05/02/2021
– Guillermo Cieza –
Las portadas de los principales diarios del 26 de enero de 2021 reflejaron la noticia que, el día anterior, encabezaba los informativos televisivos : el Gobierno , las cámaras de exportadores y los grandes supermercados habían llegado a un acuerdo que permitiría bajar el precio de la carne vacuna entre un 30 y un 15% .
Como es de suponer, el Gobierno festejaba el acuerdo alcanzado y las caras de los empresarios expresaban una moderada satisfacción. La lectura de estos acontecimientos generó no pocos comentarios. Los más entusiastas celebrando el hecho de que el gobierno nacional y popular le había quebrado el brazo a la oligarquía, otros en sentido contrario: lamentando la nueva intervención del Estado en el mercado de carnes, que seguramente contribuiría a extender la ruina entre los productores.
Intentando discutir un poco más en serio, parece conveniente recurrir a algunos datos duros que ilustran sobre cómo ha transitado la producción de carne vacuna en estos tiempos.
Los números de la carne vacuna en tiempos de pandemia
En primer lugar, resulta importante precisar cuánto se lleva el consumo interno y cuándo la exportación de la producción nacional de carnes.
De una producción anual de tres millones trescientos mil toneladas, la exportación se lleva alrededor de un millón, lo que equivale a un 30%. La particularidad de que el gran comprador de carne argentina y mundial sea China, hizo posible que las exportaciones crecieran durante el año de la pandemia. Las mayores compras chinas compensaron, y aún superaron, las pérdidas en toneladas por lo que no se exportó al mercado europeo.
El rodeo nacional vacuno y la producción de carne se mantiene estable desde 2016, pero como las exportaciones crecieron del 7% al 30%, ese crecimiento le disputa una porción al consumo interno, generando un alza de precios. Como consecuencia de esa puja van perdiendo los consumidores nacionales, que han visto reducir su consumo de 60 kg por año a 50 kg/año. Esto explica por qué los precios de la carne superaron a la inflación durante 2019, y también durante 2020. En el año de la pandemia con una inflación del 36%, el precio del novillo en Liniers subió un 75%, el novillito 77%, la vaca gorda un 71% y la conserva 63%. Los precios de la invernada tuvieron una suba de alrededor del 90%.
Estas subas de precios no están precedidas por un período de «vacas flacas», sino más bien, en los últimos años, por una sostenida mejora de los precios de la hacienda y de los ingresos de los ganaderos y los exportadores.
El acuerdo de carnes
Es de suponer que al comenzar la reunión entre el gobierno y quienes manejan mayores volúmenes en la comercialización de carnes, los datos duros mencionados estuvieran sobre la mesa. En un país donde la totalidad de los trabajadores y la mayoría de los jubilados han perdido ingresos, y donde además la mayoría de las empresas han visto reducir sus ganancias y en algunos casos han tenido pérdidas, se trataba de hacer un acuerdo sobre cuál sería el aporte de un sector que, como muestran los números, ha obtenido ganancias excepcionales. Ese aporte no se traduciría en una mayor carga impositiva, sino en una contribución a contener la inflación.
La discusión si bien tardía, porque la última alza de precios de la carne se dio a principios de noviembre, pretende anticiparse a una nueva oleada de aumentos que los analistas pronostican para fines de febrero y principios de marzo, cuando al finalizar el período vacacional e iniciar las clases, se suele producir un aumento de la demanda doméstica a la que se denomina «llenado de freezer».
Las cifras del acuerdo logrado parecen impactantes. Se trata de 6.000 toneladas mensuales que serán vendidas en 1600 bocas de expendio en todo el país. Sin embargo, quienes se pusieron a hacer números advirtieron que esa cantidad de carne cubre menos del 3% del consumo doméstico, por lo que el objetivo de retrotraer los precios que pagan el conjunto de los consumidores a noviembre parece inalcanzable. Hay que ver incluso si es suficiente para impedir los aumentos estacionales de marzo, cuando además de un crecimiento de la demanda se va a producir un descenso adicional de la oferta, por la baja ocupación de los corrales de engorde que es un 11% inferior al año pasado para esta misma época del año.
La foto
Con números muy favorables el gobierno desaprovechó la oportunidad para forzar una buena negociación. Su mayor logro es haber obtenido una buena foto acordando con los grandes ganadores del negocio de la carne un acuerdo antiinflacionario. Aunque la verdad de la milanesa es que ese acuerdo no le hace ni cosquillas a la inflación.
Esa foto seguramente le será útil para contener críticas partidarias a la actitud extremadamente prudente de la gestión de Alberto Fernández y hacia afuera para demostrarles a los empresarios que tampoco resulta tan gravoso sentarse a negociar.
También habrá otra foto de que en algún lugar en el país la tira de asado vale 399 pesos. Aunque, a ese precio, será dificil encontrarla.
Guillermo Cieza
26/1/2021