Posted on: 15 septiembre, 2021 Posted by: MULCS Comments: 0

15/9/2021

Normalmente se dice que las elecciones son una foto que refleja, en forma distorsionada, la situación del país, y especialmente de nuestro pueblo trabajador. Esta foto nos muestra la profundización, en el terreno de la lucha política, de la enorme crisis económica y social que se viene desarrollando en nuestro país desde hace tiempo, profundizado por la política del macrismo, la pandemia y las limitaciones permanentes del actual gobierno del Frente de Todos.

La derrota del Frente de Todos

La primera conclusión del resultado electoral de las PASO del 12 de septiembre es la gran derrota de la coalición de gobierno del Frente de Todos. Contra cualquier elección anterior con la que la comparemos, esta derrota es clarísima y sobran los datos. Enumeramos algunos elementos importantes: el FdT perdió las elecciones en 16 distritos sobre un total de 24; perdió en la mayoría de las provincias más pobladas (Buenos Aires, ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos); en la provincia de Buenos Aires perdió en todas las secciones electorales, salvo en la Tercera (zona sur del conurbano y La Matanza), donde ganó pero disminuyó muchísimo su caudal electoral; y perdió en territorios donde habitualmente triunfa como Chaco y Misiones.

Por supuesto, nadie quiere ser el padre o la madre de las derrotas, y se abrirá, en forma más abierta o más “reservada”, una enorme disputa ideológica, política y “electoralera” dentro del Frente de Todos y de las distintas alas del peronismo y del progresismo que lo integran. Es evidente la responsabilidad del presidente Alberto Fernández en la derrota, tanto en términos electorales (puso a les principales candidates en Buenos Aires, CABA y en la mayoría de las provincias), como en la política más general. La gran mayoría de nuestro pueblo seguimos viendo como nuestras condiciones de vida se deterioran cada día, mientras se continúa en piloto automático garantizando el ajuste por inflación y negociando la deuda ilegal e impagable con el FMI.

Pero ni Cristina Fernández y el sector kirchnerista, ni Massa y sus “renovadores” amigos de la gran burguesía local, ni los gobernadores clásicos, ni los sectores progres y de los movimientos populares, pueden quedarse afuera ni de las causas ni de las consecuencias de este fracaso político. La disputa interna será inevitable, con Massa, Kicillof y otres probándose la ropa de candidato a presidente antes de tiempo.

La unidad de la inmensa mayoría del peronismo en la provincia de Buenos Aires (una situación no lograda en las elecciones de “medio término” desde la rebelión de 2001) no impidió la derrota en ese terreno, y esa unidad sacó muchos menos que la Unidad Ciudadana de Cristina en su segundo puesto en las elecciones de 2017. Como dijimos, el FdT perdió en toda la provincia salvo en la Tercera Sección, y fue derrotado especialmente en las grandes ciudades (La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca) y en la Primera sección (en las zonas oeste y norte del conurbano, ahí donde Massa les debería equilibrar los tantos).

¿Dónde hay un mango? ¿Y quién lo tiene?

Las razones de esta derrota son profundamente políticas, y no derivadas de las tácticas electorales. Para las mayorías populares, la situación económica y social es cada vez peor: inflación constante, salarios y jubilaciones muy alejadas de la canasta básica, aumento de la pobreza, la desocupación y la precarización laboral, alquileres carísimos, hacinamiento y falta de viviendas dignas, imposibilidad de proyectar una vida ni siquiera un poco mejor en el mediano plazo.

Un diagnóstico se extiende a nivel popular en la mayoría de nuestro pueblo: el Gobierno de Alberto y Cristina no quiere, o no puede, sacarle un poco a los de arriba, a los que más tienen, para una “redistribución de ingresos” que se note en los bolsillos y las mesas de les trabajadores y el pueblo. La falta de voluntad para cuestionar la deuda contraída con el FMI por el gobierno de Macri, el sostenimiento del modelo de agronegocios y sus vinculaciones con el manejo de las vías navegables y del comercio exterior (con el escándalo de su mal llamada “hidrovía” y las agachadas en el caso Vicentin), la represión a la recuperación de tierras en Guernica para amedrentar a millones que necesitan tierra y vivienda, la imposibilidad de pensar en un impuesto permanente de las grandes empresas y personas millonarias, son muestras evidentes de estas limitaciones autoimpuestas por el presidente Fernández, y convalidadas por toda su coalición.

En ese escenario, el malestar popular con un gobierno que fue votado mayoritariamente hace dos años creció muchísimo, sin que desde las roscas de palacio le prestaran la atención que correspondía. Poquísimas voces del elenco oficialista habían expresado estas preocupaciones antes de su desastre electoral. La política de conciliación permanente entre los intereses del poder real y el gran capital (los bancos, el agronegocio, las exportadoras, las alimenticias) y los sectores populares siempre terminó favoreciendo a los de arriba, con muy poco espacio para las necesidades obreras y populares.

La Argentina es un país con enormes riquezas y posibilidades económicas, con un grado intermedio de desarrollo capitalista. En el medio de la crisis de “crecimiento capitalista”, que ya lleva una década, las grandes empresas multinacionales y la gran burguesía local siguieron levantando guita en pala, mientras les laburantes y los sectores populares veíamos disminuir cada vez más nuestros ingresos.

En el tiempo que falta hasta las elecciones del 14 de noviembre, el Gobierno intentará tomar medidas que mejoren las condiciones de vida de las mayorías, pero es imposible que logren alguna “recomposición” que se note sin enfrentarse en serio con el poder real. Ya desde los dueños de los “mercados” y sus voceros salieron a marcarles la cancha: les dicen que no es tiempo para gastar plata que no se tiene, ni para “populismo”. Envalentonados por la derrota del FdT y el avance de las propuestas de la derecha más reaccionaria, el poder real buscará mejorar aún más sus condiciones económicas y políticas. Como ya hemos señalado, lo harán sin piedad para los débiles, mostrando su rostro más antiobrero y antipopular.

La crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia no puede seguir siendo el argumento utilizado para las constantes concesiones al poder real, que siempre realimentan la fuerza política de la derecha más reaccionaria.

La derecha avanza y la ultraderecha se proyecta

La coalición de la derecha más “clásica”, Juntos por el Cambio, logra un triunfo político relevante, aún sin sumar más votos que en 2019. Ganaron en la mayoría de los distritos del país incluyendo a la provincia de Buenos Aires, es muy probable que sumen diputades y senadores, y sus votos promedian el 40% del electorado (un porcentaje similar a la votación de Macri en la derrota de su reelección en 2019).

Con sus internas y disputas entre el PRO y la UCR, o entre Larreta y Macri, se preparan para volver a gobernar, para ser la propuesta de recambio si el Frente de Todos (dirigido por el PJ) no logra revertir su retroceso político. Para mantener su dominación, el sistema político siempre necesita alternativas de recambio, que vuelvan a generar expectativas de “cambio” en sectores importantes de la población.

Con un enorme apoyo mediático y de las grandes empresas que buscan instalar un clima aún más favorable a sus negocios e intereses, crecen los votos de los “libertarios de ultraderecha”, especialmente en la ciudad de Buenos Aires con el 13% obtenido por Milei. Si se repitieran los resultados de las PASO, este sector tendría cuatro diputades (dos por CABA y dos por la provincia de Buenos Aires).

Es parte de una expresión política de los intereses del gran capital y el imperialismo, que ya se expresó en Bolsonaro en Brasil, o con Trump en el centro del imperialismo, y que tiene desarrollo en muchos países. Su discurso contra la “casta política” recoge de forma negativa el cuestionamiento de amplios sectores a esa democracia representativa con la que cada vez se come y se educa menos. Es una señal muy preocupante el crecimiento de estas propuestas fascistizantes en muchos sectores obreros y populares. Aún está por verse si se trata de un sector que crecerá, en línea con el crecimiento internacional de esa derecha fascistizante, ultra reaccionaria y pro capitalista, o es absorbido por el sistema político, que ya está tomando muchas de sus “ideas” en el debate público.

Por supuesto, su programa es el programa más reaccionario, y expresa los intereses profundos de nuestros enemigos de clase.

Crece el descontento popular

En el marco de la pandemia y del descontento pasivo de un sector importante de nuestro pueblo con el Gobierno actual, hubo un importante aumento del abstencionismo (o ausentismo), del voto en blanco y nulo. Estamos ante el menor nivel de participación desde que existe el sistema de las PASO, y en un sentido más amplio desde el comienzo del régimen constitucional en 1983. Por supuesto, es imposible medir qué porcentaje de este ausentismo se debe al descontento en las ofertas políticas, en un Gobierno que despierta frustración en sectores de nuestra población, y en las limitaciones de la pandemia.

En la comparación con la última elección similar (las PASO 2017), la votación bajó del 73 al 67% del padrón, es decir un 6%. Por cierto, se verá cuál es la participación en la elección de noviembre, pero este número expresa un fenómeno importante de descontento o rechazo en las propuestas existentes. Para el MULCS es muy importante estar atentes a cómo se expresa este descontento, si crece o no, y qué contenido político va tomando. El oído atento en lo que ocurre en nuestro pueblo es una necesidad permanente.

Entendemos que mientras las masas confíen en el sistema de representación “institucional” es necesario tener política activa en ese terreno, sin perder de vista la legítima desconfianza en esas formas de representación política.

Por cierto, vemos que el descontento popular también se expresó, aunque en forma muy distorsionada y errada, en parte del voto a la derecha y a la “nueva” ultraderecha.

Una forma mucho más positiva de expresión del descontento, en cuanto a los temas que encara y desarrolla, es el aumento del voto a propuestas de izquierda, en especial en el crecimiento electoral del FIT Unidad.

Aumento del voto hacia la izquierda

En porcentaje, la votación del FIT Unidad fue la mejor que realizó ese frente desde que existe el actual sistema electoral (2011), y también la mejor elección de una propuesta de izquierda desde 1983 hasta la actualidad. Si estos resultados se repitieran en la elección de noviembre, el FIT U obtendría cuatro diputades en total (en provincia y ciudad de Buenos Aires, y en Jujuy). En la mejor elección anterior (2013) obtuvo tres diputados (Buenos Aires, Mendoza y Salta).

Claramente, la existencia nacional del FIT permite que una parte del descontento popular con las grandes coaliciones dominantes se exprese por esta vía, limitando de este modo el aumento de la votación de las opciones más reaccionarias. Es un elemento a favor. Con el FIT coincidimos en el cuestionamiento a la renegociación de la deuda con el FMI y en muchas luchas obreras y populares, más allá de nuestras importantes diferencias con su programa y su estrategia política. Con una votación menor a la lista mayoritaria del FIT, el MST conservó su fuerza electoral al interior de ese frente.

Las otras propuestas nacionales de la izquierda en el terreno electoral, el MAS y Política Obrera, tuvieron números muy inferiores, y no superan las PASO en la mayor parte del país. En CABA, vuelve a superar esta instancia Autodeterminación y Libertad, dirigido por Luis Zamora.

Desde el MULCS vemos que fue correcto el pronunciamiento por el voto crítico a las listas del FIT, que realizamos desde las organizaciones del Movimiento de los Pueblos y organizaciones compañeras como Marabunta e Hilo Rojo (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/09/08/paso-votamos-a-la-izquierda-apostamos-a-la-organizacion-y-las-luchas-populares/).

Ese posicionamiento iba en línea con analizar el malestar popular existente, y en la necesidad de canalizar esa situación por opciones desde abajo y a la izquierda, sin dejar de destacar nuestras profundas diferencias con las organizaciones del FIT Unidad. Como MULCS es importante seguir la situación política, siempre en clave de pensar en términos de las mayorías populares: analizar cómo actúan los dos bloques dominantes de la disputa política (el Frente de Todos y Juntos por el Cambio), como se vincula con la situación de los pueblos de Nuestra América, y como actuamos las fuerzas y movimientos populares y de izquierda.

En los próximos meses, nos proponemos ampliar el espacio de organizaciones compañeras con quienes nos posicionemos en forma conjunta, partiendo del piso de la declaración acordada. Desde ese punto de vista, es más importante aún que la inclinación del voto intervenir en el debate de los ejes programáticos que creemos centrales para la discusión en nuestro país: en el cuestionamiento a la deuda ilegítima; en la recuperación de nuestra soberanía en todos los planos; en la lucha contra el modelo económico del agronegocio, las multinacionales y el capital financiero.

Construir nuestra propuesta en todos los terrenos

Aspiramos a ser constituyéndonos como un Movimiento Político y Social, que actúe en todos los planos de lucha existentes. A mediano plazo, es un debate a saldar en muchos sectores de nuestra nueva izquierda cómo pensamos las mejores formas para la intervención en la disputa electoral, sin que se transforme en el eje principal de nuestro accionar, y sin perderse en las peleas “institucionales”. Mejorar nuestras políticas en ese terreno será central para no estar siempre a merced de iniciativas y propuestas que no expresan nuestro mismo horizonte estratégico.

En la lucha permanente por construir un amplio Movimiento político y social con objetivos revolucionarios y de masas, será necesario avanzar en ese plano, como en otros espacios claves para desarrollar una alternativa de las y los de abajo en toda su dimensión (entre la intelectualidad revolucionaria, en el movimiento estudiantil y juvenil, en los movimientos ambientales y culturales, etcétera).

Con firmeza en los principios, con flexibilidad en las formas de organización y lucha de nuestro pueblo trabajador, seguiremos avanzando en todas las luchas necesarias hasta derrotar el poder de nuestros enemigos históricos, y construir una sociedad donde todas y todos podamos vivir sin ninguna forma de opresión ni explotación.