15/7/2021
Un recuerdo de nuestro compañero Leo Santa María sobre Cachito
Querido Cachito, querido Pelado, recuerdo cuando te conocí. Cómo olvidar ese momento si ya nunca más dejaste de estar presente.
Fue en Febrero de 2001 cuando me acerqué a un piquete en la ruta 36 en Bosques, en Florencio Varela, dónde junto a 2.000 personas durante el día y 1.000 a la noche aguantamos 12 días cortando la ruta. Ese fue mi primer piquete, que no iba a ser el único de esas características. Yo pertenecía a un grupo de derechos humanos que luchábamos por la Salud y fuimos a solidarizarnos con esa lucha y a llevar mercadería para las ollas populares y pertrechos para los piqueteros. Y fue en ese contexto que te acercaste a hablarme, lo primero que me preguntaste fue por qué estaba ahí, por qué me acercaba a ese espacio.
No sabía cómo decirte lo que pensaba del por qué quería estar ahí, entonces te dije que era porque entendíamos que debíamos sumar y acercar nuestra lucha por la salud con quienes estaban dando la lucha contra el sistema, y que para eso había que unir todas las luchas. Vos, viejo, sin perder tiempo y sin dar vueltas me sacaste del piquete y me llevaste a la casa de Dany (un gran y querido compañero que también sigue presente). En su casa sobre la misma ruta a dos cuadras del piquete charlamos largo y tendido. Volviste a preguntarme por qué yo pensaba que debía unirme a ustedes, y fue ahí que me animé y te dije que era porque yo ¡quería ser un revolucionario! Recuerdo como se te iluminó la cara y se te dibujó una sonrisa. Ahora me doy cuenta que ese momento fue un acto que selló a fuego nuestra relación.
Yo estaba re paria en todo sentido en esa época, y vos junto con otros cumpas me adoptaron como si me conocieran de siempre, fue la primera vez que alguien me ponía fichas y apostaba todo lo que tenía, en ese muchacho que en mí podía bien representar a muchos que como yo estábamos marginados y excluidos en una sociedad y en un sistema que nos condenaba a la falta de expectativas de una vida digna.
Tengo siempre presente tus permanentes visitas, donde quiera que yo estuviera. Primero en la fábrica abandonada donde yo vivía en Lanús. Un lugar que sirvió para que pusieras a prueba y forjaras la confianza que depositaste en mí, por las tareas y encuentros con compañeros que hicimos en ese lugar.
Luego me fui a vivir a Varela para estar cerca de los compas y en el territorio donde actuábamos principalmente. Allí también continuaste viniendo permanentemente a verme como si fueras un padre que viene a ver cómo anda y que necesita su hijo, trayendo lo que hacía falta, apuntalando, dando fuerzas, aconsejando, etcétera.
En otra ocasión también en un piquete de más de diez días sobre la ruta, cuando la lluvia, el frío y el miedo a no conseguir lo que reclamábamos, estaba haciendo caer la moral y el espíritu de lucha de los que estábamos ahí, te recuerdo salir de entre las carpas bajo la lluvia arengando a los gritos para que no decaiga la moral, y todos respondimos con entusiasmo a tu ejemplo de firmeza y optimismo a pesar de la adversidad que nos golpeaba, pero que vos sabías transformar en argumentos para fortalecernos y darnos confianza.
Te recuerdo también ocupado siempre por tu decisión y compromiso con la necesidad que teníamos de formarnos políticamente, y los encuentros donde por primera vez muchos tuvimos la oportunidad de ser tenidos en cuenta en esos espacios maravillosos que fueron los cursos de formación política que impulsaste.
Tu clara e incansable apuesta a la construcción de una organización política como herramienta fundamental de nuestra clase, para UNIR a los que luchamos y proyectar el cambio social, también nos encontró. Sobre ese encuentro recuerdo que te dije que lo que yo esperaba era poder ser consecuente con los objetivos, tareas y principios por los cuales nos habías convocado a los que participamos de ese intento de construir ese espacio.
Luego pasaron los años esperando siempre las fechas claves para vernos, 1ro de Mayo, 26 de Junio, 24 de Marzo, etc, sabiendo que en esos actos íbamos a encontrarnos como si nos viéramos siempre. Esos encuentros esporádicos, que yo esperaba ansiosamente, fueron templando lo que ya estaba forjado y marcado a fuego.
En lo personal y por lo que significó para mí, guardo como un tesoro tu visita a la isla cuando te enteraste que estaba enfermo. Una vez más estuviste cuando mas hacías falta. Pero vos querías saber que pensaba, en que andaba… y yo te conté, los problemas del Delta, de los isleños, que vi como por el Paraná pasaban barcos a montones que se llevaban nuestras riquezas y que me hacía acordar a la batalla de la Vuelta de Obligado. Y que estaba tratando de organizar a los trabajadores isleños.
Fuimos a buscar a un amigo y compañero tuyo que vivía llegando al Paraná, me pediste que te lleve con el bote, al loco Walter fuimos a buscar, con él habías empezado tu aventura mayor siendo pibes los dos a los 17 años, se recorrieron el Delta a remo, cruzaron el Río Paraná y llegaron a Uruguay. Fue justo en el año 1955 cuando bombardearon la Plaza y fusilaban a quienes organizaban la resistencia.
No lo encontramos al Loco Walter y te pusiste mal, te dio mucha bronca, el lugar estaba muy cambiado, había muchas casas que antes no estaban, nadie lo conocía ni sabía de él, una bronca bárbara. Hacía más de 60 años que no lo veías.
Después cuando volvimos a encontrarnos, había pasado un año que ni yo ni ninguno de los compañeros sabíamos nada de vos. Aunque seguimos yendo las fechas claves a la Plaza o al Puente, o donde esperábamos encontrarte como siempre lo habíamos hecho.
Esta vez habías caído en desgracia, la salud y los años de la vejez te estaban cobrando tanta vida. Cuando nos enteramos acudimos los compañeros que supiste conquistar. Tu preocupación a pesar de lo duro que habrá sido para vos saberte dando la vuelta, fue sin embargo lo que tenías que contarme y en lo que habías estado trabajando desde la última vez que nos habíamos visto en casa de la isla. Un programa político que contemplara la importancia estratégica del Río Paraná y el Río de La Plata. Me pediste que tome nota y me lo contaste en detalle. Y sabiendo de lo inevitable, me encomendaste algunas responsabilidades que vos ya no podrías.
Recuerdo tu entusiasmo y felicidad en esos momentos tan adversos e irreversibles para vos, como sin embargo, el hecho de volver a encontrarnos desde ese momento y hasta que pediste quedarte solo para meter el último gol. Hizo una vez más que en mí y en los compañeros que te acompañamos se mantenga con firmeza el espíritu revolucionario que forjaste con tu ejemplo.
Llevo para siempre grabado a fuego tu expresión de felicidad cada vez que nos vimos mientras duró esa última batalla que distes junto a nosotros, tus compañeros y tus hijos. Y me llevo para mí el honor de haberte conocido y compartido tanto, especialmente este último tramo del recorrido juntos.
Como si fuera que aquella primera travesía al Paraná en el año 55 que hiciste con el Loco Walter, de repente se uniera a la última que harías, dar esa vuelta final que te proponía la vida, que hiciste con tu amigo Leo, sesenta y pico de años después.
PD: Querido Cachito, Querido Pelado Espero sinceramente estar cumpliendo la promesa que te hice cuando te dije que lo que yo quería es ser un revolucionario y que lo que esperaba era poder ser consecuente con los objetivos, tareas y principios por los cuales nos habías convocado.
Hasta Siempre Cachito
Leo – Islas del Delta del Paraná – 15 de Julio de 2021