octubre 2019
Las organizaciones sociales anunciamos que ante la falta de respuestas que den una solución real a las demandas por aumento salarial y nuevos puestos de trabajo, esta semana volvemos a manifestarnos para profundizar el reclamo.
En un contexto en donde la inflación y el aumento de los alimentos en particular suben a ritmos acelerados, el salario de los sectores más desfavorecidos se mantiene en 7500 pesos. Hacemos hincapié en el aumento salarial y los puestos laborales, ante la insuficiente respuesta del gobierno. El ofrecimiento es de unos miserables 1000 pesos en dos tandas, y se niegan a entablar tratativas por nuevos puestos de trabajo.
Es por eso que nuevamente salimos a exigir por nuestros derechos. Nadie vive con 7500 pesos.
Abajo el endeudamiento con el FMI y los bancos extranjeros
Medidas de emergencia para que la crisis no la pague el pueblo trabajador
Llamamos a todas las organizaciones sociales, sindicales y políticas en la más amplia unidad, para lograr trabajo para todxs y una suba real del salario que frene este saqueo a la población. ¡Ante la profundización de la crisis salimos a las calles!
¡La deuda es con el pueblo, no con el FMI!
¡El ajuste es violencia patriarcal!
¡Aumento Salarial ya!
¡Nuevos puestos de trabajo!
¡Sanción e implementación urgente de la Ley de Emergencia Alimentaria!
¡Políticas de género reales y con presupuesto acorde!
¡Fabrica que cierra, fabrica que se recupera por sus trabajadores/as!…”
Frente de Organizaciones en Lucha- FOL/Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional/MTD Aníbal Verón/Frente Popular Darío Santillán/Federación de Organizaciones de Base – FOB Buenos Aires/MTD Oscar Barrios/Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social (MULCS)/Izquierda Latinoamericana Socialista/Movimiento 8 de abril/MRP/Frente Arde Rojo y COPA en Marabunta/MTR por la Democracia Directa/Igualdad Social/Movimiento de los Pueblos”
Desde fines de julio, pero en especial durante agosto y septiembre, se agudizó el conflicto a partir de la situación desesperante en los barrios populares por la inflación y el hambre que crecen. El comunicado precedente de nuestro Frente de Lucha puso en claro cuáles eran las demandas.
Seis semanas consecutivas con jornadas de lucha que agudizaron la tensión, más aun después del 11 de agosto donde se puso en superficie que la contundencia del voto popular en estas PASO políticamente destituyó a un presidente sin poder formalmente elegir otro.
Esa situación evidenció que las negociaciones con el Gobierno, siempre en medio del conflicto, se llevaban a cabo con un “muerto político”, pero con la capacidad de no ceder en su programa de ajuste.
Si bien se obtuvo un mínimo aumento en los planes, más un bono de $2000 que se pago el 30 de septiembre y la normalización de las bajas de compañeres en distintos programas (ya que nunca esa normalización es automática), en la manifestación al Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil nuevamente se confirmó que hay un plan de ajuste en marcha (como la devaluación post PASO nos lo recuerda) que tiene capacidad de navegar en aguas turbulentas, y que la “Doctrina Octubre” de gobernabilidad que el peronismo sigue pregonando y garantizando es el remedio que necesitaban y que esperan seguir aplicando incluso con el próximo Gobierno.
En el marco de estas jornadas, el Congreso, que no está funcionando, con la aprobación unánime de todos los bloques, aprobó la Ley de Emergencia Alimentaria, un objetivo político que fogoneó el triunvirato Cayetano (CTEP, CCC, Somos Barrios de Pie), pero que fue una lucha de todo el movimiento territorial. El oficialismo la votó porque era parte del bálsamo ante tanta tragedia humana y garantizaba la “transición controlada”, a lo que las fuerzas del triunvirato supieron corresponder planchando desde agosto el conflicto todo lo que estuviera a su alcance. La Ley en sí misma no es un gran avance, y ni siquiera entra en vigencia todavía. Pero sirvió para denunciar una vez más el hambre y el desastre social de la política del FMI y de Cambiemos.
Es importante señalar la enorme disposición a luchar de miles y miles de compañeres en todo el país. Fueron masivas concentraciones en la Capital y en las provincias, con medidas de acción directa contundentes aun en el marco intimidatorio de un amplio despliegue de fuerzas represivas, que reprimieron el acampe de la Avenida 9 de Julio durante la jornada del 11 de Septiembre.
Al margen de los aciertos o errores de las conducciones piqueteras en la toma de decisiones o las distintas valoraciones de los momentos de la lucha, lo concreto es que las masas, por ese olfato popular habitual, entendieron que era el momento de golpear en las calles al Gobierno enemigo de les trabajadoras y trabajadores, responsable del ajuste, la miseria y la desocupación.
El escenario planteado condicionó políticamente a todos los sectores y cada quien hizo su juego intentando desmarcarse o acentuando su perfil político en el marco del conflicto. Por supuesto, esas posturas anticipan conductas para el futuro que se acerca, el Gobierno negando los reclamos y reprimiendo, el candidato del Frente de Todos diciendo que no es lo conveniente acentuar el conflicto en las calles, y la CGT?, de nuevo en silencio. Todos los partidos burgueses poniendo el centro del discurso en el hambre y votando la Ley de Emergencia Alimentaria como diciendo “ya cumplimos”. Lo real es que el centro de la disputa política y de clases se trasladó a las calles.
Esta intensa e importante lucha de seis semanas también nos deja enseñanzas para el futuro. Se requiere coherencia política, organizativa y de acción para producir éxitos en nuestros reclamos. Las medidas que emprendamos deben ser un plan, con momentos, con avances y también con retrocesos, puede que haya pausas y luego nuevamente emprender la lucha, necesitamos combinar formas diferentes de las acciones para no repetirnos. No se trata de golpes mediáticos ni sólo de reivindicaciones inmediatas por justas y urgentes que éstas sean, se trata del Cambio Social y por cierto es necesaria una mejor utilización de la prensa y la propaganda, requiere solidaridad entre los actores y de otros actores obreros y populares, requiere fijar criterios de éxito a mediano plazo, y no puede desentenderse de la valoración política de cada momento ni de los objetivos estratégicos que pregonamos.