Posted on: 24 julio, 2013 Posted by: MULCS Comments: 0

América Nuestra N°1 – Año 1- julio 2013 – Editorial

El gobierno celebró sus diez años con un multitudinario acto y festival artístico en la Plaza de Mayo. Entre otros artistas populares cantaron Silvio Rodríguez, Fito Páez y desde Venezuela la Orquesta Simón Bolívar. Hubo mucho simbolismo en las intervenciones artísticas, haciendo referencias audiovisuales a Perón, Evita, Chávez, Néstor Kirchner, y a los responsables políticos y militares de la dictadura militar. Esta puesta en escena impuso un tinte progresista en la actividad, acorde con la épica del gobierno en estos últimos tiempos y con buena parte de los sectores movilizados en la Plaza.

La Cámpora, los diversos colectivos que están en Unidos y Organizados, junto con los sindicatos de la CGT y la CTA oficialistas y los gobernadores e intendentes, movilizaron con fuerza para este día. También asistieron muchos sectores de trabajadores y populares fueron organizados en grupos desde sus lugares de trabajo, estudio y vivienda. La gran cantidad de público no encuadrado, principalmente sectores de los denominados de capas medias, en parte asistieron atraídos por los números artísticos, pero hay que reconocer que no fue sólo por eso; esa fracción de la población también está contenida por los grandes ejes de la política del gobierno tales como: los juicios por DDHH, el cambio de la Corte Suprema, la Ley de medios audiovisuales, el matrimonio igualitario, la posición internacional, los contiene.

No faltaron en las columnas jóvenes y habitantes de las barriadas, fundamentalmente desde los intendentes del conurbano y agrupaciones sociales, donde los planes sociales, la AUH, y toda una batería de planes y programas sociales, educativos y culturales, e incluso determinados planes de obras públicas, suelen tener más llegada concreta que los discursos.

Por derecha y por “izquierda” se cuestiona la asistencia de muchos manifestantes en colectivos, como si hubiesen sido “arriados” por los punteros. Que pudo haber algo de ello no puede dejar de ser cierto, más eso sería subestimar la capacidad de inserción del gobierno en amplios sectores populares.

Buena parte de la militancia que se define kirchnerista o cristinista participó del acto de manera eufórica -fundamentalmente sectores que no provienen del peronismo- y dentro de ella grandes franjas de jóvenes, para quienes este gobierno expresa lo máximo a lo que podrían aspirar. Sobre todo cuando la «militancia» se reduce esencialmente acompañar al gobierno, su discurso, sus medidas «progresistas», asistir a determinados actos políticos culturales y nutrirse de la intelectualidad organizada en Carta Abierta o la que se expresa en 678.

Son sectores democráticos, de ideología pequeñoburguesa, para quienes este gobierno no sólo no es el menos malo, sino el mejor de todos, y que sostienen que mucho más no se puede hacer.

Si bien se manifiestan antiimperialistas, más bien antiyanquis, y se sienten contenidos en los nuevos vientos que soplan en Latinoamérica, en general, salvo determinadas organizaciones sociales con arraigo de masas, no son quienes están llamados a llevar una lucha antiimperialista consecuentemente. Es el nuevo posibilismo post 2001. Son quienes asumen que todo lo «progresista» realizado por el gobierno es per se de su factoría, y donde las luchas obreras y populares desde el menemismo hasta la rebelión popular de 2001 parecen no haber existido.

Por su carácter pequeñoburgués no pueden entender que la burguesía argentina, y los Kirchner- como equipo inteligente de la misma- no podía seguir gobernando de la misma manera. También en su falta de comprensión política desconocen que el neodesarrollismo que impulsa el gobierno nacional es un correlato de lo que se vive a escala internacional, desde principio del milenio en todos los países denominados emergentes y particularmente América Latina. Y que esta política n se asientan sobre la base de los pilares de las profundas transformaciones realizadas bajo el neoliberalismo.

La presidenta, en su discurso, realizó un balance de los 10 años de gobierno kirchnerista, calificándolos de “década ganada”, y convocó a “defender” su “modelo”, al que identificó con “la patria”, para “ganar otra década”.

La década… ¿ganada, perdida o empatada?

En estos días se ha debatido mucho sobre si década ganada, como dice el oficialismo, o década perdida, como expresa la oposición a la derecha del gobierno. Es interesante poder abordar un balance de lo que deja esta “década…..”, más lo que nos interesa señalar en estas líneas son los elementos fundamentales que a nuestro juicio hay que tener en cuenta, y no es ni más ni menos que la lucha obrera y popular.

Como lo expresamos en varias oportunidades somos quienes sostenemos que la lucha obrera y popular fue la que condicionó al gobierno a adoptar determinadas medidas denominadas progresistas. Reiteramos que la burguesía o al menos el sector que expresa el equipo gobernante, comprendió que en nuestro país luego de la rebelión popular del 2001 no se podía seguir gobernando como antes. Es desde aquí que nos paramos para decir que los trabajadores y el pueblo no debemos agradecerle a este gobierno que hayan llevado adelante algunas medidas, por las que hemos luchado, y seguiremos luchando.

Entonces para quienes nos afirmamos en aspiraciones revolucionarias deja como saldo el hecho que con la lucha se puede tumbar y condicionar gobiernos, como lo demuestra la historia política en general, y la más reciente en Argentina. Pero la ausencia de una alternativa política obrera popular impide que podamos encarar las batallas encaminadas a conquistar el poder popular. Ese poder, que en parte se construye día a día, no llega graciosamente por una dádiva de nuestros enemigos de clase, ni caerá en nuestras manos como una fruta madura. Por ello, conscientes de estos desafíos, nuestro pequeño colectivo político está dispuesto a aportar en la construcción de esa alternativa política, que garantice que algún día el porvenir de bienestar y felicidad que los trabajadores y el pueblo nos merecemos pueda transformarse en realidad.