Corría 1995. Eran tiempos muy duros para nuestro pueblo trabajador. El menemismo, ese gobierno que arrasaba con todos los derechos de les laburantes y los pueblos, que entregaba a las grandes empresas todo lo que podía (“Nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado”, dijo un ministro de la privatización de la vida llamado Dromi), había logrado vencer las luchas de resistencia obrera más importantes de esos días, de los ferroviarios y los telefónicos. El consenso del capitalismo neoliberal como única opción se extendía en amplias capas de nuestro pueblo.
Esa etapa siniestra había comenzado con los indultos a los integrantes de las Juntas Militares de la dictadura, y el cierre de toda posibilidad de juicio a los genocidas. Esa injusticia venía a completar a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, los instrumentos de rendición del gobierno de Alfonsín ante las sublevaciones de los milicos genocidas en los 80. Nuestro inmenso movimiento de derechos humanos se opuso con fuerza, estuvimos en marchas gigantes, pero no alcanzó para pararlos.
Faltaba poco tiempo (pero nadie podía conocer el futuro) para que surgieron con fuerza los movimientos de rebelión del pueblo hambreado, desde Cutral Có, Plaza Huincul, Tartagal, Mosconi, desde los barrios del conurbano, de Varela a La Matanza, donde nacieron las primeras luchas piqueteras.
En ese contexto, un grupo de hijas e hijos de compañeres asesinades, desaparecides, exiliades, de la dictadura comenzó a reunirse, y surgió H.I.J.O.S (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio). No queremos hacer una historia de H.I.J.O.S, mucha agua corrió desde entonces, miles de luchas populares. Sólo enlazar algunos recuerdos, que deberían servirnos, como cada experiencia de lucha, para aprender, para no empezar de cero cada historia.
Como reacción ante la injusticia de leyes que impedían el juzgamiento de los genocidas, desde las reuniones de H.I.J.O.S apareció la idea de los escraches públicos a los milicos impunes, con una consigna: “Si no hay justicia, hay escrache”. Retomaba, en otras condiciones, otra consigna histórica de nuestro pueblo, surgida de la síntesis de las luchas populares que pensaron compas de una organización revolucionaria de nuestro pueblo: “Si el hambre es ley, la rebelión es justicia”.
Los escraches populares se preparaban en los barrios donde vivían los milicos, se repartían volantes denunciando donde vivían y quienes eran, se afichaba, y se marcaban las casas con pintura roja: “Acá vive un genocida”. Casi todos los escraches de esos años fueron sistemáticamente reprimidos por las policías, casi siempre había herides y detenides, pero a cada escrache se sumaban más compañeres, más vecinas y vecinos, más militancia popular.
Un año después del comienzo de H.I.J.O.S, vinieron dos jornadas memorables, que marcan hasta hoy la historia de nuestro movimiento de derechos humanos: 23 y 24 de Marzo de 1996. En la noche del 23, a la hora exacta del golpe genocida, H.I.J.O.S organizó una marcha de antorchas al Palacio de Tribunales (el reino de la injusticia organizada) para presentar cientos de Habeas Corpus por las madres y los padres desaparecides en la dictadura. En la jornada de ese 24 de Marzo, comenzaron las marchas masivas de repudio a la dictadura, se empezó a gestar el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia (EMVJ), gracias al esfuerzo de muchas organizaciones, en especial de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD). En especial, recordamos el empuje y la decisión de una compañera que ya no está, pero vive en nosotres: Adriana Calvo, madre en un campo de concentración de la dictadura, madre para siempre de los 24 de Marzo de masas que se reproducen en la Plaza de Mayo y en tantas plazas de nuestro país todos los años.
En el MULCS militamos hoy varies compañeres que formaron parte de esa historia, o que acompañamos intensamente la lucha por derechos humanos para todes, que somos hijas o hijos, hermanos, parejas, de compas desaparecides.
Una compañera escribe: “Hoy se cumplen 25 años de la formación de Hijxs… «¿Hay que decir feliz día del hije?», preguntaba por whatsapp esta mañana una compa, con ese humor oscurito que nos caracteriza. Y sí, feliz día del Hije! Porque lo que recordamos es la fecha en que empezamos a juntarnos y ya nunca la vida fue igual. Todo se empezó a mezclar: la lucha, la amistad, el amor, el dolor, la irreverencia, la imaginación, la memoria, la furia, la noche, la calle, los barrios, los tribunales, las plazas, los pañuelos, las lágrimas, las risas, esas fiestas inolvidables de las que no nos acordamos nada, las siluetas, las banderas, las bombitas de pintura contra la casa de los asesinos, los palos, los gases, las vigilias dentro y fuera de las comisarías, la solidaridad”.
Otra compañera recuerda: “Inolvidable esa noche del 23 de marzo del 96. Éramos pocos cuando se arrancó en Plaza de Mayo, y al llegar a la 9 de Julio había un mar de antorchas marchando junto a los HIJOS. Esa tarde escribí estas líneas, las entregué en un papel arrugado casi como un mimo personal a les poques que conocía (entre ellos uno de mis propios hijos), y me sorprendí al escuchar que la leían en la Plaza de Tribunales, donde, a la hora del Golpe, presentaron el Hábeas Corpus colectivo por sus padres, recibido por el juez de turno con una negativa a todo el reclamo.
Las comparto ahora, como un nuevo abrazo a la distancia:
20 años después
se levantan
los HIJOS.
Se encuentran,
se embanderan,
se alzan como
testigos.
Acunados en lágrimas
de incertidumbre,
de
rabia,
de impotencia,
a veces de silencio,
el Pueblo que no
indulta
también los ha parido.
Ningún agua bendita
pudo
resarcirles la sed
de padres y Justicia.
Recogiendo
banderas
reencuentran a los viejos
responden sus
porqués
retomando caminos,
caminando la historia
de pueblo,
que hoy seguimos.
Abrazándose, aprenden
el sueño de
Justicia
que curtieron los viejos
apretando los dientes
frente
a sus asesinos.
Abrazándose alegres
derrotan al verdugo:
son
el Pueblo que vive
son Pueblo renacido.”
De esas historias está hecha la lucha de nuestro pueblo.
Un canto histórico decía: “En cada lucha ellos están, y con la patria liberada volverán”.
¿Dónde nos vemos, compañeres? En la lucha
Luchamos para vencer. ¡Y vamos a vencer!