Posted on: 18 diciembre, 2020 Posted by: MULCS Comments: 0

Estamos llegando al final de un año en que el capitalismo a nivel mundial entró en una profunda crisis. Todas las economías del mundo caerán este año, excepto China, y hay incertidumbre sobre las posibilidades de recuperación. El impacto de la crisis del covid19 en Nuestra América ha sido aún más profundo que en otros rincones del planeta, por las enormes desigualdades que padecemos, y porque nuestra región ha sido uno de los epicentros de la pandemia con miles de muertes y millones de infectades. La parálisis de la economía tuvo sus consecuencias sociales con aumento de la pobreza y del desempleo, arrojando a miles de personas al límite de la subsistencia. Es la crisis de un sistema que se desentiende por la vida, que decide preservar la acumulación de riquezas y ganancias privadas, aun a costa del perjuicio para millones. 

Nuestro país no escapa a esta realidad y afronta este momento con el peso acumulado de una crisis que no generó el pueblo trabajador, sino que es fruto de la especulación empresaria, el endeudamiento, la fuga de capitales, y el modelo extractivo de saqueo de nuestros bienes comunes. Lejos de hacer pagar el costo de esta crisis a quienes la generaron, el Gobierno busca un acuerdo con el FMI, los empresarios, los dueños del agronegocio, para gestionar la gobernabilidad. Se le propone al pueblo trabajador aguantar hasta que se restablezca la economía, pero en estas condiciones la espera implica el deterioro y la precarización de nuestras vidas. 

El Frente de Todos gestiona esta crisis con claros signos de ajuste, mayor despliegue represivo y una continua concesión a los sectores patronales. Por su parte, la derecha macrista promete proyectos de mayor ajuste y represión copando las calles con sus discursos de odio, misóginos, racistas y anti derechos.

El peso del endeudamiento, el aumento de la desocupación, el congelamiento salarial, el ataque a las jubilaciones, las dificultades crecientes para acceder a los alimentos y bienes de primera necesidad, la deficiente infraestructura urbana, la falta de vivienda  y de Tierra para Vivir, vienen golpeando a nuestro pueblo trabajador. 

No podemos esperar más: es imprescindible una salida popular a esta crisis, y hay que construirla desde ahora.

Crisis económica, deuda y ajuste 

La deuda externa ilegal, ilegítima y fraudulenta, es la herramienta para aplicar políticas de ajuste y para convalidar el dominio del FMI y otros organismos internacionales. La negociación con los fondos privados tenedores de bonos es la convalidación de una estafa al pueblo que hipotecó una vez más el futuro de nuestro país por generaciones. Los condicionamientos que pueden venir de un acuerdo de “facilidades extendidas” con el Fondo implican la presión para recortar el gasto social en los sectores más castigados de nuestro pueblo, proteger las inversiones con la disminución de sus “costos laborales”, la protección de su propiedad privada, y la reconversión de los sistemas públicos de cuidados para que sirvan mejor a los intereses del mercado.

Por otro lado, las entidades financieras y bancarias siguen siendo las grandes beneficiarias ante cada crisis, obteniendo cuantiosas ganancias ante la bancarización forzada por la pandemia, y no liberando crédito barato para motorizar la salida de la crisis productiva. De este modo, dejan en claro una vez más que su objetivo de lucro es inamovible aún en momentos de pandemia. Por lo tanto, es imprescindible que desde los diferentes sectores populares promovamos la discusión de cómo se gestionan los ahorros nacionales y hacia dónde se volcará su inversión. 

Mientras, los empresarios que fugan sus ganancias y extorsionan a les trabajadores siguen actuando con total impunidad. No hay control sobre las exportaciones, no hay ningún tipo de mecanismo que permita socializar la riqueza que producen les trabajadores y que se apropian unos pocos.

En un contexto de pandemia, en la que los Estados se encuentran con grandes gastos inesperados para enfrentar la crisis sanitaria y las economías sufren grandes depresiones, los ingresos fiscales se ven sumamente reducidos. El Gobierno planteó un aporte extraordinario por única vez, como si no lo necesitáramos con regularidad. Alcanza sólo a las personas físicas y no a las empresas y bancos. Y su destino está mal orientado, puesto que un 25% de lo recaudado será para YPF y otro 20% para PYMES, cuando las necesidades urgentes de nuestro pueblo pasan por los más de 8 millones de personas que cobran un IFE miserable de $5.000 por mes y no tienen dónde vivir.

Necesitamos poner en cuestión un sistema tributario regresivo, que se basa en impuestos al consumo de las grandes mayorías, siendo el IVA su máximo exponente, antes que sobre los patrimonios de los sectores más concentrados. 

Proponemos: 

Suspensión inmediata del pago de la deuda externa y su investigación, como parte de una política integral de desconocimiento soberano de esta estafa del capital financiero internacional y sus socios locales a nuestros pueblos. 

Organizar el protagonismo popular y la deliberación colectiva en cada barrio, en cada lugar de trabajo o de estudio para reafirmar que la deuda es con el pueblo. Es necesario discutir las urgencias en materia de salud, educación, vivienda e infraestructura y disponer de todos los recursos para esos objetivos. 

Para asegurar la captación de divisas y consolidar el ahorro nacional, es necesario avanzar hacia el control estatal del comercio exterior, poniendo especial énfasis en el control de los puertos privados y en su posterior renacionalización. 

Nacionalizar la banca para que estos cuantiosos recursos económicos sean redireccionados desde la timba financiera hacia la satisfacción de las múltiples necesidades concretas de la población y a motorizar el sistema productivo.    

Discutir un impuesto permanente a las grandes fortunas de grupos económicos concentrados, bancos, terratenientes y multimillonarios que avance hacia una matriz impositiva progresiva, y que se destine a las necesidades más urgentes de nuestro pueblo.

Sanciones a las empresas que operan en forma fraudulenta, recuperación de esas empresas y su puesta en funcionamiento bajo control de sus trabajadoras y trabajadores.

Por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas: Contra la violencia patriarcal

En este contexto de crisis vemos una vez más como una de las principales variables de ajuste somos las mujeres e identidades feminizadas ya que recaen sobre nosotras las tareas de cuidado. La precarización de la vida y la pérdida de derechos refuerzan así mandatos patriarcales socialmente asignados.

En el mismo sentido, los sectores más reaccionarios quieren impedir que las personas con capacidad de gestar podamos decidir sobre nuestro cuerpo.

Estamos a pocos días del debate en el Senado de la ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Estamos más cerca que nunca, después de décadas de una lucha que fuimos haciendo crecer y masificar, de conseguir ese derecho para millones de mujeres y personas gestantes. La aprobación sería un gran avance, aún con las limitaciones del proyecto oficial que permite la “objeción de conciencia”, plantea la penalización a quien aborte por fuera de las causales más allá de las 14 semanas y no deja claro el respeto de la autonomía progresiva de les adolescentes. Llegamos a este momento por el activismo de la Campaña Nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, y de todo el movimiento de mujeres y diversidades, que han legitimado el derecho al aborto en nuestra sociedad.

Se trata de conquistar la ley, y al mismo tiempo fortalecer nuestras redes feministas para el acceso efectivo a nuestro derecho a abortar.

Contra el extractivismo: Luchas y disputas en los territorios

En nuestro continente, el modelo extractivismo impuesto por el imperialismo y el gran capital destruye nuestros bienes comunes, y afecta a millones de personas. Es una nueva vuelta a la destrucción de Nuestra América, iniciada por el saqueo de la colonización europea. Ese modelo representa contaminación para nuestros territorios y nuestros pueblos, y enormes ganancias para los capitales concentrados.

Es necesario avanzar en otro modelo de desarrollo basado en la soberanía alimentaria sostenida por la utilización pública y la socialización de las principales tierras productivas (aún en manos de un puñado de terratenientes y pooles sojeros), dejando atrás el modelo extractivista y del agronegocio para dar forma a un modelo agroecológico y sustentable de producción de alimentos, que privilegie las necesidades y requerimientos de nuestros pueblos y que plantee otra forma de relación con la naturaleza y los bienes comunes. 

Para hacer frente a los pagos de la deuda se propone reforzar el modelo extractivista a partir de los acuerdos con el Consejo Agroindustrial Argentino para reforzar el agronegocio, el acuerdo con China para la producción de carne porcina, y un nuevo impulso a la megaminería como sucede en Chubut en donde se pretende avanzar contra la voluntad popular y a fuerza de represión. La masiva resistencia popular en Chubut contra la megaminería es un nuevo ejemplo de la capacidad de lucha de nuestros pueblos.

Además también se consolida el “extractivismo urbano” que prioriza el negocio inmobiliario y la construcción de viviendas de lujo y countries para unos pocos. Mientras, la crisis deja al descubierto las grandes desigualdades, la gran problemática habitacional y la postergación de años que padecen las familias de las barriadas con viviendas precarias, en condiciones de hacinamiento, sin acceso a servicios básicos de agua, luz, y cloacas. Se profundiza entonces la desigual distribución de la propiedad urbana y rural y la falta de acceso a equipamientos colectivos como servicios de salud, jardines, centros comunitarios, conectividad.

Luchamos por el derecho a Tierra para Vivir y Tierra para Producir. En este año, miles de familias empobrecidas recuperaron o intentaron recuperar Tierras para Vivir, con la recuperación de Guernica como el punto más alto de esta lucha tan masiva, que se desplegó en el conurbano y en buena parte de nuestro país. La derecha y sus medios de desinformación masiva propusieron una salida represiva desde el principio, y el Gobierno terminó acordando esa política, con Berni encabezando la defensa de sus propiedades privadas.

La respuesta debe ser profundamente distinta. Se trata de impulsar políticas de hábitat popular, construidas con la participación de los movimientos territoriales que den respuesta a las demandas de acceso a tierras, a la construcción de viviendas, y el acceso a créditos populares. Hay que avanzar en la transformación del esquema de propiedad de la tierra. Tierra para Vivir y para Producir, y no para la especulación inmobiliaria.

Nuestras vidas valen más que sus ganancias: Por nuestras condiciones de trabajo

El Gobierno debe dejar de subsidiar a quienes obtuvieron grandes ganancias con la concentración empresaria, el endeudamiento y la fuga de capitales, y dar continuidad al apoyo estatal a los sectores populares más afectados, a les trabajadores, y a la pequeña producción nacional capaz de generar empleos. Se debe promover una reactivación del mercado interno, sustentada en un aumento de los ingresos y del empleo popular. 

Hay que recuperar los salarios y las jubilaciones en forma inmediata, con un aumento general que cubra todo lo perdido en la última etapa, que supere la inflación de esta etapa. Los años del macrismo y este año de pandemia disminuyeron aún más nuestros ingresos: las jubilaciones, los salarios de les estatales, los planes sociales y los ingresos de millones de precarizades, disminuyeron hasta un 20 % desde diciembre de 2015. Los salarios promedio de les trabajadores de la actividad privada están por debajo de la canasta de pobreza (hoy superior a los 50.000 $ mensuales).

La inflación de los alimentos y bienes básicos sigue aumentando, y hoy comprar carne, frutas y verduras es cada vez más inaccesible. Hay que controlar en serio los precios y reactivar la obra pública, con gestión popular. La crisis sanitaria obliga más que nunca a un aumento sustancial del presupuesto de salud pública.

Sólo recuperando los salarios y las condiciones laborales para todas y todos lograremos que les trabajadores y les sectores populares no paguemos todo el peso de la crisis. Hay que afectar los intereses de los poderosos de siempre, de quienes tienen todo el poder económico y político. Hay que terminar con todas las formas de la precarización laboral, que precarizan la vida de las mayorías populares, e imponer paritarias superiores a la inflación para todos y todas.

Nuestra clase trabajadora tiene una enorme historia de lucha y organización. En este año, la pandemia, junto a las conducciones sindicales burocratizadas, limitó muchísimo nuestra capacidad de respuesta frente la ofensiva del gran capital, que nuevamente utiliza la crisis general a favor de sus ganancias. En los últimos días, están recomenzando los paros y las protestas populares. El paro general promovido por la Federación Aceitera y otros sindicatos del complejo agroexportador es una lucha clave por el verdadero salario mínimo, vital y móvil, y marca un momento de recuperación de las luchas por nuestros salarios y derechos.

Vamos por una verdadera salida popular a la crisis

Para conseguir este salida, es preciso organizar a millones de nuestro pueblo trabajador. La fuerza de los poderosos, la fuerza de los enemigos del pueblo, está en su poder económico y en su relación con el imperialismo y el gran capital en todo el mundo, y en su dominación de los grandes medios de comunicación y de las principales fuerzas políticas. Hay que imponer la fuerza de las mayorías populares, para construir un país y un mundo para todas y todos, pero de verdad, no sólo en medidas de emergencia o en discursos.

Para imponer cada punto de este programa, es necesaria la unidad de miles y miles de compañeres y activistas en cada terreno de lucha, en los territorios, en los sindicatos y los lugares de trabajo, en las luchas del movimiento de mujeres y diversidades sexuales, en las luchas contra el extractivismo y el saqueo. La unidad del activismo y del movimiento popular es una condición necesaria para la unidad de las mayorías populares.

Desde esa fuerza, desde nuestra historia de lucha y organización, vamos por cambiar todo lo que deba ser cambiado, por construir el poder del pueblo, por una sociedad sin explotadores ni explotades.

Frente Popular Darío Santillán

Marabunta – Corriente Social y Política

Movimiento de los Pueblos: Por un socialismo feminista desde abajo (Frente Popular Darío Santillán – Corriente Plurinacional / Izquierda Latinoamericana Socialista / Movimiento 8 de abril / Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social)

Diciembre de 2020