Posted on: 24 julio, 2013 Posted by: MULCS Comments: 0

América Nuestra N°1 – Año 1- julio 2013 – Sociedad

por Salvador Yaco

«Es barro que busca la vida,

es agua que mezcla lo nuevo,

amor que se hace esperanza

en cada dolor del pueblo»

(Fragmento de la poesía «El Hombre Proyecto de Pueblo» de Monseñor Enrique Angelelli

Quienes formamos parte de la «Carpa de la Resistencia», nacida en la Pascua del 2002 en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, hombres y mujeres pertenecientes a comunidades cristianas, sacerdotes, religiosas y laicos en opción por los pobres, buscando ser fieles a nuestra vocación y misión recibidas de Jesucristo, frente a la realidad político-social-económica-religiosa y cultural de todo nuestro pueblo, nos venimos encontrando en el análisis y la reflexión comunitaria y pública, entre nosotros, con la sociedad y el estado santafesino.

La muerte violenta, injusta, prematura de nuestra gente cercana y querida, de los «brotes recientes» de Vida Humana que son nuestros pibes y pibas de los barrios en que trabajamos, impone una pausa necesaria para reflexionar y pensarnos como sociedad y cultura hacia un cambio inexorable.

Asistimos a una cuestión de «Vida o Muerte». Nuestros niños, niñas y adolescentes son los protagonistas a diario de dramas terroríficos: trata de menores, adicciones, «infancia robada», su crecimiento y maduración en situación de exclusión, su vida aceptada como valor relativo o carente de valor (¿y si me matan qué…?), quienes a diario y de continuo son «victimas» de olvido, abandono, pisoteo de sus derechos más elementales (derechos del niño), pasan a ser «victimarios» expuestos y condenados por una sociedad en gran parte de ella cristiana y católica. Los niños que estan «en peligro», pasan «a ser peligrosos», y los adultos ya no saben qué inventar «para protegerse» de ellos. Fina ironía y grotesca situación. Decía Jesucristo: «colan el mosquito y se tragan el camello». No podemos ni debemos seguir atendiendo sólo las consecuencias de todas las concentraciones de poder con sus secuelas de atropello, despojo y desigualdades. El origen de toda violencia, y de esta en particular, lo vemos en el sistema político-económico-social-religioso-cultural argentino que produce innumerables formas de exclusión: «Exclusion tanto en lo económico, como en lo social y cultural: . La gente de nuestros barrios está desocupada o trabaja en condiciones precarias, de injusta remuneración y con riesgos de vida.

Hay un alto porcentaje de niño/as y jóvenes sin posibilidades de futuro porque no tienen escolaridad o, por que el sistema educativo no logra contenerlos y ofrecerles lo que necesitan para proyectarse favorablemente en un trabajo digno.

En esas condiciones de vulnerabilidad, son tentados a una salida laboral más inmediata, cercana y mejor remunerada en el circuito de la comercialización de drogas ilegales.

Otra forma profunda de esta violencia estructural es reducir las personas a sujetos y objetos de consumo -. Los medios masivos y su maquinaria publicitaria, presionaron hasta hacer confundir «necesidad» con «deseo»; así las espectativas que desatan, en algun sector social se satisfacen y en una gran parte producen mucha frustración.

El resultado final de esta carrera alocada y contaminante se expresa en los excesos como el «alcoholismo», «tabaquismo» y «drogadicción» que termina consumiendo a los consumidores.

Este panorama presenta los rasgos de una cultura emergente:

Donde quedan ausentes los valores, códigos y pautas conocidas.

Donde se impone la violencia de género y la violencia armada.

Donde se destruyen los vínculos más directos como la familia y la vecindad.

Donde también se llega a ningunear a los pueblos originarios, quienes estaban mucho antes que todos en estas tierras, atropellando a nuestros hermanos de estos pueblos y despojándolos violentamente de todos sus derechos históricos.

En la que prevalecen el desprecio por la vida, la prepotencia y la intolerancia, capaz de amenazar toda forma de Vida y hasta el propio hábitat «

Frente a todo esto pensamos que:

“Esta realidad es manejada, armada y ejecutada diariamente por quienes responden fielmente a un sistema inhumano y asesino -. Está sostenido por la adoración incondicional al Dios Dinero, a quien se le sacrifican diariamente millones de vidas -. Toda esta realidad es al mismo tiempo un clamoroso llamado a revalorizar la vida y a comprometernos para que sea plena y digna para Todos.

Que el olvido y la indiferencia de los responsables políticos, policiales, religiosos, jurídicos que ocultan y niegan una realidad latente, lleva a la miseria, a la destrucción y desigualdad de los sectores mas desprotegidos en forma absolutamente injusta.

Que el proceso liberador se abre camino desde las entrañas mismas del sufrimiento que esta realidad presenta, en todos los rostros donde se patentiza y que desde alli reclama desición, coraje y creatividad de quienes queremos acompañarla.»

Desde este análisis y esta reflexión comunitaria vemos como urgente y necesario apuntar a las causas de tanto sufrimiento que en enfrentar sólo sus consecuencias.

«Para esto será necesario: Una práctica religiosa ecuménica que surja de cuestionarnos nuestra identidad y proyección ante el enorme desafío que afrontamos.

Una política que ponga en primer lugar a todos los hombres y a todas las mujeres en sus vidas concretas, en su dignidad y en su libertad.

Una política económica social que distribuya equitativamente las riquezas y la tierra para que todos puedan lograr con plenitud los Bienes de la Vida: salud, educación, vivienda, alimento y vestido; como seguridades prioritarias que garantizan la seguridad colectiva.

Se trata de una construcción que implique a todos y todas, actuando en una misma dirección con la profunda convicción de que la integración y la unidad de todos los sectores hará posible un proceso de transformación: La Comunidad, sus Organizaciones y el Estado pensando estrategias para actuar articuladamente, desde los territorios, generando redes de inclusión y posibilidades.

Los medios masivos de comunicación, incluídas las redes sociales que, en lugar de fomentar el miedo, cooperen para que los habitantes sean actores de la propia seguridad.

La Sociedad Civil y el Estado, en simultáneo, tienen la función de generar y mantener condiciones que hagan que efectiva la dignidad de cada ser humano y el goce de sus derechos, protegiendolos de todos los ataques y violaciones de esa misma dignidad». Cuando un niño, «nuestros niños», nace con malnutrición, se gesta antes con malnutrición, en un vientre malnutrido y crece con malnutrición, sin calor ni ternura, ni divina ni humana, incluso de aquellos que deberían o desearían dárselas, porque son indigentes y no gente, porque quieren y no pueden, cuando este niño crece sin calor ni ternura social, criminalizado, desescolarizado, en la calle, alimentado con mamaderas de droga y de alcohol, cuando el paco y el pegamento, son sus goces y sus gustos, cuando su cabecita estalla en el quebranto del olvido, del abandono y de la crueldad, cuando las puertas que se le abren y lo reciben con «hospitalidad» dándole sentido e identidad, inclusión y camino, es la del crimen organizado y la violencia armada, es designio divino-humano lo que ocurre. Y esto es consecuencia y no causa, ojo con «colar mosquitos y tragar camellos», que así, por favor no sea.- Es este sistema neoliberal, capitalista, conservador e imperialista el que ha concebido, gestado y dado a luz toda esta situación inhumana y cruel en la que nuestros niños y niñas estan bautizados y sumergidos, en donde se desarrollan y crecen con toda esta variedad de «realizaciones humanas», desdibujadas y retorcidas, pero reales, tanto viables como proyectables y realizables, maneras increíbles, en el espacio y en el tiempo venideros.

Sólo en la construcción de un sistema político-económico.social-religioso-cultural, un sistema absolutamente opuesto al actual en la Argentina, radica la esperanza y la posibilidad de ese mundo nuevo en que la vida y la felicidad de nuestros niños y niñas sea su mejor presentacion. Por ahora, sólo nos queda dialogar con los estados, sus poderes y sus brazos, buscando caminos para la vida.

En el contexto de nuestra revista, aparece claramente el espíritu de esta nueva construcción «Intento y Esperanza»

Capitan Bermúdez, Junio de 2013.-