31/5/2019
Escrito para el acto por los 50 años del Cordobazo, realizado el viernes 31/5/2019, en ATE Nacional.
María de los Ángeles Troitiño / Pablo Goodbar, Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social
Como suele ocurrir, la conmemoración de los 50 años del Cordobazo, esa gran rebelión obrera y popular contra la dictadura de Onganía, nos sirve para trazar balances del pasado, analizar el presente, y también para ver cómo proyectamos propuestas hacia adelante. Los artículos y reflexiones escritos en estos días por compañeres de distintas tradiciones de la izquierda y del movimiento popular dan cuenta de la existencia de preocupaciones similares en amplios sectores de la militancia y del activismo.
1.
El Cordobazo fue un punto de inflexión en el ciclo de la lucha de clases de los 60 y 70, en el medio de otras rebeliones populares (los “azos”, en Tucumán, Rosario, Mendoza, Corrientes, El Chocón, etcétera). El largo ciclo de avance y radicalización de las luchas obreras y populares tiene su origen a finales del segundo gobierno de Perón (en las protestas contra la concesión petrolera a la empresa California, o los cuestionamientos al Congreso de la Productividad de 1954), y se potencia enormemente con la Resistencia Peronista, que abre un nivel de autoorganización obrera y popular a mayor escala.
Ese marco de mayor politización en sectores crecientes de nuestra clase trabajadora y nuestro pueblo derivó en que la construcción de una sociedad socialista fuera una cuestión concreta para miles y miles en nuestro país, y por supuesto posibilitó la conformación y el crecimiento de distintas corrientes de una “nueva izquierda” con objetivos revolucionarios en esa época. En el caso de Córdoba, como en La Plata y en otros grandes lugares de concentración universitarias, el movimiento obrero clasista se unió con el crecimiento de un movimiento estudiantil, que generó una relación de ida y vuelta, de intercambio de ideas y prácticas. Esa mezcla fue central en la unidad obrero – estudiantil conseguida en el Cordobazo.
La dictadura genocida iniciada en 1976 vino centralmente a terminar con ese ciclo de alzas de la lucha de masas, uno de cuyos puntos más altos fueron las Coordinadoras de 1975 y la inmensa huelga activa que obligó a López Rega y a Celestino Rodrigo a huir del país. Sólo con altísimos niveles de represión ejercidos por el Estado, el imperialismo y el gran capital financiero pudieron derrotar a la experiencia popular más avanzada en la Argentina del siglo XX.
2.
El Cordobazo se inscribe también en un ciclo internacional de luchas obreras y populares, de procesos de de independencia y de liberación en Asia y África, en los años de la guerra de Vietnam, en la fuerza del movimiento afroamericano en EEUU, y en un poderoso movimiento estudiantil contestatario en Europa y en el propio centro del imperialismo yanqui. Por supuesto, en Nuestra América es fundamental la influencia de la Revolución Cubana.
Frente a estos avances en la consciencia y la organización popular, se desarrolló la contraofensiva de EEUU, que en nuestro subcontinente se expresó con las dictaduras militares y el Plan Cóndor. Ese momento también coincide con el peso hegemónico del capital financiero en el planeta, que desde el punto de vista político expresa la intención del imperialismo y los monopolios de disminuir a la clase trabajadora industrial tanto en su cantidad como en su acumulación de experiencias combativas.
3.
Dese esa perspectiva, el Cordobazo fue una gran protesta activa contra los monopolios, que antes y ahora quieren dirigir el destino de nuestro país y de nuestro pueblo. Fue un altísimo ejemplo de unidad entre el movimiento obrero, el movimiento estudiantil y el conjunto de los sectores populares de la época.
En un contexto diferente, la política de Macri es similar a la dictadura de aquellos tiempos: disciplinar al pueblo trabajador; terminar con los derechos conquistados por las mayorías populares; reforzar la posición dominante de las multinacionales y los sectores de la gran burguesía local que fueron y son sus socios. Hoy como ayer, resignarse a gobiernos donde los monopolios y el imperialismo jueguen un rol principal es resignarse a sus planes de miseria y represión contra el pueblo. Para combatirlos y construir una alternativa poderosa, la unidad que necesitamos para derrotarlos es amplísima, y su eje central pasa por terminar con el poder del FMI y el imperialismo.
4.
Agustín Tosco cumplió un rol central en el Cordobazo, y también durante toda esa etapa del movimiento sindical de liberación en Córdoba y en todo el país. Del Gringo rescatamos su clasismo inclaudicable, su política centrada en derrotar a los monopolios y a los enemigos de nuestro pueblo, y también su amplitud, esa capacidad de construir alianzas amplias con los distintos sectores del movimiento sindical, y también de ser claros para convencer a las mayorías, no sólo al activismo ya convencido. El clasismo y la amplitud de Tosco, y de otrxs dirigentes y dirigentas del Cordobazo, permitieron que el Cordobazo tuviera esa masividad y esa combatividad. Como ocurre con las grandes luchas que se tornan masivas, el Cordobazo partió también de las reivindicaciones inmediatas y concretas de las y los laburantes cordobeses, y se proyectó en tomar las necesidades de amplios sectores del pueblo.
Por cierto, la existencia de grandes concentraciones de obreros industriales en Córdoba permitió el desarrollo de organizaciones sindicales poderosas, y el histórico centralismo porteño (que se expresa hasta hoy en las principales direcciones sindicales) posibilitó también un mayor grado de autonomía e independencia del movimiento obrero cordobés. Sobre esas condiciones, se desarrolló el clasismo de la provincia, que ayudó a desplegar la conciencia de clase en toda una generación obrera en nuestro país.
5.
Hoy, cuando la marea verde del movimiento de mujeres y disidencias sexuales toma cada día más fuerza en nuestra sociedad, no es casual que aparezcan las versiones completas de las fotos históricas del Cordobazo, completamente nuevas para nosotres: ahora nos muestran el protagonismo de mujeres dirigentas en el Cordobazo. La nueva foto del Cordobazo, que recupera la militancia de tantas compañeras, está en el afiche del reciente acto que convocamos junto a varias organizaciones compañeras para conmemorarlo. Este redescubrimiento, que debemos a la periodista y fotógrafa cordobesa Bibiana Fulchieri, es un símbolo de estos tiempos.
Se trata de volver a pensar la historia, nuestra historia, con todes adentro, sin excluir a la mitad de la humanidad. Y desde la perspectiva revolucionaria, se trata de entender que es una lucha central, no accesoria ni adicional. Sin feminismo no hay socialismo.
6.
El gobierno de Macri constituye un ataque gigantesco del imperialismo y las grandes patronales contra nuestro pueblo trabajador. A pesar de las limitaciones y las traiciones de distintas direcciones sindicales burocráticas, en especial de la cúpula de la CGT, hemos resistido esta ofensiva. De hecho, la movilización contundente contra la reforma previsional en diciembre de 2017 le puso un freno a la reforma laboral, y comenzó una etapa de decadencia del gobierno de Cambiemos ante los ojos de nuestro pueblo.
La tregua política y sindical decidida por las cúpulas sindicales desde febrero de 2018, con el apoyo de la Iglesia de Bergoglio, contribuyó a diluir la potencialidad de la lucha de masas en las calles, y definió como central el recambio electoral “en relativa calma”. La crisis financiera, la fiesta de la fuga de capitales, que se desplegaron desde marzo de 2018, abrieron paso después al retorno, con todo su poder, del FMI e incrementaron la histórica dependencia de nuestro capitalismo.
Pero en las acciones de diciembre de 2017 resurgieron, como en cada rebelión en nuestro país, los aires de confrontación directa del Cordobazo.
Para nosotres, sentir el camino del Cordobazo es organizar siempre la lucha popular, intentando pensar en las necesidades de las mayorías. El pasado 29 de mayo, en el marco del paro nacional convocado por la CGT para “descomprimir”, protagonizamos un importante acto y corte de ruta en el Puente La Noria, con más de 2.000 compañeros y compañeras. El rasgo distintivo es que fue convocado por una amplia Coordinadora de organizaciones populares; fue forjado en asambleas y plenarios, lo que aseguró la presencia masiva de colectiveros en lucha, compañeros de fábricas y empresas de la zona en conflicto, estatales, docentes, movimientos territoriales y estudiantes terciarios y secundarios. Los homenajes son también actos de lucha, que intenten ganarles peleas concretas a las patronales y al Estado, esbozando las políticas unitarias, democráticas y combativas que permitan avanzar a nivel de masas en protagonismo y en conciencia.
7.
El Cordobazo es también una punta muy útil para pensar la realidad actual, sus potencialidades y sus limitaciones: la organización y la lucha de masas, la construcción de experiencias de poder popular, la necesidad de la lucha por el poder contra el imperialismo y el capital financiero. Por cierto, el contexto internacional y nacional ha cambiado mucho en estos años. El poder de nuestros enemigos se ha concentrado en menos manos y a la vez se muestra más difuso, menos claro, ante los ojos de las mayorías populares. Pero creemos que los elementos que mencionamos mantienen su vigencia, su potencialidad transformadora.
Desde nuestra perspectiva, necesitamos una izquierda amplia y popular, antiimperialista y latinoamericanista, feminista y clasista, anticolonialista y socialista, con vocación de masas y de poder. Una izquierda que construya, sin mezquindades, un amplio frente de las distintas tradiciones y organizaciones revolucionarias y de izquierda, que sea útil para la disputa electoral, pero cuya tarea central sea construir un polo de fuerza amplio anticapitalista y antiimperialista, que no se resigne a elegir eternamente el mal menor entre el neoliberalismo salvaje y las propuestas neodesarrollistas del capitalismo “con rostro humano”.
8.
En nuestro país tenemos una inmensa tradición de rebeliones populares: desde Chacho Peñaloza y la resistencia a participar en el genocidio contra el Paraguay, la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde, el 17 de Octubre, la Resistencia peronista, el Cordobazo y las luchas de los 60 y 70, la rebelión y la organización de nuestro pueblo desocupado en los 90, la rebelión de 2001, y tantos otros momentos de nuestra historia popular.
En toda esa historia participaron organizaciones de trabajadores y trabajadoras, nuestros pueblos originarios y el movimiento campesino, los movimientos territoriales con más de veinte años de lucha encima, las asambleas obreras y barriales, el movimiento de mujeres y disidencias sexuales que hoy está revolucionándolo todo. En la historia de estos momentos están condensadas todas las experiencias y todas las luchas de nuestros pueblos.
De esas luchas surgieron, en distintos momentos, gobiernos que, condicionados por la participación popular, produjeron mejoras en las condiciones de vida de la mayoría de nuestra sociedad. Pero estos avances chocaron contra la oposición de los sectores dominantes, aliados permanentes del imperialismo. También se vieron ante las limitaciones ideológicas y políticas de direcciones que tienen su eje político en la construcción de burguesías nacionales y que sostienen a la conciliación de clases como idea permanente. Superar las posturas históricas del peronismo significa que el pueblo trabajador vaya más allá en la práctica concreta, y que podamos proyectar las rebeliones combativas y masivas a experiencias de poder de las y los de abajo, sin el patronazgo de nuestros “burgueses nacionales”.
9.
Desde el Movimiento de los Pueblos – Por un socialismo feminista desde abajo, nos planteamos potenciar el protagonismo popular, partiendo de nuestra historia de rebeldías y luchas, desde las asambleas populares en cada barrio, en cada lugar de trabajo y de estudio, el protagonismo de las y los de abajo, para construir un programa que dé respuesta concreta a las necesidades y a los sueños de nuestro pueblo. Un programa que comience con la ruptura de los acuerdos con el FMI, que termine con nuestra dependencia histórica, que busque controlar los recursos de nuestro suelo, la energía, el gas y el petróleo, el control de la banca y del comercio exterior, que potencie nuevas formas de participación popular para que sea el pueblo quien delibere y gobierne, que lleve al frente todos los reclamos del movimiento de mujeres y de disidencias sexuales, que construya una unidad latinoamericana real y concreta para unificar recursos y posibilidades, y para resistir juntes el poder del imperio.
Desde las luchas en las calles, desde las asambleas de base, hay que proyectar la construcción de una Asamblea Popular Constituyente, que recoja todas las reivindicaciones sociales, económicas y políticas que demandan nuestros pueblos, en el camino de los cambios profundos que pensaron, sintieron y en parte conquistaron los pueblos hermanos de Bolivia, Venezuela, Ecuador, Cuba.
No entendemos a esa Asamblea Popular Constituyente como un paso mágico que resuelva, de una vez y para siempre, todos los problemas de nuestra sociedad, sino como parte de un camino estratégico para dar el debate de que hace falta construir una sociedad diferente, un debate que para ser fructífero tiene que contar con la participación de millones de habitantes de nuestra patria. Y que es imposible de separar de la lucha contra el poder del imperialismo, los monopolios y sus socios locales.
Con propuestas de transformación social profunda, con el protagonismo real de las y los de abajo, construyamos juntos el camino de la patria socialista y latinoamericana.