10/4/2021 –
Finalmente, ha comenzado la “Segunda Ola” de la pandemia, y es una realidad concreta en nuestro país y en toda América del Sur. La escasez de vacunas complica aún más el panorama en la Argentina, y en buena parte del planeta. Junto a la preocupación por la salud de las mayorías populares, un problema central para nuestro pueblo es la inflación constante y creciente, que hace disminuir nuestros salarios, jubilaciones e ingresos.
En este duro contexto, las luchas obreras y populares, con más dificultades que nunca, son necesarias para combatir la pobreza, la desocupación, los bajos salarios, y sobre todo para que la emergencia de salud no vuelva a ser aprovechada por el gran capital en su beneficio. Hay que seguir construyendo organización y unidad popular, y un programa de salidas de fondo que termine con nuestra dependencia capitalista.
La pandemia y la nueva crisis de salud
Mientras avanza la vacunación masiva, especialmente en los países centrales, la nueva ola del covid19 se extiende por Europa, y es muy dura en nuestro continente, en particular en el cono sur. La falta de vacunas para atender a la población mundial agrava la disputa hegemónica entre EEUU y el bloque de China y Rusia. Más allá de ser una urgencia necesaria, la vacunación es al mismo tiempo una puesta en escena de esa disputa geopolítica. El nuevo gobierno yanqui está priorizando vacunar sólo en su territorio (el “First America”): ha inmunizado a más del 32% de su población y prohíbe la exportación a los laboratorios que actúan en el país (https://www.hosteltur.com/143403_el-ritmo-desigual-de-vacunacion-por-paises-arriesga-la-inmunidad-global.html, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-56657248). En estos días, ha comenzado a “donar” vacunas a México y Canadá.
Al mismo tiempo, China y Rusia promueven masivamente la exportación de sus vacunas, y hacen crecer su prestigio sanitario y político a nivel popular, pero aún no han llegado a inmunizar al 10% de su población. Esta situación también se explica por las enormes diferencias en el cuidado de sus poblaciones antes del inicio de la vacunación: mientras que en China sólo fallecieron 5.000 personas (sobre una población de 1.400 millones), Estados Unidos es el país con más fallecimientos por coronavirus (570.000 muertes en un población de 330 millones).
Las vacunas son eficaces para evitar muertes por covid19 y hacer menos graves los casos de contagios, pero no pueden evitar el crecimiento geométrico del virus. Las campañas de los sectores más reaccionarios a nivel internacional negando la gravedad de la pandemia y la importancia de la vacunación son gravísimas, porque atentan contra la propia vida de millones de seres humanos. Se nos va la vida en los falsos debates contra el “negacionismo sanitario”, en el que lamentablemente también caen sectores muy minoritarios de la izquierda.
En la Argentina, la vacunación no ha llegado aún al 10% de la población, y viene avanzando a un ritmo todavía lento, que esperamos se acelere próximamente. Es un problema que las vacunas ya comprometidas con laboratorios de China y Rusia no hayan llegado en las cantidades acordadas. El Gobierno de Larreta en la Capital ha anunciado que comprarán sus propias vacunas, y se supone que se conseguirán a mediano plazo.
Existen dificultades gravísimas que podrían solucionarse con una política nacional realmente soberana. En nuestro país es posible desarrollar una política de salud eficaz: hay científicas y científicos, personal de salud capacitado, una red de laboratorios, universidades y hospitales públicos con larga tradición en la atención de la salud. Esta red de salud fue golpeada por años de desinversión estatal en salud, pero aún así es más sólida que en la mayoría de los países de nuestra región. Con esa población capacitada, la Argentina puede desarrollar vacunas y otros elementos imprescindibles para atender la situación, y la limitación está en el terreno de la política, y no en la imposibilidad técnica.
Un ejemplo contrario es el desarrollo de las vacunas en Cuba, que está produciendo cinco propias (dos de ellas en la última fase de prueba), más una vacuna en común con laboratorios de China. Cuba es una nación sometida desde hace décadas al bloqueo de la principal potencia imperialista del mundo, con enormes limitaciones económicas, pero que desde hace cuarenta años tiene un plan científico constante en el terreno médico. Ante la pandemia, puede proponerse inmunizar a toda su población con sus propias vacunas, e incluso exportar a otros países de Nuestra América (Cuba apela a la soberanía tecnológica para enfrentar a la pandemia, https://www.youtube.com/watch?v=5FYn7TewjXU).
En nuestra actualidad, la política de negociación permanente con el poder real que lleva adelante el gobierno del Frente de Todos limita las posibilidades de atender plenamente la pandemia, y de buscar soluciones científicas soberanas. Un ejemplo es la producción del contenido para las vacunas de AztraZeneca en el laboratorio de Insud (propiedad de Hugo Sigman), que se envían en su totalidad a México para su envasado, y que hasta el momento no se han utilizado ni en México ni en nuestro país. Sobre este tema y sobre cómo afecta la pandemia a nuestra clase trabajadora, es muy clara la declaración difundida desde la Corriente Político – Sindical “Rompiendo Cadenas”: http://mulcs.com.ar/index.php/2021/03/29/la-salud-es-lo-primero/.
Las nuevas restricciones y sus enormes limitaciones
Frente al enorme crecimiento del virus en los últimos días, el Gobierno nacional anunció nuevas restricciones para la circulación que rigen desde el 9 de abril, a través de un Decreto (https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/5282323/20210408?suplemento=1). Pero estas nuevas restricciones buscan no afectar el trabajo de las grandes empresas, y fueron negociadas con la derecha de Juntos por el Cambio, que es la expresión política preferida por el gran capital y el imperialismo. En el transporte público y en los lugares de trabajo se sigue poniendo en riesgo la salud y la vida de las mayorías populares.
Esta situación se agravó con la decisión de abrir las escuelas desde febrero, para las clases “presenciales”, con protocolos y “burbujas” que no se cumplen en la práctica. Cuando comenzaron las clases, la mayoría de les docentes y auxiliares de educación no habían recibido la vacunación preventiva. En este tema, el Gobierno nacional, en especial el ministro de Educación Trotta, cedieron conscientemente a la presión de la derecha y de las empresas privadas de la educación, que venían perdiendo “clientela”. Es una política consciente de “asesinatos laborales”: hasta la fecha han fallecido más de 20 docentes y auxiliares de la educación (https://www.anred.org/2021/04/07/crecen-las-muertes-docentes-y-los-contagios-en-menores-por-coronavirus-tras-la-vuelta-a-las-aulas/).
Cuando estamos terminando esta nota, una nueva disposición del Gobierno nacional, firmada por la Ministra de Salud Vizzotti y el Ministro de Trabajo Moroni, estableció el regreso al trabajo presencial para las personas en riesgo de salud que se hayan vacunado (https://www.telam.com.ar/notas/202104/550171-coronavirus-trabajo-presencialidad.html). Mientras aumentan los contagios en escuelas y en el transporte público, esta disposición favorece a los intereses empresarios, y ataca la salud y la vida de nuestra clase trabajadora.
Nuestra soberanía en disputa
En estos días, hemos recibido la “visita” del jefe del Comando Sur, Craig Faller, recibido por el Ministro de Defensa Agustín Rossi y por el jefe del comando Mayor de las Fuerzas Armadas, Paleo. Más allá de los supuestos motivos para la llegada de este representante imperialista, está claro que Estados Unidos quiere aumentar su presencia política y militar en la región, y que claramente buscará limitar cualquier intento de acuerdo con el bloque de China y Rusia y toda política soberana. En ese sentido, es una nueva señal negativa del Gobierno del Frente de Todos en relación a su política internacional.
Desde el MULCS venimos participando activamente en la campaña por la derogación del Decreto 949/2020 y por la recuperación de nuestra soberanía fluvial y portuaria (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/04/02/marcha-y-acto-contra-la-privatizacion-de-nuestros-rios/).
Desde la etapa menemista, las agroexportadoras manejan la totalidad de sus negocios, con un escaso o nulo control estatal, y condicionan según sus intereses económicos y políticos el tipo de cambio, porque las divisas producidas por sus exportaciones son centrales para las finanzas nacionales y para el Banco Central. Un elemento muy importante de esa dominación es el manejo de los puertos privatizados, y de la llamada “hidrovía”, donde por el río Paraná circula alrededor del 80% de las exportaciones de nuestro país. En este año vence la concesión de la empresa privada que maneja las vías navegables, la empresa belga Jan de Nul, y se abre la posibilidad de terminar con la concesión privada de un recurso estratégico, y de contar con una empresa nacional de dragado y balizamiento, que sirva para avanzar en el control de las agroexportaciones, limitando la subfacturación y el contrabando que realizan estas multinacionales.
En noviembre de 2020, el Decreto 949/20 llamó a una nueva licitación, profundizando la entrega de nuestros recursos y nuestra dependencia. Distintos sectores del Frente de Todos han cuestionado esta nueva entrega, pero los sectores de mayor peso no están dispuestos a pelear en serio contra estas políticas. Desde el Frente por la Soberanía Nacional, que integramos como MULCS, venimos peleando por la derogación de este Decreto y por la soberanía fluvial y portuaria.
Es necesaria que la concreción del Canal de Magdalena, imprescindible para la soberanía nacional, no sea utilizada como una moneda de cambio para sostener la licitación internacional de la “hidrovía” (https://www.cronista.com/transport-cargo/el-canal-magdalena-cada-vez-mas-cerca-de-concretarse/).
Entendemos que la recuperación del control de nuestros puertos y vías navegables es una cuestión estratégica, en el marco del control del comercio exterior, en especial de los granos, aceites y sus derivados.
La deuda otra vez en el centro de la escena
Mientras recrudece la pandemia, la deuda externa ha vuelto al centro del escenario político y económico. La renegociación de la enorme deuda contraída con el FMI por el Gobierno de Macri, de 44.000 millones de dólares, regresó a la agenda pública. Es una deuda ilegítima e ilegal, de imposible cumplimiento por el Estado argentino, y como dice Eduardo Lucita, su pago es imposible aún con el plazo de 20 años que planteó públicamente la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/04/08/en-diez-anos-no-en-20-si-los-plazos-para-el-pago-de-la-deuda/)
Como señala Lucita en su nota, el Gobierno del Frente de Todos desaprovechó varias oportunidades para dejar de pagar la deuda y avanzar en su investigación: al principio porque ya el Gobierno de Cambiemos había dejado de pagar (y lo llamaban “reperfilamiento”), y en el comienzo de la pandemia por la caída económica generalizada a nivel internacional. Como parte de la política del “consenso permanente” y del “gobierno de todos”, eligieron encarar una negociación amistosa con el Fondo, como si ignorara que el capital no tiene amigos, sino intereses. Al mismo tiempo, Alberto Fernández en el discurso ante el Congreso del 1° de marzo planteó la necesidad de investigar la deuda con el FMI, y las responsabilidades de los funcionarios que la contrajeron y negociaron. Ese necesario paso va de la mano con dejar de pagar esa deuda con el Fondo en forma inmediata, e investigar profundamente sus responsables y sus beneficiarios (incluyendo a los grandes fugadores seriales de dólares).
Desde la Autoconvocatoria por la suspensión de pagos e investigación de la deuda, de la que formamos parte desde el MULCS y el Movimiento de los Pueblos, levantamos con más decisión que nunca estas consignas, y redoblamos el reclamo por la investigación de esta deuda que lleva al hambre, a la miseria y a mayor dependencia a nuestro país y a nuestro pueblo (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/04/08/ni-en-10-ni-en-20-anos-basta-de-pagar-lo-que-no-debemos/). No se puede seguir pagando la deuda eterna con el sufrimiento popular.
La inflación es la principal preocupación popular
La inflación es el mayor problema que atravesamos como pueblo trabajador. Cada vez que vamos al supermercado, al almacén, o a la farmacia, los precios de casi todos los productos básicos volvieron a subir, y por supuesto los salarios e ingresos populares aumentan muchísimo menos que la inflación de la canasta básica. Nos comen cada vez más nuestros escasos ingresos.
Es uno de los principales condicionamientos para nuestra clase trabajadora, obligada a trabajar en cualquier condición para sobrevivir, y por supuesto este cuadro se agravó con la pandemia. Hoy la canasta para una familia tipo supera los 85.000 pesos, y más del 70% de nuestra población no llegó a ese ingreso en el último trimestre de 2020, según los indicadores del INDEC (https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ingresos_4trim20F7BE1641DE.pdf).
En ese marco, el Gobierno nacional no puede, o no quiere, controlar realmente a los grandes grupos económicos (los “formadores de precios”). No se controla a los exportadores agrarios y ganaderos (que suben los precios en el mercado nacional según las ganancias que obtienen a nivel internacional, y así la carne, la harina y el pan se van a las nubes), no se controla a los grandes supermercados, y mucho menos a los laboratorios farmacéuticos, que siguen subiendo los medicamentos a su antojo.
Cualquier recomposición en las paritarias es rápidamente esfumada por la inflación, aún en los gremios con mejores salarios y organización sindical. Por ejemplo, el fideicomiso con la cámara aceitera (CIARA) no impidió los aumentos en el precio de los aceites más usados en nuestras cocinas, aunque no sea la misma variedad que se exporta masivamente.
En estas condiciones, sigue aumentando la pobreza, que asciende a más del 42% aun considerando la “canasta de pobreza”, que establece ese monto en 56.000 pesos. La mayoría de las mujeres y de les niñes de nuestro país son pobres, y un sector creciente de asalariades formales están bajo esta línea de pobreza. Como viene ocurriendo, la pobreza afecta aún más a las mujeres y a las disidencias.
También en este terreno decisivo, el gobierno de Alberto Fernández demuestra su falta de voluntad de dar las peleas de fondo contra el poder real, el de los grandes grupos exportadores, los monopolios de la alimentación y la salud, de los bancos y el imperialismo. Si el retroceso es la política, como fue en el caso Vicentin y hoy con la nueva licitación de las vías navegables, no habrá salida para las necesidades urgentes de nuestro pueblo, ni para los problemas de fondo de nuestro país.
Avance político y orgánico de nuestro movimiento territorial
A fines de marzo, les compañeres de nuestros movimientos territoriales hemos dado un importante salto en nuestro unidad orgánica y política (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/04/08/unidad-de-nuestros-movimientos-territoriales/), en un paso muy importante para la unidad política de nuestro Movimiento.
Al mismo tiempo, desde el MULCS venimos participando activamente, junto a las organizaciones compañeras del Movimiento de los Pueblos y al frente territorial que conformamos con el FOL y otros movimientos territoriales, de un masivo frente de organizaciones sociales que reclama contra el hambre y por trabajo genuino (http://mulcs.com.ar/index.php/2021/04/07/abajo-el-ajuste-fuera-el-fmi-sin-trabajo-sin-vacunas-y-sin-alimentos-no-se-aguanta-mas/).
Este amplio frente, conformado por más de 30 organizaciones, volvió a manifestarse masivamente el 8 de abril, con una marcha que se extendió por ocho cuadras de la Avenida 9 de Julio en la Capital, y tuvo importantes movilizaciones en todo el país.
La salida urgente se vincula con las soluciones de fondo
En todo el mundo, la crisis sanitaria del covid19 agravó la crisis económica y financiera, hizo más ricos y poderosos a los grandes capitalistas, y empobreció a los pueblos de todo el planeta. Al mismo tiempo, la crisis abierta mostró la necesidad de contar con un sistema público y universal de salud, y los grandes capitales dejaron en evidencia su avidez de ganancias y su desprecio por la vida y la salud de las poblaciones.
En nuestro país, como en toda Nuestra América, la crisis ambiental, económica y sanitaria tiene dos caminos posibles de salida: que se recupere la economía capitalista tal como funcionaba antes de la pandemia (y que, como dijo Macri, “mueran los que tengan que morir” no sólo por el virus), o que se aproveche el momento para un cambio profundo de las formas productivas de nuestra sociedad.
Pero el cambio de la forma actual de producción capitalista (que produce hambre, explotación, y contaminación ambiental a una escala nunca vista con anterioridad) significa, por supuesto, enfrentarse con los dueños del poder, con los monopolios y el imperialismo.
En la Argentina, no hay manera de mejorar realmente la dramática situación que sufrimos las mayorías populares sin enfrentarse en serio con los dueños de todos las cosas. Un programa popular que plantee el control del comercio exterior, de los puertos y vías navegables, de las ganancias financieras y empresariales, la defensa del ambiente agredida por la especulación inmobiliaria, el extractivismo y el agronegocio, requiere una amplia unidad obrera y popular, y enfrentarse con el bloque de nuestros enemigos históricos (los monopolios, el capital financiero, el imperialismo y sus socios locales). Y esa disputa nunca es fácil ni sencilla, y es más complicada en esta etapa cuando el bloque de poder ha acumulado mayores recursos económicos, políticos y mediáticos que nunca.
Pero el camino de la negociación permanente, del equilibrio y las concesiones, elegido claramente por la coalición gobernante del Frente de Todos, no soluciona nuestros problemas, ni despierta mayor entusiasmo en nuestro pueblo trabajador. Y sabemos que tampoco representa el gobierno deseado por el poder real, que no quiere un Estado que haga equilibrio entre sus intereses y las necesidades populares, sino uno que directamente discipline a las mayorías y favorezca los de arriba.
Desde el Rodrigazo en 1975, cada etapa de crisis profundiza nuestra dependencia y ensancha nuestra pobreza. Cada nueva etapa se inicia con un “piso” peor que el anterior, y el “techo” de conquistas y condiciones de vida es inferior al momento previo.
Por esta razones, desde el MULCS sabemos que es necesario participar de todas las luchas de nuestra clase y de nuestro pueblo, pero que para derrotar a nuestros enemigos permanentes hay que construir mayor unidad en la acción, mayor unidad política, y avanzar en la construcción de un programa superador de esta situación.
Hay que conformar un amplio frente de las y los de abajo, con iniciativa y perspectiva política de fondo, antiimperialista y anticapitalista, feminista y popular, con vocación de masas y de poder, que luche contra el bloque enemigo y por la unidad de los pueblos de Nuestra América.
En estos tiempos tan difíciles, las soluciones de fondo se vinculan cada día más con las reivindicaciones inmediatas y urgentes de nuestra clase y nuestro pueblo, y es una tarea decisiva de las organizaciones populares con perspectivas revolucionarias unir esas reivindicaciones con las salidas estructurales.
Esa perspectiva debe guiar el accionar del MULCS, y desde esa perspectiva construimos unidad y fuerza política de las y los de abajo.