octubre 2019
Que “El ajuste es violencia patriarcal” no sólo se corrobora en las estadísticas que muestran mayores índices de pobreza, trabajo precario e informal, desocupación, ingresos 25% inferiores a los varones, sino que sentimos a diario en nuestras casas y barrios la violencia económica, la deuda ilegítima con el FMI, el ajuste en salud, educación, vivienda y la falta de acceso a la tierra, nada más y nada menos que la precarización de la vida.
La falta de políticas de cuidado para les niñes, a sabiendas que las mujeres tenemos esas tareas múltiples ya establecidas por el sistema patriarcal que nos oprime, esclaviza, violenta, viola y mata, en los lugares de trabajo, en los barrios y en nuestras casas.
También la reforma previsional de 2017 afectó en mayor medida a quienes se jubilaron “por moratoria”, en su mayoría mujeres (MULCS, periódico Nº10, marzo 2018). Otro aspecto es la disminución de las partidas destinadas a la prevención de la violencia de género, en un contexto de aumento de los femicidios.
El ajuste en salud nos afecta especialmente, la suspensión o merma de métodos anticonceptivos, la burocracia infinita para retirar un medicamento, la incalculable espera de un turno o las vacunas de nuestres hijes sumado a que el aborto clandestino sigue siendo un problema de salud pública, y por eso un femicidio de Estado.
Por esto decimos La deuda es con el pueblo, no con el FMI
Venimos de los paros de mujeres, de las marchas del Ni Una Menos, de exigirle al INAM (Instituto Nacional de la Mujer) que se haga cargo de la responsabilidad del Estado ante los femicidios, por la falta de políticas y presupuesto para prevenir la violencia que nos golpea y nos mata, ignorando y desatendiendo también las denuncias de violencia.
Venimos desde las marchas y acampes contra el ajuste más criminal de los últimos tiempos. Hace años aprendimos en decenas de movilizaciones, días y noches de acampes, a no aflojar, a ganar en las calles el pan para nuestros hijes, aguantando la parada, a mate, frazada y esas ollas de guiso piquetero.
Nos quieren muertas o endeudadas, es por eso que seguimos sosteniendo la dignidad junto con las banderas y les hijes.
Venimos desde lo más profundo del conurbano bonaerense, ahí donde les pibes comen una vez al día, donde el laburo precario y mal pago es moneda corriente, donde la militarización y el abuso de las fuerzas de seguridad del Estado hacia la juventud está a la orden del día, donde el gatillo fácil es la política aplicada para acabar con la pobreza, venimos de esos lugares que Pichetto quiere dinamitar, donde las Comisarías de la Mujer se convierten en el jurado de valores y nosotras las víctimas de cualquier violencia en las culpables por no adoctrinarnos a lo que el capitalismo y el patriarcado ya tienen como regla para nosotras.
Pero también venimos de esos lugares donde la organización, el compañerismo y la sororidad son las herramientas para construir los espacios que necesitamos las que bancamos la casa, la familia, los comedores en los barrios, la lucha en las calles, el debate y la intervención política donde sea necesario. Nosotras las que recorremos barrio por barrio para llegar con los talleres de géneros, allí donde siempre se empieza a hablar de la violencia a la que nos quieren acostumbrar y moldear desde que nacemos, por todo eso entendemos que seguir construyendo jardines populares con miradas feministas y perspectivas de género incluyendo principalmente a las diversidades e identidades no biológicas y darnos cuenta que eses pibes son sujetos de derechos, sujetos políticos, la historia, el presente, el futuro, hay que darnos cuenta que elles y la juventud vinieron a revolucionarlo todo y donde sea necesario.
Seguimos construyendo nuestra Casa de la Mujer y las disidencias, pensamos ese espacio claramente por la demanda territorial y las faltas de políticas de estado, queremos llenar esta casa de compañeras profesionales e idóneas con perspectiva de género y mirada feminista que acompañen emocional y legalmente cualquier caso, queremos que nuestra casa pueda crear esa consejería que hoy no funciona como tal, pero que acompaña a las compas que no desean continuar con su embarazo, porque estamos seguras que la maternidad debe ser deseada, cuidada y feliz o no ser, porque cuando decimos que el feminismo vino a cambiar todo lo que deba ser cambiado nos referimos en parte a esto. Queremos que nuestra casa también sea la tuya, la de tu hermana, tu amiga, tu vieja y de cualquiera que encuentre en este lugar su lugar, donde aportar o proyectarse hacia un feminismo socialista, ese que sólo se construye con las sororas alegres y dispuestas a darlo toda por la de al lado.
La violencia machista, capitalista y colonial, nos golpea buscando disciplinarnos como la clave del capitalismo patriarcal. Una fuerte reacción de sectores “antiderechos”(que se apoya en varias Iglesias) se ha desplegado ante el crecimiento y la fuerza del movimiento de mujeres, demonizando la Educación Sexual Integral, que por ley debe dictarse en las escuelas de todo el país, obstaculizando la realización de abortos por las causales reconocidas en nuestro país por ley desde 1921.
La Iglesia Católica, la misma que avaló el genocidio de los pueblos originarios, y en la dictadura la tortura, los vuelos de la muerte y la apropiación de bebés, la misma que protege a los curas pedófilos y se arroga la autoridad de vigilar nuestra sexualidad y el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, debe ser separada del Estado.
Sufrimos el cinismo de los funcionarios y funcionarias que “sub-ejecutan” los presupuestos y recortan recursos ya insuficientes desde antes, desde que la fuga de capitales a los paraísos fiscales es política de gobierno, y la precarización del trabajo y la vida el precio que nos hacen pagar por las ganancias millonarias de unos pocos.
Hace rato que en los Encuentros, así como en los barrios, nos juntamos llegando de los distintos pueblos y naciones que hacemos vida en este país, migrantes en búsqueda de mejor vida, porque al fin de cuentas todes somos migrantes, con nuestras lenguas y comidas, envolviendo hijos en nuestros aguayos, vestidas de Ao Po’i, o tejiendo crochet, encontrando en la solidaridad, organización y lucha el camino hacia el cambio de vida que buscamos. Por eso Somos Plurinacional, esa palabra que molesta a quienes quieren fragmentar y domesticar las luchas, nublando el horizonte de liberación que necesitamos ampliar más allá de lo que parece posible.
Por eso venimos en busca de conocer, compartir, solidarizarnos y fortalecer experiencias de las luchas que en Argentina y Nuestra América (Abya Yala, como la nombraba el pueblo originario de la actual Colombia antes de la Conquista) dan nuestras hermanas contra toda forma de opresión colonizadora, patriarcal, capitalista, defendiendo la tierra, el agua, el medioambiente, el derecho a la vida, el trabajo, contra la explotación y el saqueo, contra las redes de trata y en busca de justicia o como nuestras hermanas ecuatorianas poniendo el cuerpo contra el paquetazo del FMI desde Quito hasta las comunidades originarias más periféricas. Esperamos que, una vez más, el Encuentro alimente el entusiasmo en la organización y la lucha para acabar con la opresión patriarcal y capitalista.
La deuda es violencia patriarcal
La deuda es con el pueblo no con el FMI
Todes somos migrantes, plurinacionales y disidentes
Impulsamos y participamos en la Campaña por la Aparición con Vida de Diana Colman
Aparición con vida. El Estado es responsable.
No estamos todas. En Guernica falta Diana Estefanía Colman
25 años, madre, pobre, migrante
Desapareció el 19 de junio de 2015
A más de cuatro años, no sabemos nada de ella y nadie da respuesta
Repudiamos el accionar del Poder Judicial, denunciamos al poder político de Presidente Perón por no buscarla, y por perseguir a quienes lo hacemos.
Exigimos que se atiendan las necesidades básicas vulneradas de su familia
¡Viva la llevaron, viva la queremos! ¡Aparición con vida ya de Diana Colman y de todas las pibas desaparecidas! ¡Basta de violencias machistas! ¡Desmantelamiento de todas las redes de trata! ¡Basta de femicidios! ¡Justicia por Johana Ramallo! ¡Justicia por Roxana Villalba!