conjunto de los sectores del Frente de Todos y a las fuerzas de “Juntos por el Cambio” a un acuerdo “de Estado” por la deuda con el Fondo y un plan económico claramente asociado al plan de pagos y condicionamientos que se acuerde. No es un “plan plurianual” de recuperación económica y social de la Argentina, al estilo de los planes quinquenales del primer peronismo o de la planificación estatal norteamericana y soviética en los años 50 del siglo pasado. Por el contrario, es un nuevo plan de dominación económica y política, que agravará aún más el carácter dependiente de nuestra economía.
Desde la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago e Investigación de la Deuda, que integramos activamente, seguiremos construyendo la mayor unidad popular contra la deuda eterna, sabiendo que esta pelea es central para nuestro futuro como pueblo y como país.
La reforma laboral antiobrera
Con una lectura similar de la situación política, el gran empresariado, junto a sus voceros mediáticos y políticos (desde Clarín y La Nación hasta “Juntos” y el massismo), viene proponiendo como salida a los problemas laborales que sufre nuestro pueblo una reforma laboral, que abarate sus “costos laborales”, sea mediante la eliminación de las indemnizaciones por despido con la que hicieron campaña dirigentes del PRO y la UCR, y/o rebajando aportes patronales y subsidiándoles buena parte de los salarios a las empresas que contraten beneficiaries de planes sociales, como lo impulsan sectores del Gobierno, pese al rechazo de las organizaciones territoriales oficialistas. Por supuesto, saben que esa reforma no creará más empleo genuino, sino mayor precarización laboral y salarial, y ese es un objetivo constante para los de arriba en nuestro país.
En una comparación simple, la Argentina tiene aproximadamente la misma cantidad de trabajadoras y trabajadores en el sector privado formal que en 1975, pero la población de nuestro país se ha duplicado: es decir, tenemos la mitad de empleos formales que hace casi cincuenta años. Por cierto, esto no significa una disminución en el número de nuestra clase trabajadora. Por el contrario, implica que más de la mitad de nuestra clase está precarizada, sub-empleada, o desocupada. Ante cada momento de profundización de la crisis, el gran capital ve una oportunidad para mayores ganancias a corto y largo plazo.
Para avanzar en estos planes antiobreros se basan en la fragmentación estructural que consiguieron de nuestra clase en varias décadas de ofensiva empresarial (entre trabajadoras y trabajadores formales, “monotributistas” y precarizades, sub-empleades y desocupades).
Resistencia y organización popular, masiva y desde abajo
Para evitar que el poder real, con la colaboración ahora explícita y abierta del propio Gobierno, nos haga pagar una mayor profundización del ajuste contra el pueblo trabajador, es imprescindible avanzar en luchas masivas y populares, lo más unitarias y amplias que sea posible, proyectando en un polo popular unido y fuerte las cientos de luchas parciales que se desarrollan todos los días (por Tierra y Vivienda, contra los femicidios y la violencia patriarcal, contra la precarización laboral y los salarios de hambre, por los derechos básicos de los sectores más empobrecidos de la población).
Pero la necesidad y el deseo popular de acabar con todas las injusticias que sufrimos, requiere más que esa amplia unidad para la lucha. Nos exige coordinar más y mejor entre todas las corrientes populares y de izquierda, y sobre todo ser capaces de elaborar y construir colectivamente un programa de salida obrera y popular a la crisis que termine con la dependencia y con la sangría permanente de nuestras riquezas (poniendo fin al extractivismo dominante y a un modelo agroexportador al servicio de las multinacionales y el negocio sojero).
La experiencia de lucha de nuestra clase y de nuestro pueblo será nuevamente puesta a prueba en los próximos días. El descontento y la bronca crecientes, y el aumento del voto al FIT Unidad, deberán ser palancas para la mayor organización popular, desde abajo, que permita pararle la mano a los renovados planes de dominación de los de arriba. Con un Gobierno que agita la bandera blanca de la negociación con los que mandan, será imprescindible al mismo tiempo luchar unides con importantes sectores populares que apoyaron al FdT contra la agresión macrista, y que hoy se encuentran en crisis con ese frente político.
En medio de estas enormes dificultades y tareas, desde el MULCS seguiremos impulsando instancias de lucha y organización, de debate fraternal y sororo para encontrar una salida popular a la crisis permanente a la que nos llevan desde los poderes de la Argentina y el mundo. Desde abajo y a la izquierda, más temprano que tarde, construiremos una alternativa masiva y popular, feminista y antiimperialista, clasista y socialista, que pueda encarnar lo mejor de la experiencia de los pueblos de nuestro país y de Nuestra América.