Posted on: 18 marzo, 2014 Posted by: MULCS Comments: 0

América Nuestra N°3 – Año 1- marzo 2014

La IIRSA es un emprendimiento infraestructural y energético sudamericano, del cual casi no se habla en el continente. Avanza desde hace más de una década en la integración de nuestras economías con proyectos de carreteras, oleoductos, de generación energética y dragados de nuestros ríos, entre otros. Genera endeudamiento externo a todos los países y promueve condiciones óptimas para el saqueo de la naturaleza y la contaminación en base a la producción y exportación de commodities. Avanza sobre la soberanía de los pueblos.

Este tema claramente no ocupa parte importante en la agenda de la mayoría de las organizaciones del campo popular del sub-continente, y menos aún en Argentina.

La palabra oficial

En su sitio oficial de internet, IIRSA plantea que su objetivo principal es la integración. (1)

Veamos de qué se trata…

“La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) es un mecanismo institucional de coordinación de acciones intergubernamentales de los doce países suramericanos, con el objetivo de construir una agenda común para impulsar proyectos de integración de infraestructura de transportes, energía y comunicaciones.”

Los grandes títulos que plantean y que debemos problematizar:

  • “IIRSA – Comprometida con el desarrollo económico, social y ambiental sostenible de América del Sur”
  • “UNASUR/COSIPLAN – Fomentan la integración física regional pilar de la unidad Suramericana”
  • “IIRSA. Foro Técnico del COSIPLAN – Promueve la planificación y la implementación de infraestructura de conectividad regional”

Esta Iniciativa se compone de un conjunto de más de 500 proyectos organizados en diez Ejes de Integración y Desarrollo (EID). Con un costo cercano a los 75.000 millones de dólares, busca eliminar las “barreras” naturales que impiden la libre circulación de las mercancías entre las diferentes “islas” que compondrían la región.

Los EID, además, se estructuran en siete “procesos sectoriales” que buscan organizar el espacio geográfico en base al desarrollo de una infraestructura física de transporte terrestre, aéreo y fluvial –proyectos que representan el 87% de IIRSA–; de oleoductos, gasoductos, puertos marítimos y fluviales, y tendidos eléctricos y de fibra óptica, centrales hidroeléctricas, megaminería, soja y demás monocultivos transgénicos, entre otros.

Según datos de diciembre de 2010, el 75% de los proyectos presentan avances concretos, con un 22 % concluido, un 39 % en ejecución y un 25% en preparación. 

La construcción de infraestructuras se realiza mediante la modalidad de megaproyectos que implicarían un costo total de 3.7425,23 millones de dólares, aumentando la deuda externa de Sudamérica, en su conjunto, en un 6 %.

Este acuerdo entre los gobiernos de los 12 países sudamericanos se financia entre otros con préstamos del BID y FONPLATA, organismos supraestatales que dictaminan de qué forma se “integrarán” nuestros pueblos.

No es menor saber que el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) no sólo es un prestamista, sino que también es “miembro del Comité de Coordinación Técnica de IIRSA (CCT), presta apoyo a la Iniciativa IIRSA desde su nacimiento en el año 2000 mediante distintos instrumentos financieros y no financieros, en los que figuran préstamos, donaciones, garantías y asistencia técnica.”(2)

Papel de la UNASUR

En este contexto, el COSIPLAN (Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento, creado en la III Reunión de Jefas y Jefes de Estado y de Gobiernos de UNASUR en Agosto de 2009) constituye el marco orgánico de trabajo integrado entre la IIRSA y la UNASUR. El COSIPLAN se plantea entre sus objetivos fundamentales desarrollar una infraestructura para la integración regional, dando continuidad a los avances de la IIRSA, e impulsar la ejecución de proyectos prioritarios para la integración, evaluando alternativas de financiamiento.

En la segunda Reunión Ministerial del COSIPLAN efectuada en Noviembre de 2011 en Brasil, se aprobó un Plan de Acciones Estratégicas (PAE) 2012-2022 en el cual se definió una Agenda de Proyectos Prioritarios de Integración (API). Los proyectos están orientados hacia la integración de la infraestructura física en relación al transporte, energía y comunicaciones, persiguiendo los siguientes objetivos:

–     Incrementar el comercio intra-regional.

–     Facilitar la integración de cadenas productivas.

–     Lograr una inserción más competitiva en los grandes mercados del mundo.

–     Contribuir al desarrollo sostenible.

–     Desarrollar espacios aislados.

Los criterios de evaluación aplicados en la cartera de proyectos de la IIRSA y el COSIPLAN, nos muestran una constante: la valoración mercantilista y utilitaria de la infraestructura. Se apela constantemente a ésta última como soporte físico que debe garantizar una adecuada fluidez comercial entre los países miembros de cada eje; y afianzar los lazos de conexión e integración a la economía mundial. Es en este sentido en que la idea de integración está únicamente vinculada a la cuestión económica y comercial: aumentar la producción y mejorar las redes de intercambio.

Los propósitos perseguidos a través de IIRSA nos advierten acerca de los intereses que ostentan las corporaciones sobre una zona estratégica en términos geopolíticos como lo es Sudamérica. Un análisis integral de su plan estratégico, deja en claro la definición de ejes de inversión fundamentales que están entrañados con la importancia geopolítica que tienen determinadas áreas, en las cuales se hallan recursos estratégicos como los minerales, energéticos y metalíferos del área Andina (Eje Andino), la biodiversidad de la selva Amazónica (Eje Amazonas), la zona de descarga del Acuífero Guaraní en la Triple Frontera (Eje Capricornio) y el área comprendida por los países que comparten este gran reservorio de agua (Eje de la Hidrovía Paraguay-Paraná).

En este sentido, identificamos claramente a la IIRSA como la herramienta central para promover los modelos productivos de corte extractivista que se imponen en la mayoría de los países de la región, los que constituyen la base que estructura sus economías nacionales en la actual división internacional del trabajo también impuesta por el imperialismo.

Entendemos que no es más que la agilización de la extracción de nuestra naturaleza explotando a la clase trabajadora, generando infraestructura y energía en función de los intereses del capital y no de los pueblos. Caso similar ocurre en con el Plan Mesoamericano, antes llamado Plan Puebla Panamá. Parece que el imperialismo en nuestras tierras no murió con el debilitamiento del neoliberalismo en algunos países, ni con la caída del ALCA…

El papel de los Movimientos Sociales Sudamericanos

Es por estas cuestiones que nos resistimos a la aplicación de la IIRSA, al considerarlo un proyecto integral de saqueo de las riquezas de Sudamérica ocultado bajo el eufemismo de la integración económica y el desarrollo sostenible de los pueblos. Por otro lado, refutamos la idea de integración desde la perspectiva economicista, y nos plantamos en que la misma no es posible sin un proceso de unión y lucha de las organizaciones populares, frente a los avances y embates del capital transnacional sobre nuestras tierras.

Entendemos que es tarea de las organizaciones revolucionarias poner en debate la situación planteada. Para esto, consideramos que es nuestra labor investigar de manera crítica cómo se desarrollan los diferentes proyectos en cada uno de los países y en la región, cuál es la incidencia de los organismos multilaterales de crédito en nuestros territorios, cuáles son los Estados y las diferentes empresas transnacionales que participan de estos proyectos… es decir, intentar contestarnos: el IIRSA… ¿para quién?

Sabemos que no fue pensado para los pueblos, sabemos que nos lo imponen a sangre y fuego, sabemos que existen intereses económicos que subsumen los intereses populares, también sabemos que los pueblos se resisten a aceptar la IIRSA cuando saben de qué se trata…

Los procesos de cambio que se vienen dando hace años en nuestros territorios con la lucha de los pueblos cuentan hoy con algunas exitosas experiencias gubernamentales como la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestraamérica). Estos procesos no podrán ser sostenidos si no es desde el aporte político con un carácter crítico y revolucionario de las organizaciones populares, que somos las que venimos resistiendo a las múltiples caras con las cuales el capitalismo y el imperialismo se nos presenta para explotarnos, saquearnos y contaminarnos.

Tomar el desafío de construir una nueva matriz productiva y energética, enfrentando el proceso de re-primarización de nuestras economías -impuesto por el capital- y poniendo en debate críticamente el supuesto desarrollo de las fuerzas productivas y las mejoras sociales en la región, nos puede encaminar hacia el cambio social que buscamos, donde los países de la ALBA, a pesar de sus grandes contradicciones al respecto, deberán alzar también estas banderas de lucha y constituirse en vanguardia en términos de Estados.