Posted on: 21 julio, 2014 Posted by: MULCS Comments: 0

América Nuestra N°4 – Año 1- marzo 2014

Por Marco León Calarcá

Integrante de la Delegación de Paz de las FARC-EP

Junio 16 de 2014

Revuelo de campanas en Colombia y el mundo por el llamado triunfo de la Paz, significado, no tan exacto, dado a la reelección del presidente Juan Manuel Santos. Dice la sabiduría popular “amanecerá y veremos”.

Llena de emoción en lo nacional y de gratitud en lo internacional la solidaridad despertada y el apoyo demostrado para con la causa de la Paz con justicia social, verdadero anhelo de las mayorías nacionales.

Sin embargo es indispensable mirar el futuro próximo con objetividad, la reconciliación es la meta a lograr, la insurgencia fariana honra el compromiso adquirido al aceptar los diálogos, ¿hará lo mismo el establecimiento colombiano en cabeza del presidente reelecto? y ¿será compromiso serio de los dueños del poder, el imperio estadounidense?

Y es ahí donde cumple su papel la resistencia a la hegemonía de los poderosos, donde destacan el pueblo y sus organizaciones en el devenir creador del frente por la paz, el movimiento aglutinador por el cambio, el bloque de unidad por el poder, la suma de voluntades por un nuevo gobierno, lo importante es el contenido esencial transformador, cimiento imprescindible del futuro justo a construir.

Por eso, en medio de las conversaciones proponemos y alentamos la lucha social en su formidable acumulado y avance en la transformación a alternativa política, con dirección a la toma del poder, desde las formas de gobierno hasta las grandes transformaciones sociales. Es ese el gran temor del establecimiento y su tutor los Estados Unidos, la confluencia en un solo raudal de todas las vertientes de la movilización popular, desde lo legal a la insurgencia, desde lo civil a lo militar.

Esta es la tarea inmediata y de cumplirla a cabalidad depende el futuro de Colombia y sin ser pretensiosos de Nuestra América, pues ahora es en esta esquina del continente donde se libra el enfrentamiento con el pentágono soporte con toda su parafernalia bélica de la guerra desatada contra el pueblo colombiano hace ya más de 80 años.

Como esta no es una confrontación solo militar, como no es un enfrentamiento de aparatos militares; es indispensable solucionar sus causas, económicas, sociales, políticas y culturales, a través de cambios estructurales y así generar condiciones de bienestar social, democracia plena y soberanía para poder hablar de paz y construirla.

En su vano intento por sofocar y acallar las justas demandas de las pobrerías, los centros de poder impusieron la violencia, el asesinato como política, el despojo, el desplazamiento y provocaron la confrontación, pues ante la agresión, la respuesta popular fue el levantamiento. Somos hombres y mujeres del común, con dignidad de patria, obligados a defendernos con las armas en ejercicio del legítimo derecho de rebelión.

Como parte de las estrategias de guerra, los medios de desinformación nos califican de manera permanente de terroristas, narcotraficantes, bandidos, carentes de ideología, perdidos de la realidad económica, social y política, violadores de mujeres, abusadores sexuales, reclutadores de menores, es decir lo peor. Al conocer las razones de nuestra lucha y las propuestas de soluciones, la gente constata la infamia de dichas afirmaciones. Por eso, consideramos de gran importancia difundir la realidad a través de los medios alternativos.

Son cincuenta años de existencia como organización político- militar. Nos asumimos desde nuestro origen como marxistas, leninistas y bolivarianos, en lucha por cambiar el régimen para construir la Colombia de las mayorías. Para nosotros la guerra no es un fin, por eso siempre la bandera de la paz ondea en nuestras propuestas.

El Estado, con todo el apoyo del Pentágono, no logra derrotar a la insurgencia, a su vez y pese a su valentía y tenacidad, esta no logra hasta el momento vencer a las fuerzas oficiales, por tanto La Mesa en La Habana funciona a partir del reconocimiento de igualdad entre las partes que la componen. El diálogo lo abordamos con voluntad política y convencimiento, existen posibilidades reales de acuerdos justos. Sin embargo La Mesa enfrenta grandes obstáculos, sembrados por sus enemigos, aquellos que se lucran de la guerra.

Todas las propuestas presentadas, 250 en los primeros 3 puntos, son producto de los planteamientos hechos por la gente en Colombia, las denominamos mínimas, para diferenciarlas de nuestro programa revolucionario, en el entendido de aproximación a acuerdos.