¿Qué proponemos y qué estamos haciendo para construirla?
31/8/2020
El pasado sábado 15 de agosto de 2020 se realizó un interesante debate sobre estos temas donde participaron les compañeres Jorgelina Matusevicius (Corriente Social y Política Marabunta), Hernán “Vasco” Izurieta (Venceremos – Partido de Trabajadorxs), y Norberto Señor (Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social, en el Movimiento de los Pueblos). El debate fue coordinado por el compañero Juan Pablo Casiello, dirigente de AMSAFE Rosario, y organizado desde un espacio de compañeres que vienen impulsando importantes debates sobre la situación durante la pandemia.
Desde nuestra perspectiva, este debate se inscribe en la construcción de un amplio frente político que, partiendo de nuestras organizaciones actuales, las trascienda en una construcción más amplia, capaz de llegar a las mayorías obreras y populares.
Reproducimos los aspectos más destacados de las intervenciones de les compañeres, e incorporamos parte de la intervención del compañero Eduardo Lucita.
Jorgelina Matusevicius
La crisis del coronavirus, la crisis sanitaria y social que estamos viviendo, no es coyuntural. Los propios organismos de crédito internacionales están avizorando dificultades para el crecimiento capitalista. En algunos casos, plantean un escenario temido que es el estancamiento secular, una crisis que no termina de volver a recomponer la etapa de acumulación, por un crecimiento bajo o nulo del capitalismo a nivel mundial y un desempleo persistente. Para reestablecer el crecimiento, o para que no sea tan profunda la caída del capitalismo, promueven mayor déficit fiscal, mayor deuda de los países, emisión monetaria y generación de inflación.
Los Estados van a salir a salvar a las empresas y entidades financieras, como ya hicieron en la crisis de 2008. La apelación al déficit cero y la imposibilidad de tomar deuda se empiezan a poner en duda, y ya se habla que algunos países tienen que suspender los pagos en tiempo de sus deudas, y de habilitar a los Estados a endeudarse. El Banco Mundial está hablando de la preocupación por el sistema sanitario y la pobreza.
El capitalismo necesita gobernabilidad para no ser inviable y les preocupa la conflictividad social. No hay claridad de que se puedan recomponer las tasas de crecimiento mundiales.
Es una crisis de la forma de organizar la vida que tiene el capital: una tremenda expulsión de fuerza de trabajo, ampliación del desempleo masivo, flexibilización del trabajo con las “formas novedosas” (teletrabajo, el trabajo por objetivos), un reforzamiento del disciplinamiento laboral.
Como contraparte, a nivel mundial y, sobre todo en América Latina, vienen creciendo luchas de enorme radicalidad. Pero no solamente en América Latina, lo vimos en Francia, en Estados Unidos con las revueltas contra la opresión racial y el inmenso movimiento de mujeres.
Gramsci se pregunta respecto de las crisis orgánicas y las crisis de coyunturas. ¿Estamos ante una crisis coyuntural o estamos ante el inicio de una crisis quizás de mayor magnitud? Una crisis que podría desembocar en una crisis orgánica. De acuerdo a cómo se responda esta pregunta, son las tareas que nos tendremos que dar. Gramsci dice que no alcanza con que haya una crisis económica sino que esa crisis es orgánica cuando se verifica que hay una crisis de la autoridad del capital, cuando se pierde el consenso y la hegemonía del capital.
Si hay una crisis de autoridad del capital, tiene que ver con la capacidad de acumulación de la clase trabajadora, con la fuerza que ha acumulado la clase trabajadora y con la posibilidad de presentar un proyecto propio. Vemos que hay radicalidad de las luchas, pero la capacidad de movilización todavía no se estaría verificando.
En Argentina venimos del festejo de la convalidación de la estafa de la deuda. Grandes sectores han celebrado el acuerdo con los bonistas, que preanuncia también la futura negociación con el FMI, donde no se pone en duda que la deuda hay que pagarla.
Estamos viviendo un aumento enorme del desempleo. La UCA estima 850.000 puestos de trabajo perdidos. El Gobierno va cediendo a las presiones empresarias: el acuerdo con el G6, el recule en la expropiación de Vicentín y con el proyecto del impuesto excepcional a las grandes fortunas y el relajamiento último de la cuarentena en el momento de mayor pico de la tasa de contagio.
Vemos un pacto de gobernabilidad con las paritarias congeladas, mientras llaman a la desmovilización. Se dejan pasar despidos y se aceptan las reducciones salariales con la connivencia de las centrales sindicales. Sectores progresistas dentro del Frente de Todos convalidan los acuerdos para el pago de la deuda, incluso el ingreso de tropas estadounidenses a nuestro país.
Cuando piensan el proyecto de recuperación, piensan en un nuevo pacto extractivista. Venimos de la marcha contra el pacto con China para la producción de carne porcina. Es un modelo productivista, agro-exportador, y sabemos lo que genera ese tipo de producción agropecuaria. El consenso agro-industrial es para reestablecer y aumentar las exportaciones ligaras al agronegocio, con acuerdo del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio.
¿Cómo ayudar a que se transforme la crisis en una crisis que nos dé la posibilidad de empezar a colocar algunos elementos para otra hegemonía política, para una hegemonía de las y los de abajo? Venimos charlando algunas coordenadas para la intervención política, con un programa que sea una propuesta viva.
Venimos construyendo esta Campaña por la suspensión de pagos y auditoría de la deuda externa, donde se está planteando avanzar hacia el no pago de esa deuda. Es una campaña construida en términos de movilización callejera, en la interlocución con los poderes, sobre todo con el Poder Legislativo, y en los debates por abajo, en los lugares de trabajo, en los barrios.
Hay que avanzar en expropiaciones, no solamente en Vicentín sino en aquellas empresas que especulan con los precios y se aprovecharon en este contexto de pandemia y se enriquecieron. Implementar un impuesto permanente a las grandes fortunas y avanzar también en el debate sobre la eliminación del IVA para productos de primera necesidad.
Este programa tiene una perspectiva transicional en anudar las luchas que estamos dando, y conectarlas con un horizonte socialista, feminista, desde abajo.
Nosotres pensamos en recuperar el término de soberanía en cinco ejes:
1) Soberanía sobre nuestros recursos: No pago de la deuda, impuesto a las grandes fortunas, etcétera.
2) Soberanía sobre nuestros cuerpos: La necesidad de impulsar y finalmente obtener la conquista de la legalización de la interrupción del embarazo, del proyecto que ya se viene presentando de la Campaña Nacional por el Derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Erradicar cualquier forma de violencia patriarcal.
3) Soberanía sobre la tierra: Si el eje de la recuperación capitalista es el modelo extractivista agro-exportador, si hay un nuevo pacto extractivista, hay que disputar otro modelo de desarrollo, la soberanía alimentaria, pensar la necesidad de la tierra para vivir. Lo decimos desde las experiencias que estamos haciendo: las cooperativas, las tomas de tierras.
4) Soberanía sobre nuestro trabajo: Frente al enorme desempleo, la salud y la vida de les trabajadores se ven amenazadas por las necesidades capitalistas de recuperar su producción. Hay que enfatizar el control del proceso de trabajo, decidir sobre las condiciones en los lugares de trabajo. Recuperar la capacidad de decidir sobre la producción.
5) Soberanía sobre los asuntos públicos: recuperar la capacidad de decidir sobre lo público, avanzar en instancias deliberativas, en espacios de participación, en cómo y para qué se construye poder popular.
Hay que construir unidad, pero no amontonarnos, una unidad sólida, que al primer cambio de ciclo político no se desmorone, no se desarme. Es clave el trabajo de construcción de teoría política. De cómo hacer las unidades con acuerdos políticos que trasciendan lo meramente táctico y cómo recuperar es el debate estratégico.
No se puede hacer acción política revolucionaria sin un conocimiento de la realidad riguroso, leyendo, aprovechando las producciones. ¿Cómo se recompone este vínculo entre quienes están en condiciones de elaborar producciones más teóricas con las organizaciones? Estamos en déficit en ese tema.
Es clave avanzar en procesos de formación, incluso entre organizaciones, compartiendo los espacios para avanzar en ese sentido. Para cualquier cambio revolucionario no alcanza con buenas ideas, no alcanza con grupos políticos esclarecidos, es necesario que eso prenda en un sector importante de las masas.
Para que una crisis se constituya como crisis de hegemonía, la pérdida de consenso respecto de la organización bajo la lógica del capital es fundamental. La apuesta tiene que ser a la construcción de esa masa crítica. Hay una cuota de atajo, de impaciencia, en algunos compas que han sido parte de este espacio y hoy están contribuyendo a otra experiencia política. Entendemos que hay que construir masa crítica, y no rifarla a la primera de cambio. Es una cuestión fundamental.
En esta crisis mundial, la construcción de espacios unitarios, como el llamamiento de los pueblos latinoamericanos, con base en la fuerza que han puesto algunas organizaciones sociales, la CONAIE de Ecuador, el Frente de Resistencia Urbana, en Argentina el Frente de Organizaciones en Lucha, el Frente Popular Darío Santillán, son intentos de mostrar una alternativa, por lo menos a nivel latinoamericano, de una izquierda que plantee una salida propia de la crisis.
Nosotres tenemos que construir masa crítica, acumular con paciencia pero sin pausa, no dilapidando los esfuerzos y la disputa en la calle y la construcción de los espacios deliberativos por abajo. No terminamos de convertirnos en una alternativa política si no existe un proyecto político visible para la sociedad, para las masas.
Hernán Izurieta
Los espacios de intercambio estructurado en base a afinidades, experiencias comunes, trayectos propios, nos generan la posibilidad de estirar un poco más el campo del pensamiento político.
Desde Venceremos – Partido de Trabajadores y Trabajadoras – también caracterizamos que estamos ante una crisis inédita. Entendemos que tiene rasgos de crisis orgánica que configuran y van a dar lugar a escenarios muy álgidos de choque de clases. En Estados Unidos, los negros, los latinos, los más castigados por la desigualdad propia del sistema capitalista, han protagonizado jornadas de lucha históricas, en un escenario donde se conjugan una crisis multidimensional, en una acción independiente increíble en el corazón del imperialismo más brutal.
Como tendencia general, vamos a un escenario de grandes choques de clases. En el caso concreto de América Latina y de nuestro país, con niveles de crisis económica social que, por ejemplo, para el caso de Argentina ubicamos en indicadores superiores en su gravedad, en su dureza y en dolor para nuestro pueblo, en relación a 2001.
En el escenario político nacional, creo que todos y todas (al menos quienes compartimos este espacio) sabíamos que íbamos a un gobierno de coalición del peronismo que iba a estar volcado más al centro de lo que fueron las experiencias kirchneristas. Es decir, por la configuración propia del Frente de Todos y por esta situación donde pesa el liderazgo de Cristina sobre una parte importante de nuestro pueblo. Hay una diferencia crucial con el escenario de 2001, donde la autoridad política del capital expresada en la autoridad política del PJ en el control de amplios sectores del movimiento obrero y popular, no tenían expresión política ni liderazgo. Ahora hay un liderazgo que concentra las aspiraciones de sectores muy importantes de nuestros compañeros y compañeras. En política no es menor tener un liderazgo, una referencia, que no tenerla, en sentido de masas.
La crisis es de mucha mayor envergadura, y este Gobierno se confirma más al centro que el último kirchnerismo que siempre ha sido muy hábil para hacer política, para salir adelante con iniciativa política. Este Gobierno empieza a configurarse en una clave muchísimo más moderada y de conciliación.
Cuando arrancó su gestión decíamos que era un gobierno que técnicamente venía con el programa del Frente Renovador, que era la reconciliación con el campo, con Clarín y la normalización de las relaciones con el imperialismo norteamericano. Ese era el programa del Frente Renovador, no el que había expresado el kirchnerismo.
Caracterizamos que Vicentín marca un proceso de concesiones sucesivas a favor del programa político del bloque de oposición por derecha. Y decimos Vicentín porque estaba el antecedente con Techint, con la acusación de los miserables, es hora de que ganen un poco menos, y sin embargo, entre la amenaza y el no cumplimiento de la amenaza, en esa primera etapa el Gobierno nacional siguió acumulando capital político para administrar la coyuntura. Sin embargo cuando recula con Vicentín, que recula después de cacerolazos y banderazos, se empieza a andar un camino de concesiones.
Que la derecha esté ganando el debate y la calle, para una perspectiva transformadora, no es para nada positivo. Nos pone en peores condiciones porque lo que tenemos que hacer, desde una perspectiva independiente, es apoyarnos en los aspectos que puede plantear la lucha política de clases para traccionarlo, procurar volcarlo en una acumulación propia en un sentido de profunda transformación social.
Después de Vicentín se da lo de la deuda, la continuidad de la política represiva es muy crítica y Berni haciendo campaña política a lo Bolsonaro en el corazón de la coalición política oficialista. Y la apertura contra toda racionalidad y contra todo argumento científico de la cuarentena en estos términos, que no es más que el resultado inexorable de ir concediendo en los otros planos.
Si no afectaste los intereses de los ricos, los empresarios, los terratenientes, grandes sectores del poder económico no hacían su aporte para sostener una cuarentena, es obvio que millones de compañeros y compañeras iban a tener que salir desesperados a ganarse la diaria y se iba a quebrar la medida sanitaria. Por eso este discurso uniforme de todo el bloque político de responsabilizar individualmente a toda la sociedad del contagio, y ocultar los bastiones de ese contagio que son los centros de circulación, los centros de producción, y que los patrones sigan implementando su dictadura.
Hay que apostar a una alternativa política que sea intransigente en sus objetivos estratégicos, amplia en sus formas tácticas que en la coyuntura actual se ubique en una posición de independencia política respecto al gobierno, sin el sectarismo, que desde mi punto de vista tienen las principales expresiones de la izquierda en nuestro país. No acuerdo con el delimitacionismo, con la idea de la denuncia como método de esclarecimiento.
Estamos en una fuerte polarización política entre la coalición del Frente de Todos, y la oposición por derecha. No hay mucho margen para un desarrollo de una expresión de izquierda cuando ya existe el FIT, que ocupa ese espacio en el debate público.
Esta situación lleva a la conclusión a muchos compañeros y compañeras de decir “no queda otra alternativa que asumir el bando contrario al bloque de derecha que expresa los enemigos históricos más reaccionarios de la clase trabajadora”. Pero la incorporación al dispositivo de alianzas del PJ, tiene el costo de la claudicación de los objetivos estratégicos de transformación social. Cuando en política adaptas una táctica y la sostenés, esa táctica ya pasa a ser tu estrategia.
Tenemos que intentar construir un espacio que se sostenga en el tiempo, que tenga independencia política y firmeza estratégica, pero versatilidad táctica con los puntos programáticos que se expresaron en la declaración común que promovimos para el 9 de Julio.
Tenemos que impulsar dinámicas de lucha que busquen interpelar desde las necesidades inmediatas y concretas de nuestros compañeros y compañeras, evitando la política fácil del “denuncismo”. No ganamos la discusión política con eso. Lo ganamos cuando podemos ofrecer una perspectiva que sea coherente, consistente y construyamos espacios de lucha que resuelvan la situación donde nosotros y nosotras seamos protagonistas en esa resolución. Así vamos construyendo otras correlaciones de fuerzas.
Luchamos por el socialismo, con un proyecto antiimperialista, feminista, de cuidados de los bienes comunes, es decir, una sociedad y una vida que merezca ser vivida y es lo que jamás nos va a poder ofrecer el sistema capitalista.
Arrancamos de muy atrás en nuestra construcción a raíz de la derrota del proceso revolucionario en los 70, de la dictadura militar, del desmembramiento de las expresiones revolucionarias poderosas que hubo en nuestro país que no pudieron sortear la represión de la dictadura militar y reimplantarse con un nivel de fortaleza política en la etapa constitucional. Hemos desarrollado cierta cultura de secta, en nuestra mirada política.
En estas coordenadas, hay que armar un espacio propio, es una apuesta colectiva que empezamos a prefigurar con la declaración del 9 de Julio. Ojalá sean los primeros pasos, que no son nuevos, sino retomando muchos anteriores, pero en una nueva etapa donde podamos profundizar las coincidencias. Ojalá que podamos avanzar en ese sentido y aprender de los errores anteriores.
Reivindico la tradición del guevarismo. Pero creo que si hay alguna fuerza social revolucionaria en nuestro país, tendrá que ser la conjugación de distintas tradiciones y con un vector potente de la tradición del peronismo revolucionario. Un vector va a venir de esa cultura política, otros trataremos de aportarlo desde las tradiciones de las izquierdas. Si hay una fuerza social revolucionaria en nuestro país, su coloratura política va a tener, sin ninguna duda, esa hibridación.
Muchos compañeros y compañeras quedamos en posiciones de defensa de algunos conceptos clásicos, en una dinámica mucho más versátil, pragmática y con tendencia a la institucionalización de ciertos sectores de la nueva militancia. Algo falló en la consolidación de un acervo político estratégico en una transición muy fuerte para que tantos compañeros y compañeras muy valiosas y valiosas emprendieran un tan vertiginoso y acelerado proceso al realismo político de la claudicación.
Tenemos que ver las posibilidades y limitaciones que está teniendo la respuesta de la clase trabajadora en esta coyuntura, con la cúpula de la CGT muy jugada a la apuesta del gran capital. El bloque más vinculado a la Corriente Federal y al yaskysmo está jugando un rol de amortiguar el malestar y garantizar la calma social.
Nuestra inserción es muy marginal en el conjunto del movimiento obrero organizado y no organizado en nuestro país y nuestras posibilidades de intervención son acotadas.
Voy a traer un ejemplo de cómo encarar la pelea reivindicativas con aspiraciones a que se masifique. Los compañeros y compañeras del movimiento territorial cocinaron esta consigna de “La deuda es con el pueblo, no con el FMI”. Hay una mirada, un enfoque, que debería ser trasladado a otros campos de intervención. Para nosotres, esa consigna fue siempre un puntapié hacia que la investigación de la deuda, hacia su desconocimiento, en un sentido de confrontación y de colisión política con el imperialismo, con el FMI y los organismos internacionales de crédito. Pero para otro sector del movimiento popular, era una instancia de acumulación de fuerzas para la negociación del gobierno de Alberto Fernández con los bonistas privados. Todos fuimos, levantamos esa consigna desde la perspectiva propia y aspirando a que esa intervención amplificara un planteo político, y otro sector del movimiento popular lo hizo para mejorar las condiciones de negociación del gobierno en la discusión con los acreedores privados y eso posibilitó determinadas intervenciones.
Tenemos que aprovechar también los momentos políticos para avanzar, y no son sólo estas tres organizaciones. Tenemos que intentar que haya más compañeros y compañeras de otras organizaciones articulados en ejes comunes. Creo que la declaración del 9 de julio abre un territorio político, en el cual tendríamos que procurar que se sumen la mayor cantidad de compañeros y compañeras a aportar a esa experiencia de unidad, que va a tener un momento de elaboración intelectual y político como tarea necesaria.
Luchamos por el socialismo, con un proyecto antiimperialista, feminista, de cuidados de los bienes comunes, es decir, una sociedad y una vida que merezca ser vivida y es lo que jamás nos va a poder ofrecer el sistema capitalista.
Norberto Señor
Quienes estamos en esta convocatoria tenemos recorridos comunes desde hace mucho tiempo. Estamos en un proceso de revalorizar nuevamente después de muchas idas y vueltas, para darle un carácter orgánico más estable a un accionar común. Construir una alternativa política desde nuestras izquierdas es una necesidad imperiosa.
¿Quién paga esta crisis? La pandemia se desarrolla en una crisis general del capitalismo, pero también de una profunda crisis de alternativa a nivel mundial, a nivel regional y a nivel local. Muy golpeadas por los retrocesos que nos ha generado el imperialismo, por este ataque enorme en Bolivia al proceso político de ese país, por los continuos asedios a Venezuela, por las dificultades de la Revolución Cubana. Y sin embargo, también ahí se ve el límite que tiene el imperialismo para llevar adelante todo su proyecto.
Se ha visto el alzamiento popular antes de la pandemia en varios países de nuestra región, pero eso por sí solo no resuelve el problema, porque carecemos de un proyecto revolucionario alternativo a nivel general y a nivel local. Necesitamos un proyecto vinculado estrechamente con las masas, con vocación de poder, con capacidad de recoger las enseñanzas de la historia y de sintetizarlas.
Necesitamos ser capaces de generar herramientas que superen las que hemos construido, que tengan mayor potencia en su intervención, pensando juntes cómo ir desarrollando esa estrategia.
Hay una serie de debates que recorren el mundo en medio de la pandemia. El capital y sus voceros tienen un poder inmenso para instalarlas y para ocultar donde está el centro de los problemas. Se habla del problema de las “reuniones sociales”, ocultando los contagios en los centros de trabajo, y las concesiones permanentes a todas las presiones empresarias.
La necesidad de contar con Estados que vuelquen masivamente recursos a fortalecer los sistemas de salud han quedado a la orden del día, lo mismo que volcarlos para mínimamente mitigar los inmensos problemas que genera tanta desocupación, tanta destrucción o freno de las fuerzas productivas.
Están en el orden del día los problemas que se han planteado de afectación de la naturaleza, la perspectiva agroecológica como una perspectiva central para enfrentar este desequilibrio que provoca la voracidad del capital, y la valorización de las políticas de cuidado que nos ayudan a reforzar la discusión sobre la necesidad de acabar con la desigualdad de géneros en la vida cotidiana, en la vida política y social.
Queda demostrado que la clase trabajadora es la única que puede mover las ruedas de la sociedad. Sin embargo, este hecho, para la inmensa mayoría de nuestro pueblo, está velado detrás de todos los discursos que promueve la derecha y todos los que tienen como proyecto conciliar con el gran capital, con ese capital financiero que domina el mundo.
Sin sectarismos y con un debate fraterno, debemos intervenir planteando la necesidad de algunos ejes programáticos, como en el control del comercio exterior, que queda al descubierto nuevamente en el debate de Vicentín.
La salida económica que necesitamos no se va a parecer a aquellas condiciones internacionales del primer peronismo, no hay un sector de la burguesía local que pueda cumplir un papel nacional o progresivo, es decir, que la clase trabajadora y los sectores populares tenemos que necesariamente poder tomar el control.
Enfrentar y afectar esos intereses tan poderosos es parte de un programa indispensable y desde ese punto de vista, sabemos que no alcanza con un programa si al mismo tiempo no está vinculado a una construcción política, con vocación de masas y de poder que pueda llevarlo adelante.
Como ya dije en otro debate, necesitamos una mayor articulación entre las organizaciones de nuestra izquierda y la intelectualidad que habitualmente es la que nos nutre de miradas y de posibilidades de comprender mejor el mundo y el país en el que estamos. Si asumimos las limitaciones de nuestras organizaciones, necesitamos vincular la necesidad de construir organizaciones más homogéneas, siempre indispensables para los procesos transformadores a lo largo de la historia, con instancias más amplias y cambiantes, y a la vez necesitamos instancias de elaboración estratégica entre sectores de la intelectualidad y las organizaciones que intervenimos en el movimiento de masas.
Hay que animarse a reconstruir un proyecto popular y de masas. No es simplemente el camino de crecimiento de nuestras organizaciones, sino que crezca un espacio común dentro y fuera de nuestras organizaciones, capaz de incidir en la vida política nacional. Hay que abordar esa tarea con una mirada amplia y con paciencia, con la convicción que no hay otro camino para nuestra clase y nuestro pueblo que profundizar la necesidad de romper las estructuras de explotación y opresión, para construir un proyecto revolucionario. Se trata de transformar esta situación de crisis en una oportunidad para que emerja una izquierda revolucionaria que venga a cumplir ese papel.
Desde el MULCS, desde la experiencia que venimos haciendo precisamente en construir herramientas más amplias en el Movimiento de los Pueblos: Por un socialismo feminista desde abajo, ponemos nuestros mayores esfuerzos en ese camino, siempre con la vinculación estrecha con las masas de las que somos también parte.
Pero creo que la clave principal es cómo mejorar la capacidad de la intervención política porque esos debates van a desarrollarse mucho más en la medida en que podamos intervenir con mayor extensión y capacidad para recoger de las masas con las que intervenimos algunas claves.
Está claro que no podemos pararnos como el ala izquierda de Fernández, nunca lo hemos hecho desde estas tres organizaciones. Pero necesitamos una práctica dispuesta a interpelar a los sectores de masas que piensan de ese modo, no tanto a las organizaciones que con un criterio especulativo sólo buscan acumular fuerzas.
La conciliación enorme con los principales factores de poder de la Argentina, cuya foto más clara fue el 9 de Julio. Esa política puede llevarse puesta gran parte de la imagen popular que tiene Cristina Fernández, de los sectores que aplauden cuando se habla de expropiar Vicentín o de priorizar a les jubilades sobre los banqueros, pero que después ve los retrocesos en ese camino.
Ese posible derrumbe va a ser capitalizado por la derecha si no irrumpe otra perspectiva que interpele a esas masas y que no las lleve a la frustración. La perspectiva política de una situación de rebelión requiere de la instalación de proyecto y de organizaciones capaces de darle otro horizonte. Tenemos que estar muy atentes a eso, y con una política que se proponga interpelar a las masas.
Es muy aguda la disputa interimperialista entre Estados Unidos y China, y los problemas que trae esta disputa se agravan aun más con la pandemia.
Es una crisis muy aguda, de muy difícil salida, tal vez en nuestro país con la disponibilidad mayor de recursos se pueda capear un poco el temporal si tienen una decisión de enfrentar las inmensas presiones que van a ser cada vez mayores del capital concentrado, y si tercia el movimiento popular con fuerza. Tendemos a pensar que estamos ante una crisis que vino para quedarse, que nos plantea discusiones estratégicas en el mundo y en el país.
Si nos proponemos ir a fondo en rescatar la identidad y la historia nacional y nuestro americana, podremos también encontrar una vía para avanzar en ese proceso de cambio profundo que necesitamos encarar. Porque nosotres, más allá de comprender el contexto internacional y el carácter internacional de las luchas de los trabajadores, entendemos que es central comprender nuestras tradiciones nacionales de lucha, incorporando las tradiciones políticas populares que mencionaba el Vasco. Construyendo esa síntesis de viejas y recientes tradiciones, donde están el peronismo revolucionario, el guevarismo y el conjunto de las expresiones de la izquierda que fueron capaces de generar expresiones de masas, especialmente en la clase trabajadora a lo largo de nuestra historia. Tenemos que animarnos a encontrar las herramientas capaces de sintetizar toda esa fuerza y toda esa potencialidad.
Eduardo Lucita
El fenómeno del corte temporal en las organizaciones es un fenómeno de la época, las organizaciones políticas o sociales que se conforman ahora tienen menos definiciones que las que se conformaban en los años 60 ó 70, y los militantes son mucho menos formados de lo que éramos nosotros en aquellos años.
Se señaló que había que tener firmeza en los principios, en los objetivos estratégicos, y ver cómo se articulan los principales vectores en cada país y en cada región, y tener la flexibilidad táctica para ir avanzando y aprovechando las oportunidades que se van presentando.
Ahora quiero decir que el problema de la táctica no es un problema menor. Porque en el largo plazo estamos todos muertos, como decía Keynes. Es decir, nosotros podemos tener una gran definición estratégica pero si no tenés intervención política para la coyuntura y para poder crecer en esa intervención política, no hay perspectiva estratégica que te saque de la situación.
No sólo hay que tener la actitud para aprovechar las situaciones que se presentan para la cual hay que tener una lectura adecuada de la realidad, sino que hay que consolidar una masa crítica para poder intervenir en la coyuntura. Eso lleva a replantearse el problema de la unidad, pero no sólo una unidad para la lucha, sino una unidad en una perspectiva estratégica.
La pandemia tiene un efecto brutalmente negativo, hay un retroceso, enfoca a todo el mundo a cuidarse, a guardarse, nos empuja a la oscuridad a todos. Y al mismo tiempo, le está dando pie a que la derecha crezca. Pero al mismo tiempo nos da una ventaja porque es el momento para reflexionar en términos de la necesaria unidad estratégica.
Creo que las exposiciones que hemos tenido acá expresan lo mejor del pensamiento de la izquierda independiente, de lo mejor que tenemos de esa izquierda no FIT.
Y es el camino que hay que transitar. Creo que la pandemia da un espacio para acelerar los debates entre estos grupos para ir forjando la unidad estratégica.
Se tiene que tener en cuenta también la dimensión internacional. Porque si no ante cualquier quiebre de la situación internacional, esa unidad se fractura. Entonces incorporar a ese debate una perspectiva internacional lo que implica para la izquierda un claro posicionamiento sobre Cuba, sobre Venezuela, sobre Nicaragua y sobre otros fenómenos que se puedan ir presentando.
Hay que acelerar los procesos de debates internos entre lo mejor que tenemos en este momento en la izquierda revolucionaria.