Posted on: 30 abril, 2020 Posted by: MULCS Comments: 0

1. Antes de la pandemia del covid19, y antes de la gigantesca crisis capitalista que se viene (y en la cual los poderosos del mundo están actuando para llevarse puestos todos los derechos conseguidos por les trabajadores y los pueblos, y acumular aún más poder, capital y riquezas para sí mismos), nuestro continente estaba conmocionado por distintas luchas: el despertar del pueblo chileno de la larga noche del peor capitalismo neoliberal; la lucha de los pueblos originarios y del movimiento popular de Ecuador contra las políticas entreguistas del falso Lenin; los paros agrarios y las luchas masivas en Colombia (el país con más bases militares yanquis del continente), y en todas partes, por la resistencia popular frente a un nuevo ciclo de gobiernos alineados con el gran capital y con el imperio yanqui.

No pretendemos analizar acá, en detalle, todas las situaciones abiertas en Nuestramérica. En ese sentido, compartimos el análisis del compañero Guillermo Cieza (http://mulcs.com.ar/index.php/2020/04/21/nuestramerica-despues-de-la-pandemia/), e intentamos avanzar desde ahí en pensar algunas ideas para una política de unidad, lo más permanente que sea posible en estos tiempos de cambio, de las organizaciones populares y con horizonte revolucionario de nuestro continente.

2. La situación de la pandemia es una experiencia única por su carácter universal. Nunca antes una crisis sanitaria mostró, con tanta claridad, las limitaciones de un sistema de salud concebido como un negocio más, como otra mercancía. Ese escenario abre una perspectiva nueva: ahora podemos decir, y ser escuchados, que la salud, la educación, los derechos, son para todos o para nadie, es el momento para recordar que las mayorías populares no se salvan solas, en el “esfuerzo individual”, sino en una forma colectiva de organización de la sociedad. Un mundo para todos y todas (menos las minorías que nos explotan, por supuesto).

3. En el terreno económico, la pandemia es simultánea con una nueva crisis financiera del capitalismo globalizado. La mayor interconexión de todo el mundo (que favorece la expansión del virus) también potencia cada nueva crisis del capital, la aumenta en intensidad y en capacidad de destrucción de las “fuerzas productivas” (incluyendo las condiciones de vida de las mayorías obreras y populares), y avanza en mayor concentración monopólica.

No analizaremos en detalle esta crisis, sólo la mencionamos como marco necesario para pensar cómo está el mundo ahora. Si el covid19 acelera la crisis, o por el contrario, la oculta y la disimula, si el covid19 le sirve o no al gran capital como fuerza destructora de la población que les sobra, son hipótesis importantes a tener en cuenta, pero es difícil comprobar estas hipótesis en este momento.

Lo que sabemos es que las crisis capitalistas, en especial desde que remodelaron el nuevo orden mundial hace 50 años y aún más desde que lo establecieron como “modelo universal” hace ya 30 años1 (nota al final del documento), son y serán cada vez más destructivas para las mayorías, hasta que encontremos la forma colectiva de condicionar, limitar, derrotar, al proyecto del gran capital y el imperialismo.

4. En nuestra región, a nivel estatal, existen a grandes rasgos dos bloques de gobiernos no controlados directamente por el imperialismo yanqui y sus políticas: un nuevo bloque de “centro (Argentina y México), y un bloque antiimperialista, que plantea la necesidad de superar al capitalismo (Cuba y Venezuela).

En la etapa anterior, antes de la ofensiva yanqui que comenzó con el golpe en Honduras en 2009 y debilitó tantos a los gobiernos “progresistas” como al proyecto del ALBA (desarrollado en el artículo de Cieza ya citado), muchas organizaciones y compañeres caracterizábamos que existía un bloque “progresista” o “intermedio” entre los gobiernos claramente alineados con la política imperialista, y la propuesta del ALBA. Ese bloque intermedio, orientado por el gobierno del PT de Brasil, jugó un rol positivo en la vinculación con el proyecto ALBA (por ejemplo, sosteniendo a la CELAC), pero muchas veces se presentó ante el imperialismo y las transnacionales como el sector confiable que limaría las propuestas más avanzadas de los países del ALBA.

Pero, como ha ocurrido tantas veces en nuestra historia, en determinado momento incluso las propuestas reformistas se transforman en un problema para el poder real, una limitación a su voraz necesidad de expansión. Otro factor a analizar es cómo los proyectos reformistas son vistos por sectores importantes de la población como el proyecto de la “izquierda”, y por lo tanto sus falencias, sus límites, dejan como opción posible las propuestas de la derecha (que, por cierto, encubre parte de sus planes, y trabaja sobre los valores del individualismo y del esfuerzo personal).

5. En la actualidad, un sector que juega con fuerza es el Grupo de Puebla, que le permite tener un posicionamiento internacional “progresista” al gobierno de Fernández (es el único gobierno en ese espacio). Es un reagrupamiento, orientado por la socialdemocracia continental, donde quien actúa como responsable es Marco Enríquez Ominami (Chile), que intentó sin éxito ser el recambio de los socialistas y la Concertación en su país. El espacio excluye al gobierno de México (López Obrador), pero principalmente excluye a Cuba y Venezuela (el motor histórico del ALBA).

En condiciones más desfavorables que en la década pasada, intentan volver a mostrarse como un sector “progresista” pero amigable, para negociar en mejores condiciones con los yanquis y la derecha continental. Al mismo tiempo, el Grupo de Puebla incluye, seguramente con la intención de contenerlos en un marco de “sensatez diplomática”, al ex gobierno de Evo Morales, derrocado por un golpe militar pro-imperialista en noviembre del año pasado.

Para más esta información sobre este sector, van estos links:

Este enlace lleva a la página oficial del Grupo de Puebla

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50355048

6. En ese marco, el ataque sistemático de Trump contra Cuba y Venezuela obliga a sus gobiernos y a sus pueblos a organizar la defensa y la resistencia nacional en el más amplio sentido, incluyendo potenciar las milicias populares, las Comunas bolivarianas, los CDR cubanos. Por cierto, también hace más necesario que nunca el apoyo económico, político y militar de China, y también de Rusia, para buscar contrarrestar la iniciativa yanqui (en una variante de la vieja “Guerra Fría”, sin que existan ahora dos propuestas políticas diferenciadas de fondo).

La colaboración de China con Venezuela y Cuba, como parte de su política hacia nuestro continente y a los países subdesarrollados en general, no tiene objetivos de transformación social, socialistas, sino que debemos considerarla en el marco de la disputa estratégica con EEUU. En este sentido, ante la evidente disparidad de recursos militares entre EEUU y China, la dirección china prioriza el intercambio comercial, la venta de tecnología propia, como una extensión de su política de la Ruta de la Seda. Intentan ganar posiciones con esa táctica, en una estrategia de largo plazo. Es una estrategia de disputa interimperialista. Es un debate abierto hasta dónde tiene posibilidades reales para esa tarea.

Tácticamente, y por una etapa que posiblemente sea extensa, Venezuela y Cuba necesitan de esa colaboración. Pero en el terreno más estratégico, es central que sostengan un proyecto propio, socialista y popular, internacionalista y solidario, que se enraicé en la tradición nacional de lucha de sus pueblos y recupere la historia de la resistencia nuestroamericana desde la conquista europea hasta nuestros días.

La política del Grupo de Puebla apoya discursivamente a Cuba y Venezuela, pero todo indica que su apoyo será aún más limitado que en la etapa de mayor desarrollo político de la CELAC y el ALBA.

7. Entendemos al ALBA como la propuesta política más avanzada, a nivel estatal, en las últimas décadas en nuestro continente.

Como resultado combinado de la ofensiva imperialista y de debilidades propias, el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) ha quedado casi reducido a su expresión original, es decir a un acuerdo político entre Cuba y la Venezuela Bolivariana. Mantienen el apoyo de la Nicaragua de Ortega (un Gobierno muy cuestionado con razón por el movimiento popular continental, en especial por el movimiento feminista), y suma también varios pequeños países del Caribe (Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas).

El ataque mediático y militar del imperialismo intenta aprovechar esta situación de mayor aislamiento político del ALBA, para liquidar cualquier expectativa en los pueblos de nuestra región en que podemos superar el proyecto capitalista individualista, y para absorber los recursos energéticos de Venezuela.

A lo largo de 60 años de revolución y de bloqueo norteamericano constante, Cuba ha soportado varias situaciones de aislamiento político: la expulsión de la OEA y la pérdida de vínculo diplomático con los Estados latinoamericanos, la crisis económica derivada del fin de la URSS, y ha logrado revertir esa situación con políticas solidarias (desde la ayuda militar para la liberación de Angola hasta las brigadas médicas que desde hace años se solidarizan con los países en situaciones de crisis o de catástrofe).

Hoy la solidaridad médica cubana deja a Cuba muy bien parado ante los ojos de los pueblos, aunque no necesariamente esa repercusión positiva de su política de salud implique mejores relaciones con distintos Estados.

Suponemos que existen importantes presiones hacia sectores de la dirección cubana para seguir el modelo de China (es decir, avanzar hacia un “capitalismo de estado”, que funcione como contrapunto ante el modelo de capitalismo financiero y militar que prevalece en la política de Estados Unidos). Esa presión ideológica, esta tentación, está presente en el debate cubano desde la década de 1990, y seguramente será más fuerte ahora que en los mejores momentos del ALBA y de la colaboración petrolera venezolano.

Aspiramos a que Cuba, en las dificilísimas condiciones en que la coloca el bloqueo yanqui renovado y el mayor aislamiento económico y político, pueda sostener su perspectiva socialista, manteniendo el apoyo de su pueblo y del conjunto de los pueblos de Nuestramérica.

En el caso de la situación en Venezuela, se viene demostrando el enorme compromiso de sus organizaciones populares, del Gobierno Bolivariano, y del conjunto de su pueblo, en la lucha contra el virus del covid19. La colaboración sanitaria de China y Cuba ayudan enormemente a mostrar que, aún en la grave situación económica producida por la burguesía comercial venezolana y los errores gubernamentales, potenciados por el creciente bloqueo yanqui, un pueblo organizado y un Estado que ponga sus recursos en beneficio de las mayorías son fundamentales para proteger la salud de la población.

La situación en Venezuela es diferente a la cubana en un punto central: en la república bolivariana, se ganó el Gobierno popular, se mejoraron las condiciones de vida (vivienda, salud, educación, trabajo), pero no fue derrotado el poder real de la burguesía: una burguesía aún más parasitaria que en la mayoría de nuestros países, dedicada a la importación comercial y a la especulación con las divisas, con profundas vinculaciones con la narcoburguesía colombiana y con el imperialismo yanqui, que sigue manejando la mayoría de los medios de comunicación de masas.

8. En los hechos, el ALBA Movimientos tuvo una triple dirección inicial: Cuba (a través del organismo no estatal encargado de las relaciones con las Iglesias, el Centro Martin Luther King), el gobierno de Venezuela (bajo Chávez), y el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil. A esa dirección se sumó, como equipo auxiliar, el sector de Patria Grande (Argentina).

En los mejores momentos del ALBA y de las luchas populares en nuestro continente, subordinó, consciente o inconscientemente, las políticas de los movimientos sociales y de las corrientes políticas que las orientan a los intereses de los Estados que integraban el proyecto ALBA. Esta subordinación limitó muchísimo las potencialidades de la unidad continental, tanto en la claridad de los debates como en el intercambio con organizaciones populares de masas que tenían contradicciones con gobiernos del ALBA (por ejemplo, como ocurrió con la CONAIE y Correa en Ecuador). Es comprensible que los países del ALBA tuvieran las mejores relaciones posibles con el “bloque progresista” (en esos momentos, orientado por el PT de Brasil y el kirchnerismo en nuestro país), con el BRICS, o con quien consideren necesario desde los Gobiernos.

Es un viejo debate en la izquierda desde los tiempos de la URSS: es correcto que los Estados socialistas o con intenciones revolucionarias sostengan la política de alianzas más conveniente para sus intereses políticos y económicos, pero es profundamente incorrecto trasladar mecánicamente esa política estatal como regla de conducta a los movimientos populares y a las organizaciones revolucionarias. No sólo por elementales razones democráticas y de libre debate político, sino fundamentalmente porque limita las potencialidades de transformación social y política que tiene todo movimiento popular genuinamente comprometido con los intereses profundos de su clase trabajadora y de su pueblo.

Esa falta de apertura real en la toma de decisiones y el debate político impidió el mayor desarrollo del ALBA Movimientos en su mejor momento, y lo limita aún más en estos tiempos difíciles. Pese a estas consideraciones, seguimos considerando a este espacio de coordinación una instancia valiosa para el conocimiento de las distintas experiencias de nuestros pueblos, y aspiramos a que se puedan superar estas trabas para su desarrollo político.

9. En los últimos tiempos, surgió un nuevo espacio de reagrupamiento de organizaciones populares en nuestro continente: el Frente de Resistencia Urbana (FRU). Está integrado por el Congreso de los Pueblos, Colombia; el Movimiento de Trabajadores sin Techo, Brasil; el Movimiento de Pobladores Ukamau, Chile, y del Frente Popular Darío Santillán, Argentina.

El Congreso de los Pueblos y el MTST son organizaciones que tienen una importante presencia en el movimiento popular de sus países, y vienen desarrollando iniciativas políticas de peso.

En Colombia, después de la crisis abierta en las FARC por los fallidos acuerdos de paz con el Estado, el CdP se sostiene como una corriente relevante dentro del movimiento popular, vinculada una expresión político electoral con presencia parlamentaria (el Partido Poder y Unidad Popular), y con gran fuerza en el movimiento campesino y agrario. La política sindical y el desarrollo territorial urbano del movimiento popular revolucionario fueron duramente golpeados por el Plan Colombia de los yanquis y por la “seguridad democrática” de Uribe. Esta misma línea represiva orientada por Estados Unidos e Israel es la que intentó desplegar en nuestro país el Gobierno de Cambiemos, bajo dirección de Patricia Bullrich.

En Brasil, el MTST se independizó políticamente del MST. El MST sostuvo una línea de compromiso con los gobiernos del PT, limitando la independencia en la lucha del movimiento de masas más grande del continente, se vinculó orgánicamente con la Iglesia Católica (con más fuerza desde el papado de Francisco), y es un actor de peso no sólo en ALBA Movimientos sino también en la Vía Campesina (la confederación campesina más grande a nivel internacional). El MTST comenzó a construir una alternativa independiente a esa orientación, a través de la candidatura de Boulos en acuerdo con el PSOL (Partido Socialismo y Libertad), al mismo tiempo que luchaba activamente por la libertad de Lula. Esa construcción requiere conformar un frente internacional, que sirva como contrapeso a la mirada más institucionalista del MST.

Desde la elección de Bergoglio como Papa, la Iglesia Católica redobló su iniciativa política en América Latina con dos objetivos: en primer lugar, trabajar sobre las masas populares y en especial sobre las direcciones del movimiento popular, para alejar un escenario de confrontación y favorecer la negociación más “amigable” con el neoliberalismo. Para ese objetivo, es importante el vínculo con el MST. En segundo lugar, la Iglesia tenía (y tiene) que disputar con los evangélicos los sentimientos de los sectores más empobrecidos de nuestros pueblos, en un conflicto que también expresa la tensión de la Iglesia con el poder yanqui (muy metidos en la financiación del evangelismo).

En este sentido, el “Llamamiento de los pueblos originarios, afrodescendientes y las organizaciones populares de América Latina”, que promovieron las organizaciones del FRU y la CONAIE de Ecuador, marca un camino para el reagrupamiento continental, con mayor independencia política que el ALBA Movimientos.

Va link de esta declaración http://mulcs.com.ar/index.php/2020/04/02/llamamiento-de-los-pueblos-originarios-afrodescendientes-y-las-organizaciones-populares-de-america-latina/

En estos días, se están construyendo propuestas hacia el 1° de Mayo, y distintas iniciativas de ese espacio, mientras comienza a analizarse un posible encuentro en la segunda mitad del año (cuando la pandemia y la crisis económica lo permitan).

Entendemos que construir ámbitos unitarios de los movimientos populares de nuestro continente es una tarea estratégica, y requerirá tener mucha paciencia y vocación de masas. Como decía Zitarrosa: “No hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo la historia”.

10. En este contexto, nos preguntamos: ¿Cómo construir una política internacional latinoamericanista y con perspectiva revolucionaria, frente a la crisis económica y sanitaria de mayor extensión internacional que hayamos conocido?

Seguramente hay otras organizaciones que deberemos conocer para vincularnos más profundamente, como las distintas corrientes que se desarrollan en el pueblo chileno desde la rebelión popular de octubre del año pasado,

Como una primera respuesta a esta pregunta, retomamos el artículo del compañero Cieza: se trata de conformar organizaciones, con los pies y el corazón en nuestros pueblos, que puedan dar respuestas concretas a las necesidades populares más urgentes, y al mismo tiempo construir propuestas de corto y de largo plazo (suspensión e investigación de la deuda, impuestos al capital financiero y a las grandes fortunas, control efectivo de precios, nacionalización del sistema de salud, de la energía y del transporte público). Sólo quienes sean parte efectivamente de los problemas de nuestro pueblo trabajador podrán sintetizar en tareas y perspectivas una salida desde abajo contra las consecuencias de la crisis capitalista.

Construir esa perspectiva entre las organizaciones populares de nuestro continente, en amplia unidad, y en disputa con las distintas propuestas del poder imperialista y del gran capital, será una tarea central en los difíciles tiempos que estamos viviendo.

Luchamos para vencer. ¡Y vamos a vencer!

Abril de 2020, a 59 años de la declaración del carácter socialista de la Revolución Cubana

¡Viva Cuba Socialista!

1 A principios de la década de 1970, se produjeron cambios significativos en el orden capitalista. El fin del patrón oro por parte del gobierno de Nixon en agosto de 1971 derivó en un predominio del capital financiero y en la generalización del dólar como moneda general de intercambio comercial. La crisis del petróleo, en octubre de 1973, derivó en una mayor valorización de los países petroleros, y en un mayor control financiero del petróleo y otros productos. Se inicia el predominio del capital financiero, que sigue hasta la actualidad.

En la década de 1990, la caída de la URSS y de los países socialistas en Europa Oriental posibilitan la universalización del dominio del capital financiero, de EEUU y de la Unión Europea (dirigida por Alemania).