26/6/2020
Publicamos los recuerdos y los poemas de nuestra compañera Susana Ancarola
No sé si es la falta de marchas y charlas con les compas, lo que me deja casi sin palabras. Apenas acepté el «Quedate en casa», en momentos de exilio interior o enfermedad. En esta cuarentena de 100 días estoy cada semana tentada a saltar el cerco para compartir las muchas luchas y trincheras que donde mis compas ponen cuerpo y alma diariamente. Tensión que sólo se alivia viendo que son muchas las manos que sostienen banderas y levantan voces. Además, ¿podría ir, y prescindir de abrazos? Recluida en la militancia whatssapera y virtual, me «quedo muda». Es entonces cuando la emoción me lleva a rescatar y compartir palabras escritas allá por junio-julio de 2002, en una fría mañana de sábado, en viaje a La Plata, al Curso de Formación para Militantes Populares (pergeñado por el viejo Cachito), donde, sin suspender la clase, la misma semana del 26, junto a compas de La Verón compartimos lágrimas y abrazos, junto a la urgencia de “formación” para poder construir sin vueltas los caminos que nos lleven desde la resistencia a la victoria. “¡¡Las balas que vos tiraste van a volver!!”, “Nosotro’ vamo’ a luchar por dignidad y cambio social” un grito de guerra, una promesa, para que Darío viva en cada piquete y cada olla, 18 años después.
Deberían estar
Deberían estar silbando una canción cualquiera, pateando una piedrita por la calle. Deberían estar gastando una tarde de lluvia, con mate y tortas fritas o haciendo el amor de madrugada. Con un brillo en los ojos atrapando la idea de que un pibe como ése -flequillo negro y mocos- podría ser tu hijo en unos pocos años. Dejando volar el lápiz dibujando ángeles puertas y pasillos -cada vez más caro el papel- pero no importa. Juntando las monedas para el último de Hermética, quizás llegue. Trepando al tren que arranca y echándole un vistazo al barrio, en movimiento. Tomando la palabra. Amasando el pan. Horneando los ladrillos. Planificando la asamblea del sábado o el próximo piquete. Pero no están. Quedaron para siempre en las fotos terribles de sus muertes, en la sangre caliente regando la estación. No quiero olvidarme que faltan. No quiero que dejen de dolerme sus vidas arrancadas. No quiero dejar de querer llorar al recordarlos. Y que nos duela mucho, a todos como si las balas se hubieran incrustado en nuestro pecho. Para que no paremos hasta hacerles Justicia: una JUSTICIA grande que alcance para todos; para matar todas las muertes la de hambre la de soledad la de miseria la de miedo. Una JUSTICIA alegre y con ojos atentos, que no permita que nos roben ni los hijos ni el pan los amos de la muerte. SUSANA ANCAROLA 28-8-2002
Vuestro fuego
“La sangre derramada volverá en primavera. Vuestro fuego incendia nuestras venas” En el rincón oscuro de la Estación Avellaneda las palabras -en rojo- resplandece. Alguien, sin techo, que dormiría en el piso eligió ese rincón para pasar la noche cobijado con una manta vieja y al calor de ese fuego. A cada paso, los nombres de Darío y Maxi y los grafiti escrachando asesinos son más que nunca un grito en la pared y una promesa: FUERA GENDARMES DE LOS TRENES. ...................................................................... El tren no tiene casi vidrios. El tren donde todavía viajan los obreros, los desocupados, los estudiantes y los buscas del sur en madrugadas de escarcha no tiene vidrios. Eso sí, está impecablemente recién pintado de blanco: sus paredes no gritan. Los asientos del vagón más nuevo son de metal, y quietos. El tren atraviesa puentes, sobrevuela miserias, basura, fábricas cerradas. Algún retazo de clase media sobrevive cerca de las estaciones donde podemos apreciar “mejoras recientes”: apretadas rejas cierran los andenes asegurando que cada pobre pague su boleto. Los gendarmes custodian que sólo sus nuevos propietarios destruyan el tren. Los gendarmes custodian el derecho a morirse de frío o de bala tirando en el andén. ...................................................................... Nunca escribí un asiento. Hoy dejo mi grito en el tapizado: Fuera gendarmes y patrones del tren. La sangre derramada se metió en nuestras venas. Vuestro fuego encenderá primaveras de justicia. 13-7-2002