Posted on: 24 octubre, 2020 Posted by: MULCS Comments: 1

23/10/2020

Reproducimos nota de nuestra compañera Lucía Herrera ante el fallecimiento de Elsa Repetto el pasado 17 de octubre.

En septiembre de 1974, mientras Raúl Laguzzi era Rector interino de la UBA, fue asesinado el hijo de Elsa y de Raúl, un bebé de sólo cinco meses de vida. Posteriormente, pudieron exiliarse en México, y más tarde en Francia, donde vivieron hasta el final de sus días. En la nota que escribe Lucía se refleja la vida cotidiana, tan humana, tan distinta a los genocidas, de Elsa y de Raúl.

En su recuerdo, en el recuerdo de tantas y tantos asesinades por el Terrorismo de Estado, va este emotivo recuerdo de la Tía Belsita.

Esta mañana falleció Elsa Repetto, “tía Belsita”. Mamá de Pablo Gustavo Laguzzi, asesinado por la Triple A a los cinco meses de edad. “Si no nos contiene la memoria, nos derramará el olvido”, decía su compañero de toda la vida y padre de Pablito, Raúl Laguzzi. Desde que Raúl murió, tía Belsita nos fue dejando, perdiendo poco a poco la memoria, porque, a veces, recordar duele, y el olvido es un bálsamo. Pablito fue un bebé muy deseado.

A tía Belsita le habían dicho que no podría tener hijos, y el embarazo fue una gran victoria. Pero el 7 de septiembre del ´74 la derecha peronista puso una bomba en la casa familiar. Raúl y Elsa se exiliaron en México, y allá nos recibieron cuando llegamos mi madre y yo un par de años después. Tía Belsita me contó que cuando mi mamá no estaba, yo ponía una sillita junto a la puerta y cuando ellos me preguntaban qué estaba haciendo, yo les decía que esperaba a mi papá. Algunas veces me cuidaba Carlos, el hermano de Elsa que también se había sumado al refugio. Era un poquito distraído. Recuerdo que una noche salimos a dar una vuelta (por el DF, vaya ocurrencia), y yo me sentía un poco extraña… Hasta que me di cuenta de qué sucedía, y le dije “Carlitos estoy en pijama y pantuflas”.

Yo tenía dos años y poco, andaba soltando la lengua, y se ve que un día hice una demostración de palabrotas que había escuchado por ahí. Estaba aprendiendo a putear en mexicano, pero tía Belsita era delicada con esas cuestiones, y entonces me lavó la boca con jabón. Con amor y jabón, pero sin resultados.

Otro día, horrible día, volvimos todos juntos al departamento, y estaba todo patas para arriba. Todo. Los cajones por el piso, la ropa, papeles, cosas, todo revuelto. Recuerdo sus caras grises, como piedras. La persecución no descansaba ni conocía fronteras. Elsa y Raúl se fueron entonces a Francia, y allí se quedaron. Luego llegó Mariló a sus vidas, mi querida Maria Laura Laguzzi Repetto.

En algún momento, pudieron tomar la fuerza necesaria para venir a la Argentina, siempre de visita porque les resultaba intolerable vivir aquí. Le hicieron una demanda al Estado por la muerte de Pablito, y luego de lograr el reconocimiento de la responsabilidad estatal, donaron todo el dinero de la indemnización a escuelas rurales, comedores y hogares, algunos de los cuales adoptaron el nombre “Pablo Gustavo Laguzzi” en su homenaje. En este hilar de recuerdos hay muchos más. En su novela “Uzxtl, nombre de lugar”, tía Belsita describe el momento en que uno de los personajes tira de esos hilos escondidos de la mente: “Recordó el olor de las tortillas de maíz y los tacos calientes. Las torrejas en almíbar. Sus primos. Recordó también de pronto la muerte, cayendo como una piedra abrupta en medio del agua e iniciando círculos cada vez más difusos y cada vez más amplios”.

La muerte, jodida muerte que hoy cae como una piedra, no me permitió volver a abrazar a tía Belsita. Pero en su memoria, la de Raúl, la de Pablito, la de los 30 mil, y por nuestra propia memoria, siguen resonando furiosos deseos que desbordan cualquier intento de olvido, perdón y reconciliación. Resulta irónico que haya fallecido el “Día de la Lealtad”. Mi lealtad es contigo tía Belsita, con tus ansias y dolores, con todes les compañeres de ayer y de hoy, y no con consignas vacías de realidad.

Buen viaje tía Belsita, que encuentres la paz que merecés.

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  1. Descubrimos hoy con estupor el fallecimiento de Elsa y recordamos. Recordamos, como une luz, nuestro encuentro con Elsa, probablemente en cuento lleguen los dos a Francia desde Mejico. Habìa venido desde Paris para seguir cursos de francès en el centro de formación dondé trabajamos, mi marido y yo, en la ciudad de Royan, cerca de La Rochelle. Fue un momento tan inolvidable, descubrimos tantos referencias y valores humanas, sociales y intellectuales que compartimos. Tanta dignida pour su parte despues de no que le habìa ocurrido, tanta calor y riquesa. Les encontramos de nuevo cuando venimos a vivir en París. Descubrimos, años despues, que hizo su thesis sobre Borges, en la Universidad Paris Vll, con un amigo nuestro, Jean Louis Houdebine (muerto hace circo años). Su recuerdo queda muy vivo dentro de nosotros.
    Que la tierra te sera lígera, Elsa !
    Evelyne et François Delaunay

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