24/10/2020
Sin agosto no había octubre. La contundente respuesta popular, en agosto, al intento de la dictadura de dilatar las elecciones fue el momento bisagra donde las masas bolivianas se recompusieron en tiempo récord gracias a su cohesión social y política; y retomaron la iniciativa perdida en octubre. Allí cambiaron la correlación de fuerzas tanto en las calles como en el terreno electoral. Las jornadas de agosto de 2020, con los movimientos de masas cortando rutas y calles y realizando un paro general indefinido, le impuso límites precisos al gobierno de la autoproclamada Jeanine Añez. De esta manera el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se vio obligado a fijar la fecha de las elecciones (que habían sido pospuestas tres veces, con la excusa de la pandemia) en forma inamovible para el 18 de octubre. La consecuencia fue el triunfo arrollador del MAS en las elecciones generales.
Y a pesar del racismo, la xenofobia y el fascismo, triunfó el pueblo.
Fue una victoria de las wiphalas y las polleras.
Como corolario final de la victoria, la presidenta de la Asamblea Plurinacional, Eva Copa, informó que el 8 de noviembre asumirán sus cargos el presidente Luis Arce y el vicepresidente David Choquehuanca.
Números y lucha de clases
Con el 100% de las actas computadas, Lucho Arce y David Choquehuanca del MAS obtuvieron el 55,11% de los votos. Los siguen Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana) con el 28,85% y Fernando Camacho (CREEMOS) con el 13,97%.
Este apabullante resultado sorprendió tanto a los masistas como a la derecha. El enemigo acérrimo del MAS, el ministro Arturo Murillo, sostuvo: “Resultados que nos dejaron atónitos, más del 20 por ciento de diferencia, lo que no podíamos realmente entender”.
De todas maneras, hay elementos para estar preocupados y atentos. En los departamentos conocidos como la Media Luna (Santa Cruz, Pando, Beni, y Tarija) la derecha mejoró ostensiblemente los resultados, aunque el MAS obtuvo buenos resultados saliendo segundo. En Santa Cruz, cuna del más rancio racismo y fascismo croata, Camacho salió primero con el 45%, seguido de Arce con el 36,19. Mientras que en Beni y Tarija ganó Carlos Mesa, siempre con el MAS en segundo lugar.
Por el contrario, en la zona del altiplano el triunfo de Arce-Choquehuanca fue arrollador; con un máximo del 68,3% en La Paz. En todo el altiplano los votos para Camacho fueron insignificantes (entre el 0,72 y 2,8).
Lo que muestran estos números es el mapa político de Bolivia y vuelve a ponerse sobre la mesa la confrontación entre el Occidente (altiplano) donde están asentados en forma mayoritaria aymarás y quechuas, y Oriente (los llanos), zona en la que tienen peso económico y político los terratenientes de origen croata.
Vale recordar que en 2008 esa oligarquía, aupada por el imperialismo yanqui y los terratenientes brasileros, intentó “independizarse” de Bolivia. Su líder en aquel momento, Branco Marinkovic, debió huir a Brasil acusado de terrorismo. Volvió luego del golpe cívico-policial-militar de noviembre de 2019, que derrocó a Evo Morales, y en la actualidad es Ministro de Economía de la autoproclamada Añez.
Rozando el ridículo, el Comité Cívico de Santa Cruz denunció fraude. Esto fue rebatido por el TSE, presidido por Salvador Romero, un hombre del riñón del golpismo. El jueves 22, la Unión Juvenil Cruceñista anunció: «Es hora de que salgamos a defender nuestro voto (…) La idea es que el sábado (24 de octubre) a las cero horas Santa Cruz esta parada en pleno». Y comienzan las divisiones en la derecha. El viernes, luego de conocerse los resultados finales en forma oficial, el presidente del Comité pro Santa Cruz, Rómulo Calvo, dijo que este «no es el momento adecuado» para llevar a cabo una medida como la que propone la UJC.
Está claro que la contundencia del apoyo popular a la fórmula del MAS destruyó las posibilidades de fraude o golpe militar que sobrevolaba Bolivia antes del 18 de octubre. La misma contundencia impactará en la derecha, con los habituales pases de facturas y divisiones internas. Sin embargo, la oligarquía boliviana y el imperialismo yanqui no van a ceder en su objetivo de volver a retomar el control de Bolivia.
Mientras tanto, ya ha quedado absolutamente comprobado, tanto por periodistas como por organismos internacionales que el informe de la OEA sobre el fraude en las elecciones de noviembre 2019, es absolutamente falso.
A horas de conocidos los resultados electorales, Luis Almagro, secretario general de la OEA y máximo responsable de ese informe que impulsó el golpe de Estado, felicitó a Luis Arce. Con respecto a ese saludo, el presidente electo dijo: “Fue un insulto para el pueblo boliviano que la OEA viniera prácticamente con la misma delegación del año pasado, cuando hizo ese informe tan lapidario y vergonzoso, y se inmiscuyó en los asuntos de los bolivianos violando la normativa de los observadores internacionales. No estamos felices de recibir ningún piropo de la OEA, todo lo contrario, estamos indignados”.
Los desafíos del MAS y el movimiento popular
«Lo primero que vamos hacer es pagar el Bono contra el Hambre, eso está aprobado por la Asamblea, el Ejecutivo no lo ha hecho, el financiamiento está asegurado, es un tema de capricho no haberlo cancelado”, afirmó Lucho Arce a poco de conocer los resultados electorales, el domingo 18. Y en el terreno económico inmediato, planteó una mayor industrialización del país. Para lo cual apelarán a los organismos internacionales como el Banco Mundial para que suspenda el cobro de la deuda externa de Bolivia por al menos dos años, y paralelamente implementarán un impuesto a la riqueza que permita el ingreso de unos 400 millones de dólares.
Por otra parte, sostuvo que “Nuestro plan maestro es la industrialización del litio con soberanía, es otro de nuestros proyectos estrella. El único partido que garantiza que los bolivianos seguirán en posesión de sus recursos naturales, es el nuestro» y prometió el desarrollo de “41 industrias relacionadas con el litio”.
También consideró como objetivo principal bajar el desempleo y dijo: “Nosotros dejamos (la tasa de desempleo) más o menos en 4,2% en noviembre del año pasado y ahora el desempleo está casi 12%, quiere decir que el desempleo en este periodo aumentó por tres veces; asimismo fue aumentando la pobreza”
Juicio y castigo a los represores y genocidas
Hay un tema que exige el clamor popular: la condena a los responsables de las masacres de Sacaba y Senkata y otros actos represivos.
Con respecto a Sacaba y Senkata ya existe un informe de la Defensoría del Pueblo que afirma que, durante la represión policial-militar en noviembre de 2019, hubo masacre y que el Gobierno cometió delitos de lesa humanidad.
En estos días el presidente de la Comisión Mixta de la Asamblea Legislativa que investiga los hechos de Senkata-Sacaba, Víctor Borda informó que unas 1.500 personas fueron procesadas por terrorismo y sedición, posiblemente a iniciativa del gobierno transitorio. Al mismo tiempo, dio detalles de los muertos y heridos en ambas represiones y dijo que la Comisión ya analizó el Decreto Supremo del 12 de noviembre por el cual se faculta a las Fuerzas Armadas a actuar durante la crisis social y política, y anunció que todos estos elementos se están utilizando para cerrar el informe que identificaría a los autores intelectuales y materiales de las órdenes de actuar tanto de la Policía como del Ejército.
En tanto un periodista de la cadena estadounidense de noticias NBC informó sobre la existencia de una carta de Añez, en la que ha solicitado al Gobierno de Estados Unidos 350 visas para los funcionarios de su gobierno interino. Seguramente están preparando su estadía en Miami de los y las funcionarios junto con la gusanera cubana y los escuálidos venezolanos.
El problema es hasta dónde aguantará la derecha estos juicios y qué condicionamientos intentarán imponerle al nuevo gobierno los oligarcas, los militares y policías, el imperialismo y los organismos financieros internacionales.
La respuesta popular es más unidad y profundizar el Proceso de Cambio
Adriana Guzmán, aymará, feminista comunitaria antipatriarcal, expresó en un reciente reportaje: “El golpe nos ha encontrado a las organizaciones sociales bastante debilitadas, fragmentadas internamente. Pero, a la vez, el golpe ha permitido la rearticulación, la autocrítica en las organizaciones: principalmente, la necesidad de volver a encontrarnos, de dialogar, de entender que hay ciertas cosas en las que debemos tener puntos de encuentro. Principalmente, entre los pueblos, el vivir bien, las comunidades, los ayllus y la izquierda. Tenemos que tener un punto de encuentro. Estas elecciones han mostrado, nuevamente, que ese punto existe.”
Sin dudas, desde la dirección del MAS se cometieron errores estratégicos importantes en la etapa anterior, que derivaron en mayor debilitamiento y fragmentación. En una nota previa a las elecciones, señalamos las profundas críticas que hizo Segundina Flores, secretaria ejecutiva de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia Bartolina Sisa, cuando criticó a los dirigentes de clase media que durante catorce años llevaron al gobierno a cometer errores políticos.
El golpe militar demostró que las clases dominantes están siempre al acecho. La oligarquía de Santa Cruz mejoró su situación económica y aumentó sus ganancias en forma exponenciales durante los años de gobierno del MAS. Sin embargo, los sectores dominantes bolivianos, siempre asociados al imperialismo yanqui, van por más, y no dudaron en ejecutar el golpe y la represión contra el pueblo trabajador originario de Bolivia.
El triunfo del MAS es contundente. Aunque se mantiene la división del país, política, social e institucional, con la que supieron jaquear a Evo cuando eran mucho más favorables las condiciones internas. En el terreno internacional, la derecha tiene varias herramientas para condicionar o imponer sus planes económicos y políticos.
Hay una profunda contradicción entre estos elementos negativos, y el inmenso peso del pueblo del Oriente del país. Aspiramos a que prevalezcan en el gobierno del MAS estrategias destinadas a hacer pesar ese poder popular para modificar la correlación de fuerzas, y que no intenten gobernar mediante una política de concesiones con la derecha y la oligarquía. Será preciso cuidar la unidad, basada en el respaldo activo de las clases populares y de los movimientos populares, campesinos y originarios.
Ahora el movimiento popular deberá no sólo cuidar que su victoria no sea desvirtuada, sino que al mismo tiempo será necesario profundizar el Proceso de Cambio y el desarrollo del Estado Plurinacional.
Adriana Guzmán expresó con absoluta claridad lo que esperan cuando dice: “Este Estado Plurinacional ha sido construido por y para los pueblos. Y estas elecciones han sido ganadas por el pueblo. Luis Arce tiene que entender eso, como lo hizo Evo en 2005, luego de la masacre del gas, luego de todas las insurrecciones y movilizaciones. Evo ha ido con un mandato, y ha sido capaz de entender que su fuerza estaba en el pueblo. Y que su fuerza se iba a profundizar si él respondía a ese pueblo y cumplía su mandato. Creo que es una situación muy similar a la de 2005, incluso en el porcentaje que está alcanzando Luis Arce. Ese porcentaje no se lo debe a las fuerzas armadas, no se lo debe a las clases medias: ese porcentaje se lo debe al pueblo, que, con todo el miedo, a pesar de la represión, de sus heridos y de sus muertos, ha ido y ha votado por el Movimiento al Socialismo.”