
21/7/2021
Con una nutrida delegación del MULCS, este 20 de julio participamos de una actividad convocada por la Asamblea de Colombianes en Buenos Aires, en solidaridad con la lucha de ese pueblo hermano y para denunciar la represión que se ha agudizado desde el inicio del Paro Nacional el 28 de abril pasado. Partiendo desde el Obelisco con antorchas y cánticos, se llegó hasta las puertas del Consulado de Colombia, donde se realizó una performance de Artistes Autoconvocades y una radio abierta en la que intervinieron personalidades y organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos argentinas y colombianas.

La fecha coincide con la conmemoración de la declaración de la Independencia de Colombia, independencia que, como coincidieron en señalar les oradores, no se ha consumado, y la feroz represión a los reclamos de su pueblo no hace más que confirmar la necesidad de continuar la lucha por una verdadera emancipación de la opresión imperialista. A estas mismas horas, en Colombia se desarrollan movilizaciones multitudinarias, fuertemente repelidas por las fuerzas estatales e ignoradas por los grandes medios de todo el mundo.
Así es porque –parece- que en Colombia está permitido matar, torturar, hacer desaparecer, violar todos y cada uno de los derechos humanos sin que implique un escándalo mediático mundial. No amenaza EEUU al gobierno lacayo de Iván Duque con enviar su maldita “ayuda humanitaria” a Colombia, ni con bloquear a ese Estado sin dudas dictatorial y genocida. Pareciera que no cuentan, que no valen, los más 70 mil desaparecides, los incontables y constantes asesinatos de líderes y lideresas sociales, las migraciones masivas obligadas por la violencia, los cientos de presas y presos políticos, los falsos positivos, todas ellas víctimas de una masacre que lleva décadas.

Como coincidieron en señalar les participantes, la represión no comenzó el 28 de abril y la lucha y la resistencia popular tampoco. Colombia tiene una tradición de lucha ejemplar, en la que todas sus expresiones, desde las más pacíficas hasta las más “berracas” (al decir local), han sido ferozmente reprimidas. No hubo real cese al fuego ni respeto de los Acuerdos de Paz con las organizaciones armadas como las FARC y el ELN, y tampoco con las fuerzas políticas que participaron o intentaron participar del juego electoral, muestra de ello son el asesinato del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán en 1948 y de los más de cinco mil integrantes de la Unión Patriótica a fines de los años `80.

La denuncia de esta masacre continuada, la necesidad de visibilizarla ante el cerco mediático y la reivindicación de la lucha de ese aguerrido pueblo fueron los ejes de esta actividad y de las que vendrán, las cuales nos comprometen desde la militancia antiimperialista, anticapitalista y también antipatriarcal, ya que como se denunció allí, las mujeres y disidencias sexuales están sufriendo en carne propia y como nadie el ensañamiento de la represión.
En esta actividad solidaria e internacionalista participamos distintas organizaciones políticas y de derechos humanos: MST, PO, FOL, Venceremos, SERPAJ, MULCS, y los capítulos argentinos de Marcha Patriótica y Congreso de los Pueblos. En un acto previo, al mediodía, la Misión Internacional de Solidaridad y Observación de Derechos Humanos había presentado su informe final en la sede de ATE Nacional.

Entre les oradores, representantes de esta Misión que viajó recientemente a Colombia coincidieron en señalar que a pesar de todo, el pueblo colombiano en las calles, su organización más o menos espontánea u organizada en las Primeras, segundas y siguientes líneas, demostraba una entereza, una resistencia y una tenacidad que contagiaba esperanza.

Esperanza que no es misticismo, sino el deseo y la voluntad de un pueblo dispuesto a dar batalla por una vida digna de ser vivida, y que necesita de esa solidaridad que es la demostración de la ternura de los pueblos hermanos.