América Nuestra N°2 – Año 1- diciembre 2013 -Movimiento de Trabajadores Desocupades
En este reportaje a un compañero con amplia trayectoria en el movimiento de trabajadores desocupados, que hoy integra la AGTCAP (Asociación Gremial de Trabajador@s Cooperativ@s, Autogestiond@s y Precarizad@s), abordamos la historia reciente de este movimiento en nuestro país. En el próximo número de América Nuestra, desarrollaremos la situación actual de este importante sector de nuestra clase trabajadora.
¿Cómo se originaron los movimientos de trabajadores/as desocupados/as?
En la Argentina de los años 90 se llegó al pico más alto de la destrucción de medios y fuerzas productivas, todo un acontecimiento en la economía argentina, en donde los niveles de desocupación exceden cualquier antecedente histórico, incluso si se los traslada al plano internacional también exceden cualquier calculo histórico.
En aquellos años, la desocupación en la Argentina superó el 30% de la población económicamente activa, y los niveles de pobreza superaron el 50% de la población. Es decir, el país se encuentra con que el hambre y la miseria existente, la exclusión y la expulsión de mano de obra del mercado del trabajo, estallan y comienza la lucha por la supervivencia. Esta lucha fue surgiendo centralmente de dos puntos industriales, como son Cutral Co y Mosconi, en ambos lugares después del despido de miles de trabajadores de YPF en poblaciones donde justamente los únicos recursos y la única razón económica era la empresa estatal de petróleo. Los despidos en ambas ciudades dan surgimiento a lo que originalmente se denominaron “Fogoneros”, precisamente porque prendían fogones en la protesta, y que con el tiempo van adquiriendo el nombre de “Piqueteros” porque adoptan una vieja metodología de lucha de los trabajadores que es organizar el piquete contra los rompe huelgas.
Este fue el surgimiento inicial de los fogoneros y luego piqueteros, que reclaman los puestos de trabajo perdidos, el poder subsistir, los alimentos, la escuela, es decir los problemas que afrontaban inmensas capas de la población trabajadora que habían quedado fuera de toda posibilidad de subsistencia.
A partir de ahí se produce una generalización de una región a otra, poniendo a la luz lo que está sucediendo en el resto del país. El conurbano bonaerense, otrora área industrializada, tiene enorme cantidad de despidos y una enorme cantidad de población que no tiene recursos de ningún tipo, y comienzan a imitar este acontecimiento y empiezan a organizarse en los llamamos movimientos de trabajadores desocupados, cuya impronta fundamental y su acción de lucha principal es el corte de ruta, allí se desarrolla la famosa consigna “lucha de clases, lucha de calles”… se expresa esta lucha en la calle, y en la forma concreta de visibilizar un conflicto, y de ser escuchados para aquellos que no podían expresarse, ni en una huelga fabril ya que no podían paralizar ninguna industria, cuya arma fundamental era poner su cuerpo en la ruta e impedir el transporte de mercadería en las arterias principales del país y de esa manera visibilizar el conflicto que se estaba planteando.
Este desarrollo se generaliza y se extiende por los distintos lugares del país, principalmente en todas las grandes zonas que antes eran industriales y que ahora se encontraban entre el 30% o 40% de su mano de obra destruida o despedida sin trabajo.
Claro que, como todo movimiento de carácter social y político, evidentemente el movimiento de trabajadores desocupados empieza a ocupar un lugar central en la lucha social y política del país, se expresa en términos políticos, aunque no sea un proyecto claramente definido, interviene en el conflicto de la época, y lo que logra es convertirse en un actor principal en los momentos más graves de la crisis que vivió el país, que va a terminar desembocando en la famosa Rebelión Popular del 2001, que si bien su epicentro central es la capital federal tiene una ramificación general en todo el país.
¿Previo al 2001 hubo un acampe grande en La Matanza, no?
Hay todo un proceso de acumulación que desemboca en el 2001, hay un mes de corte en la ruta 3, en la Matanza a la altura de Isidro Casanova, que durante un mes completo corta la ruta reclamando comida, puestos de trabajo, y es muy importante tener en cuenta que precisamente en esa época no existían ni planes sociales, ni ayuda alimentaria, ni nada por el estilo, es decir que esta ocupación de la ruta 3 se hace a pan y agua, con las ollas prendidas y con la comida que se obtenía de la solidaridad.
No se puede hablar que hay una lucha de los MTD precisamente porque hubo planes sociales o no, porque estos no existían como tal. Está claro que antes incluso de la propia rebelión del 2001, ya el Estado con el nivel de crisis Institucional que se manifestaba en esa época, implementa con el Banco Mundial (BM) lo que se llaman los planes sociales o los primeros intentos de ayudas económicas, que después se generalizan a partir del 2001 en adelante.
Con Duhalde
Claro, a partir del Gobierno de Duhalde que surge después de la crisis del 2001, en aquella época donde cinco presidentes pasan en una semana y definitivamente un sector de la burguesía organiza y disciplina a las distintas fracciones burguesas para poder recomponer la institucionalidad y la economía burguesa, que en ese momento se encontraba dañada. Se producen las primeras reuniones con el Banco Mundial, quien va ser un aporte de dinero para los llamados “Planes Jefas y Jefes de Hogar”, un subsidio bastante miserable para la época, pero un subsidio que de alguna manera venía a poner alguna respuesta y paños tibios a una situación de hambruna. Tal es el nivel de desconfianza, incluso de los organismos internacionales del capitalismo con el Gobierno argentino que las primeras reuniones del Banco Mundial se producen directamente con los movimientos piqueteros, donde el BM expresa claramente en esas reuniones que va desembolsar cierta cantidad de dinero pero no confía en el Gobierno de turno, si va a cumplir o no con hacer llegar ese dinero a quienes lo necesitan.
Al final se termina implementando el Plan Jefes y Jefas de Hogar, y por supuesto el Estado adopta una postura que después iba a tener y la tiene en la actualidad cierto nivel de consecuencia en las organizaciones sociales que fue trasladar la responsabilidad de la prestación, el control, la renovación y continuidad del plan social en manos de las propias organizaciones piqueteras; es decir traslada la administración y la decisión de quien percibe y quien no percibe el plan social a las organizaciones piqueteras. En lo que podríamos llamar de alguna manera una especie de administración del Estado en manos de los MTD, una especie de tercerizacion de la responsabilidad de la aplicación del plan en las organizaciones, que por supuesto éstas no tienen ninguna alternativa para poder modificar esta situación, hubo planteos claramente en esa época dirigidos al Estado, en los cuales se dijo que el problema era del Estado y que por lo tanto era el quien tenía que administrar, pero por supuesto esto eran simplemente palabras porque no había ninguna posibilidad de imponer esta situación y el Estado resuelve de hecho que las organizaciones son las que administren los planes.
Como de esperar lamentablemente por la cultura y por la experiencia histórica argentina, esas organizaciones piqueteras están atravesadas por la cultura política reinante en el país, incluso por las distintas organizaciones que impulsaron este desarrollo y creación de los planes sociales. El sectarismo político impregna al conjunto de las organizaciones, y éstas se empieza a dividir en distintas corrientes políticas; lo que en un inicio era un movimiento general – por supuesto con todas las corrientes existentes en su seno-, empieza a dividir la posibilidad de síntesis, en un movimiento liderado fraccionadamente en distintas corrientes, lo cual obviamente facilita mucho más la labor del Estado de trasladar la responsabilidad a las organizaciones y de alguna manera también contribuye a que la experiencia del 2001 no tenga una trascendencia política desde el punto de vista popular que pueda transformar efectivamente la realidad del país en favor de los trabajadores/as y el pueblo.
También están algunos partidos de la izquierda que hacen la traslación de su sigla partidaria, a partidos piqueteros como el PO y el MST.
Ahí se expresa el fraccionalismo, el sectarismo, se traslada automáticamente a las organizaciones sociales y muchas de estas comienzan a ponerle su propio sello político a la propia organización que intenta organizar desde el punto de vista de los MTD y se convierte en el fraccionalismo existente en los amplios sectores populares y se expresa también lamentablemente en los MTD.
A partir de ahí se comienza o sigue todo un proceso político social dentro de las organizaciones donde se dan distintas instancias de unidad de acción, unidad programática, como la Central Nacional de Trabajadores, que surge justamente después de la segunda asamblea general de la Matanza, donde en ese momento se nucleaba a todo el movimiento piquetero y otros sectores como D Elia, Alderete, y el propio Moyano pretendieron encausar bajo sus consignas políticas, las cuales no triunfaron, y eso genera la ruptura de la segunda asamblea, y queda planteada a una tercera convocatoria la cual no se produjo.
Ahí surge lo que se llama la Asamblea Nacional de Trabajadores (ANT), cuya primera se realiza en Avellaneda, y a partir de ahí, se generaron seis más, luego de esta el movimiento no logra prosperar y fructificar en un proyecto general de fuerza política y social, que encause la lucha que se venía dando.
Ya con el gobierno de Kirchner, la burguesía comienza a reestructurarse, surge una recomposición económica y social, donde el movimiento piquetero avanza con sus conflictos en distintos reclamos, pero ya con un alto nivel de división y sectarismo, que solamente desde el punto de vista de lucha en la calle se logra revertir a partir del “Programa Argentina Trabaja”, ya enunciado en el año 2009, con las dos famosas movilizaciones al Ministerio de Desarrollo Social en 2011, y en la segunda se logra tener un nivel de unidad y participación de trabajadores desocupados, que no se registraba desde 2002. Lamentablemente eso se frustra en gran parte por la acción del Gobierno, que ofrece distintas alternativas, que algunas de las fuerzas políticas entendían como válidas para su propio interés y se quiebra la medida de lucha en el acampe, que no era ni más ni menos que la incorporación masiva al programa y su desarrollo en todo el país, si bien ya se venían realizando muchas de ellas, no eran reconocidas por el programa.
Alguna reflexión sobre las asambleas populares y el movimiento piquetero, en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires
Con la experiencia de la Olla popular, teniendo un pico importantísimo en la rebelión del 2001, y un desarrollo elevado en 2002, las llamadas “asambleas populares”, se generaba una nueva forma de organización y de lucha popular, que de alguna manera iba a jugar un rol importante en el campo social en la Argentina, teniendo trascendencia en el futuro.
Acerca de eso uno tiene que considerar que efectivamente ahí surge una forma nueva de expresar y llevar adelante la pelea con un profundo desarrollo en la capital Federal y en los Barrios del Conurbano Bonaerense, donde las masas convocadas en las calles se organizan barrialmente, incluso esquina por esquina de forma asamblearia, y discutían que cosas iban a seguir adelante, claro todo ese proceso también estaba intrincado en un proceso político por lo tanto muchas de las discusiones no lograban ser resueltas; incluso la consigna “que se vayan todos” no tenía hacia dónde ir, reflejaba la indignación y el repudio al sistema político de esa época, y creo que sólo así se podía entender la consigna.
Acá es donde la burguesía que estaba sumamente preocupada por la situación de revuelta, y sobre todo por la crisis de la institucionalidad, comienza a recomponer la confianza en la economía burguesa.
En el momento más alto del movimiento piquetero y de las asambleas populares, siendo la expresión mas elevada de la lucha del pueblo organizado, se impone entonces y trasciende la famosa consigna “Piquete y Cacerola, la lucha es una sola”, que estaba sintetizando lo que estaba sucediendo en la lucha callejera.
Ponía la urgencia y la necesidad de encontrar un camino de unidad que represente un proyecto concreto para que pudiera trascender de la consigna, pero comienzan a declinar ambos sectores en su incidencia de la lucha, cuando se logra volver a instalar los procesos electorales, no era que habían dejado de existir, sino que se expresaba en ellos el rechazo con altísimos niveles de voto en blanco y nulo, cuando por ejemplo en aquella elecciones de diputados en octubre de 2001, dos meses antes de que se desencadenara la rebelión popular.
Todo el movimiento comienza a retroceder y la recomposición institucional burguesa continua con Cristina Fernández en el gobierno, por supuesto esa recomposición era posible de darse con la cantidad de medidas políticas que conectan con los intereses populares y las políticas económicas, mas allá de que no resolviera ni siquiera una en su totalidad, de la mano de una campaña propagandística que hizo mella en la historia del movimiento argentino, en la historia del peronismo, con sus reivindicaciones y necesidades concretas del momento.
Entendemos que hoy la tarea es desterrar el fraccionalismo, y pasar a construir las herramientas necesarias para el futuro.