Posted on: 28 junio, 2022 Posted by: MULCS Comments: 0

por MULCS

Publicado en «Darío y Maxi: 20 Junios», libro editado por Contrahegemonía y Herramienta, con la colaboración de Marabunta y MULCS»

El 26 de Junio es una fecha emblemática en la historia del movimiento de trabajadores desocupados, expresión del sector más dinámico en las últimas décadas de nuestro movimiento obrero y popular. Sus consecuencias sociales y políticas marcan hasta hoy el devenir de nuestro movimiento popular, en especial para todas las organizaciones que nos proponemos transformaciones revolucionarias en nuestro país y en Nuestra América.

Desde entonces, los distintos gobiernos se han dado políticas para contener y neutralizar al enorme movimiento popular que cuestionaba, de hecho,  el rol de un Estado que no tenía respuestas efectivas para los sectores más empobrecidos de nuestro pueblo. En ese sentido, las políticas públicas de asistencia social se han transformado en una verdadera política de Estado, con el doble objetivo de contener la situación social y de limitar a las organizaciones populares que actuamos en los territorios con objetivos de transformación profunda (el Cambio Social). A pesar de la cooptación política e ideológica de parte de los movimientos territoriales y del retroceso del movimiento popular en términos generales, los sucesivos gobiernos no han logrado impedir el desarrollo de movimientos territoriales con objetivos más avanzados, que cuestionamos el régimen de dominación del capital en las condiciones actuales (en trabajo, salud y educación, acceso a la tierra y a la vivienda), y logramos un trabajo mucho más extendido que entonces en los barrios más empobrecidos como consecuencia de décadas de ofensiva capitalista.

Para nosotres la disputa de sentidos del 26 de Junio es expresión de la disputa de ideas al interior del movimiento popular. Para las concepciones reformistas significó la emergencia de un nuevo sector social, que debía ser contenido y ayudado por el sistema político y social existente. Para muchas de nuestras organizaciones implicó ver la potencialidad transformadora y revolucionaria del sector más castigado de nuestro pueblo trabajador, y actuar para convertir esas potencialidades en fuerza social y política.

Desde nuestro punto de vista, que entendemos comparten otras organizaciones y compañeres del espacio político, las figuras y los ejemplos de Darío Santillán y Maxi Kosteki son claves en la conformación de una nueva tradición política y cultural, que rescate la historia de las luchas revolucionarias de etapa anteriores (especialmente de las décadas del 60 y 70), pero que la recree en una forma más vinculada a la realidad actual. El ejemplo militante de Darío ayudó a darle un carácter determinado a una parte numerosa del naciente movimiento piquetero: una nueva izquierda con objetivos revolucionarios, antiburocrática y antiimperialista, antidogmática, que tuvo (tuvimos) la capacidad de valorar al feminismo popular, a la lucha ambiental y antiextractivista, como partes fundamentales de la lucha popular.

La incorporación de estas propuestas y concepciones a un movimiento profundamente popular dio resultados interesantísimos, ayudando a “mezclar” esas propuestas al interior de sectores importantes de nuestro pueblo, y también a incorporarlas al conjunto de ideas de la izquierda y del movimiento popular en nuestro país, con un claro contenido de clase. Para superar la crisis en que se encuentra nuestra “nueva izquierda”, entendemos que será precisa analizar y pensar no sólo los límites y dificultades que tenemos, sino también las importantes perspectivas que abrieron estas ideas y formas en el movimiento popular de nuestro país.

Desde hace 20 años coexisten en los movimientos territoriales perspectivas políticas distintas. Un sector buscaba (y busca) como realizar reformas económicas y sociales que le den un espacio a los “desocupados”, “excluidos” o a la “economía popular” dentro del sistema general de representación social y política. Por supuesto, esta perspectiva reformista incluye la disputa por espacios de representación dentro del sistema, entendidos como espacios de poder para las y los de abajo.

Desde otra perspectiva, otras organizaciones intentamos dotar a los movimientos territoriales donde actuamos de una orientación transformadora: feminista y popular, antiimperialista e internacionalista, nuestroamericana y clasista, de masas y socialista. La representación política principal que buscamos no es dentro de las instituciones políticas del sistema, sino en la genuina construcción popular desde abajo, que disputa representación social y política para la clase trabajadora y el movimiento popular, con amplitud táctica e independencia estratégica.

En el campo popular, la disputa de sentidos se expresa entre las organizaciones que plantean negociar y obtener mejores, en muchos casos accediendo a ocupar porciones del aparato estatal para gestionarlas, o quienes nos planteamos hacer de la lucha reivindicativa un paso de aprendizaje de democracia popular, de las y los de abajo, con protagonismo de masas, que se oriente hacia una salida política superadora del capitalismo. Estas distintas vertientes no son nuevas, se expresan en cada movimiento de liberación popular y social, y se encuentran en cada momento de auge de luchas.

En este punto, son necesarias algunas aclaraciones muy importantes. En la lucha cotidiana estas perspectivas no siempre son visibles con claridad, y es fundamental impulsar la más amplia unidad desde abajo para luchar por las reivindicaciones más inmediatas. La disputa de sentido ideológico no debe ser limitante en la unidad en la acción, pero sí es preciso tenerla en cuenta a la hora de las unidades que busquen una perspectiva política estratégica.

Desde esta perspectiva, entendemos que un gran desafío es dotar a las diversas luchas populares actuales (donde los movimientos territoriales, el feminismo popular, las luchas ambientales y antiextractivistas, son los sectores más dinámicos y movilizados) de una perspectiva estratégica, de un programa de construcción colectiva que dé sentido y orientación a estas luchas y a la construcción del “poder popular” que necesitamos desarrollar con fuerza para hacer realidad la nueva sociedad que necesitamos. Desde esa concepción entendemos la consigna acordada en el Movimiento de los Pueblos: “Por un socialismo feminista desde abajo”.

Darío y Maxi son símbolo de esa juventud militante que se rebela contra las injusticias, de su resistencia con rebeldía y audacia

A 20 años del 26 de junio de 2002, para construir la fuerza necesaria para plantearnos cambios de fondo seguimos apostando a la unidad del activismo y de la masa, a la movilización del pueblo y de nuestra clase, para hacer realidad las consignas de entonces: Trabajo, Dignidad, Cambio Social.

Darío Santillán y Maximiliano Kosteki son figuras claves en la lucha popular de los últimos veinte años. Encarnan la lucha de nuestros barrios, de un activismo juvenil que lucha por un mundo que sea diferente, en el mundo del trabajo, del estudio y en los barrios populares. Son símbolo de esa juventud militante que se rebela contra todas las injusticias, y se potencia en su resistencia con rebeldía y audacia.

La figura de Darío Santillán expresa también el surgimiento de un dirigente popular, surgido de la experiencia de dos barrios del conurbano sur (de Don Orione, en Brown, a La Fe, Lanús). Es también un símbolo de formación de nuevas camadas de dirigentes y dirigentas populares. Su potencialidad como militante fue destruida por el asesinato y la represión estatal, pero su ejemplo puede y debe empoderar a cientos de jóvenes compañeres de nuestros barrios. La formación de estas dirigentas y dirigentes surgidos del pueblo trabajador es una tarea estratégica para nuestras organizaciones.

El ejemplo de Darío y Maxi, de la fuerza militante y del trabajo artístico, debe ser un ejemplo para las nuevas generaciones que se suman a la lucha popular con objetivos revolucionarios. Sus ejemplos son un camino para miles de chicas y chicos de nuestros barrios, para transformar la bronca en rebeldía organizada, en fuerza consciente de las y los de abajo.

Como las y los 30.000 compañeres detenides – desaparecides, como todes les luchadores caídes en más de un siglo de luchas obreras y populares, les caídes en más de cinco siglos de resistencia contra el colonialismo, como todes les caídes en las luchas piqueteras y obreras de estos años (Teresa Rodríguez, Víctor Choque, Aníbal Verón, Javier Barrionuevo y otres compañeres), Darío Santillán y Maximiliano Kosteki son y serán parte de esos héroes y heroínas de nuestra clase y de nuestro pueblo que vivirán en cada lucha futura en nuestro país.

En cada lucha ellos están…y con la patria liberada volverán.