América Nuestra N° 5 – año 1-noviembre 2014 –
Recientemente el gobierno nacional promulgó la nueva ley de hidrocarburos. Para saber más de los alcances de la misma y la política energética estatal, entrevistamos a Hernán Scandizzo del Observatorio Petrolero Sur (OPSur).
Hay una nueva ley de hidrocarburos, ya está aprobada por el Congreso. ¿Ya está con todos los moñitos o todavía queda algo para hacerle? La pregunta tiene que ver con lo siguiente: esa ley, con respecto a la ley del menemismo, ¿tiene algo de positivo, mejora algo? El kirchnerismo la vende como una ley poco menos que revolucionaria.
Es una ley que reduce todo lo que es la política hidrocarburífera a generar facilidades para la inversión extranjera, fundamentalmente en yacimientos no convencionales. Pero ya la ley de soberanía hidrocarburífera, por la que se tomó el control del 51% de YPF, planteaba que con el desarrollo masivo de este tipo de yacimientos no sólo se buscaba el autoabastecimiento sino también la generación de saldos exportables.
En el discurso, suena posible; el problema es que para poner esto en práctica se necesita mucho dinero.
¿De dónde y en qué condiciones vendría ese dinero?
Cuando el Gobierno salió a buscar empresas aliadas a YPF para desarrollar fundamentalmente Vaca Muerta -y debió hacerlo porque había sido vaciada por Repsol- hubo exigencias comunes de las empresas para concretar esa alianza. La primera era que Argentina debía acoplar el precio del crudo a la cotización internacional, eliminar el precio de corte interno. Al mismo tiempo exigían tener la facilidad de liquidar en casa matriz sin ningún tipo de restricción. Y, finalmente, tener libre disponibilidad sobre los hidrocarburos.
Esas eran las demandas, los requisitos que le planteaban las empresas. Eso lo plantearon: Exxon, Chevron, CCNOC (la empresa china), TOTAL, es decir todos vinieron con la misma demanda.
Finalmente se hizo el acuerdo con Chevron y a partir de los decretos 927 y 929, que fueron previos a la firma del acuerdo Chevron-YPF, se vieron algunas respuestas en ese sentido. A todos los bienes que se consideran estratégicos para el desarrollo de no convencionales que deban ser importados se le eliminan o se le redujeron los aranceles aduaneros. Ese es el 927.
El 929 es el que crea las áreas para la explotación de los no convencionales, establece que en los proyectos en los que se invierta más de mil millones de dólares, a partir del quinto año las empresas pueden exportar el 20% de la producción o venderlo en el mercado interno a precio internacional, y las utilidades que se obtengan, liquidarlas en casa matriz sin ningún tipo den restricción.
Después, el acuerdo YPF-Provincia de Neuquén para hacer la explotación de Vaca Muerta junto con Chevron lo que llevó fue otras facilidades como las prórrogas automáticas de áreas que vencían en 2027.
Y lo que viene a hacer esta reforma de ley de hidrocarburos es darle, a esos decretos y a ese acuerdo entre YPF-Provincia de Neuquén rango, de ley. Pero es más: es profundizar esa línea, porque ahora van a tener esos beneficios las empresas que inviertan doscientos cincuenta millones de dólares.
¿No mil?
No mil. Es cuarto de lo que pedían el año pasado. Entonces, lo que está mostrando también es que es un fracaso esta estrategia del Gobierno de apostar solo a no convencionales. Porque si antes una buena oferta era por mil, ahora lo estás haciendo por la cuarta parta, entonces el negocio no está funcionando porque estás entregando ese petróleo a precio de remate.
No solo eso: para las explotaciones offshore, es decir, para lo que es la explotación costa afuera, es el 60% de la producción lo que se puede vender a precio internacional y liquidar utilidades en casa matriz.
Seguramente las empresas aducen que tienen que hacer más inversiones con las plataformas, o alguna otra excusa similar.
La discusión es que a noventa metros de la costa ya se considera costa afuera, tampoco es en grandes profundidades, tiene su trampa. Pero además congela esto de las regalías que se pueden cobrar, porque establece el 12% que se puede incrementar en sucesivas prórrogas hasta un techo del 18%.
Más allá del negocio que hagan las empresas ¿Argentina resuelve o no su problema energético con la matriz petrolera?
Primero hay que partir de que se reduce la energía a los hidrocarburos, cuando la energía comprende un espectro mucho más amplio. Pero, además, dentro de los hidrocarburos el gobierno se ha todo focalizado en un segmento, que son lo no convencionales, que tampoco están desarrollados a nivel global como para tener tanta certeza de que ese potencial se pueda poner en superficie y se pueda poner en el mercado. Porque se piensa en términos de mercado, no en términos de necesidades del pueblo.
Más allá de las manifestaciones de fe de las autoridades nacionales y provinciales en los no convencionales, en la reforma de la Ley de Hidrocarburos se otorgan beneficios a quienes hagan recuperación terciaria. Es decir, los hidrocarburos que se obtengan a partir de la aplicación de tecnologías que permiten incrementar la producción en pozos que llevan años de explotación, podrán pagar hasta un 50% menos de regalías. Entonces, incluso a pesar de lo reducido que es el espectro de los hidrocarburos dentro del mundo de la energía, había otras alternativas para seguir, no solo apostar a lo no convencional, como se vino haciendo desde 2012.
O sea que se podía hacer esa recuperación a pozos viejos…
Claro que se podía, con eso es con lo que subió la producción YPF. Porque no es que YPF subió la producción con Vaca Muerta: subió la producción haciendo recuperación terciaria. Para que se den cuenta de la importancia de este punto. YPF está vendiendo su tecnología a Bolivia y a México. YPF con recuperación terciaria tiene todo un desarrollo en ese sentido.
Acá se ha volcado todo a una política que también tiene mucho que ver con lo que el Departamento de Estado de EEUU está promoviendo como que es la alternativa en la crisis energética global.
Cuando YPF toma el 51% de las acciones de Repsol, el gran debate era que Argentina ya no tenía más petróleo y que los españoles habían vaciado a YPF. De cualquier forma, para todos nosotros y para un amplio espectro, tomar el 51% de YPF era correcto. ¿Pero realmente no había petróleo, como mostraban con la propaganda ó fue una maniobra?
Hay de todo un poco. Algunos datos que son bien concretos expresan que en el año 98 tuvimos el pico de extracción de crudo y a partir de ese año, la producción vino cayendo y hoy tenemos un acumulado de entre el 26% y 27%.
Con los niveles de extracción de gas, el pico fue en 2004 y desde ahí, vino cayendo.
¿Por qué cayeron los niveles de extracción?
Por un lado, todas las empresas trasnacionales se montaron sobre los estudios que había hecho YPF estatal, entonces cuando se desreguló el sector y se privatizó, fueron a seguro a perforar donde sabían que iban a encontrar algo y no reinvirtieron en explorar.
Una parte del problema es que no hubo exploración, otra parte es que las empresas estaban pretendiendo precios más altos, entonces lo que encontraban no lo ponían en superficie, no lo ponían en el mercado.
La otra cuestión es que Argentina es un país con petróleo, no es Arabia Saudita.
Y finalmente, y está la política de Estado. Argentina, país con petróleo, el 90% de las fuentes primarias de energía la constituyen los combustibles fósiles; cuando es un país que tiene distintos potenciales para desarrollar en términos de energía como: hidráulico, eólico, solar, mareomotriz que no se han estudiado.
¿La nuclear?
Nosotros no estamos con lo que es la energía nucleoeléctrica, tenemos nuestros reparos. Pero el caso que más allá de ese debate hay una diversidad de posibilidades para explorar y tener una diversificación. Ni siquiera por una cuestión ambiental, sino por una cuestión de Estado.
Para cualquier Estado moderno el tema de la energía es central. Si no tenés energía, no hay industria, no hay transporte, no tenés salud, no tenés nada. Es lo básico.
Y no se puede apostar sólo a una.
Exacto, que además es finita. Ahora desde le gobierno han salido más o menos con «fracking o muerte». Es decir que si no estamos con el fracking, somos la antipatria, estamos con los buitres. Y no es así, el kirchnerismo hace diez años que está en gobierno, entonces tienen la responsabilidad de no haber pensado el tema de la energía desde el punto de vista estratégico. No solamente si tengo gas para este invierno o no.
En esa parte no cambió nada continuaron con la herencia neoliberal
Siguió apostando a lo mismo. Desde el Estado nacional nos corren que desarrollar otras fuentes lleva tiempo; pero poner el petróleo, producto del fracking, en superficie también lleva tiempo.
Es decir que todo lo que hay ahora son exploraciones ¿no hay nada que esté en producción?
Están los doscientos pozos que hizo YPF con Chevron. Pero con doscientos no movés la agujita.
Para instaurar en la sociedad las bondades del fracking y la importancia de Vaca Muerta, el Gobierno con YPF ha jugado una batalla comunicacional, cultural, apelando a la impronta de la YPF estatal. Incluso hasta jugar con la cuestión de levantar a Mosconi.
Mosconi se debe estar retorciendo en la tumba, porque criticaba la alianza con el capital trasnacional y las empresas mixtas, que son todas las fórmulas que este Gobierno está impulsando.
La respuesta de los movimientos populares, de las comunidades, al saqueo y a la contaminación ¿ha estado a la altura de las necesidades de pararle las patas a las trasnacionales? Porque, además, hay una cuestión que es que se les dio a las provincias con petróleo la posibilidad de hacer lo que quisieran. En tanto Estado nacional se lavaba las manos.
Como el Estado nacional se desentendió de la salud, de la educación, de todo, entonces el petróleo y demás bienes comunes se transformaron en caja para las provincias y dejaron de tener el carácter estratégico que tienen por su naturaleza.
Con los movimientos sociales, comparo lo que fue la lucha en los 90. En ese tiempo, militaba en una organización muy chiquita, estábamos acompañando las demandas de las comunidades de Neuquén con el tema de Loma La Lata. Era complicado meter el debate porque, claro, estaba todo circunscripto a lo que era la renta y a lo que era el control del recurso.
Por las características que tienen los hidrocarburos y demás, es importantísimo que un Estado tenga el control y que la renta se traduzca en políticas sociales, en la diversificación de la matriz energética. Lo que veíamos era que la pata socioambiental, de los derechos de los territorios en donde se desarrollaban estas actividades no estaba en la agenda. Hoy día, quince, veinte años después, ha habido un salto muy importante, ha habido una acumulación en cuanto a que en los movimientos sociales se ha incorporado lo que es la demanda ambiental, socioambiental. Y se lo toma como una de las injusticias más que se genera el capitalismo, no se lo toma como que el medio ambiente es una tema de sectores medios que se despreocupan de otras cuestiones y se preocupan por los pajaritos, sino que se los pone dentro del contexto de que el despojo, el saqueo también tiene que ver con que nos privan de un medio ambiente sano.
El Estado necesita recursos, pero las comunidades, en determinado momento, pueden decir que estos recursos no los tocan ¿Cómo lo ven ustedes?
El tema es hasta dónde son las necesidades del pueblo y hasta dónde son las necesidades del capitalismo, del mercado. En el ámbito de lo que tiene que ver con la energía, tenemos claro que no es que de hoy para mañana se va a dejar de consumir combustibles fósiles porque tenemos una dependencia altísima.
Lo que planteamos es que para buscar alternativas, hay que discutir otras fuentes, pero hay que discutir el sistema productivo de para quién se genera energía; hay que discutir el sistema de transporte, si hay otras alternativas que no tengan este alto consumo de fósiles. Es una cuestión más integral.
Tercer corte
¿Cómo será la transición a otros sistemas de energía, a otro modelo productivo?
Esos son los debates que nos estamos debiendo en un ámbito general de izquierda, debatir este tipo de situaciones. Y creo que de ahí van a salir muchas respuestas a estos cuestionamientos, cómo se van a solucionar estas situaciones en las que están las necesidades de Estado y los derechos de las poblaciones locales.
Hoy son las necesidades de las trasnacionales
Son las de las transnacionales y las de un Estado empeñado en equilibrar la balanza de pago. Y se está mezclando la soberanía con la balanza de pago, ya que se está importando más energía de la que se exporta y desde 2011 el saldo negativa, cada año, fue de más de 3 mil millones de dólares. Para este gobierno y todos los que lo precedieron la soberanía no implica participación popular.
Nosotros creemos que cualquier vía para avanzar en la soberanía en general, y en la energética en particular, implica una profundización de la democracia, de la participación popular. Y de ahí van a surgir las respuestas también.
¿Qué papel juega o debería jugar YPF?
Cuando se dio la ley de soberanía hidrocarburífera, o el debate previo a la expropiación, planteábamos eso: para pensar cualquier política de cambio, YPF es una palanca imprescindible para el Estado. Con la limitación que también tiene, porque YPF representa el 30%, 35% de lo que es la producción o la extracción de hidrocarburos. Hay que tener en cuenta que, por lo menos todo lo que es en extracción, hay una fuerte concentración trasnacional, porque tenemos un 30%, 35% de YPF, pero después, el otro 70%, 65% son capitales son trasnacionales.
Que no los podés controlar…
Pero, además, esto que está haciendo YPF de implementar la producción con recuperación terciaria, lo pueden hacer las otras empresas sin grandes inversiones, o por lo menos muchos menores que las necesarias para desarrollar no convencionales. No lo están haciendo, están esperando que salga esta ley, esta reforma de la ley, en la que les reducen el cobro de regalías para la producción que viene de la recuperación terciaria.
En algún momento Chávez había hablado de la integración energética de América Latina. En Bolivia, o Argentina inclusive, habló del famoso oleoducto. ¿Es posible la integración energética latinoamericana?
Es complicado pensarlo en términos del capitalismo, pero sí tiene que ser una opción, sin dudas, en un horizonte de cambio. El tema es que si los gobiernos progresistas le van a seguir fijando a Bolivia precios bajos —hablo de Brasil y de Argentina; Brasil consiguió precios más bajos que los de Argentina—, si vamos a plantearlo en esos términos, no, no es posible.
Eso no es integración, es despojo.
La integración es necesaria, no solamente es deseable, sino que es necesaria. Ese también es un horizonte. Hay que tener en cuenta que, de hecho, mucha de la energía eléctrica que estamos consiguiendo hoy viene de Paraguay. Entonces, sí, es una meta.
Desde lo político es una meta y desde las necesidades también. Desde el sistema de matriz productiva —acá entra más la latinoamericana—, ¿es posible para que los países se puedan sostener?
Ahí también tenés que pensar la energía en otros términos. Y también pensar la energía desde lo micro a lo macro, no podés pensar que las soluciones energéticas van a ser siempre a nivel macro. Y ahí es donde entran todos los debates de soberanía energética y lo que tiene que ver con diversos modelos de producción y demás.
Cuando hablamos de modelo productivo y lo relacionamos con la energía vemos que Argentina, o la mayoría de los países latinoamericanos en la mayoría de las exportaciones, lo que en realidad exportamos es energía. Con lo que se va en soja, con lo que se va en metales, en minería, en todas esas producciones están implícitas, la energía eléctrica, el agua (que no se cobra), etc.
Si vos para exportar equis oro necesitás la energía de una provincia…
La soberanía energética no es sólo una consigna, un horizonte deseado. Es una necesidad, tiene que ver con la autonomía regional, y en un proyecto es necesario y es viable, porque incluso hay estructuras que garantizan que se pueda llevar adelante. Pero implica relaciones mucho más justas.
Pensá que por ejemplo Rio Tinto, la empresa minera que iba a montar una planta de producción de aluminio en Paraguay similar a la de Aluar, en Puerto Madryn. Los tipos iban a llevar la bauxita hasta Paraguay.
Aluar hace lo mismo.
Como tenían energía barata, la iban a procesar ahí y después se la iban a llevar. Paraguay lo que estaría exportando energía eléctrica y el uso del agua para producir esa energía. Además incorporaría, los costos ambientales del procesamiento de la bauxita.
Ese es un punto interesante. Cuando vos exportás determinadas cosas, en realidad, exportás energía, exportás agua, exportás un montón de cuestiones. Es una forma muy burda de decirlo.
Sí, pero no está en las cuentas, qué es lo que se está externalizando.
Ahora aparecen en estos debates. Es como el tráfico de camiones y el tráfico de ferrocarriles. Cuando se compara el tráfico de ferrocarriles y de camiones, no entra en los cálculos la infraestructura que sostiene el camión, que es estatal.
Claro. El otro día lo hablábamos en una radio y me preguntaban por qué para el Observatorio es negativo que el Estado nacional se comprometa a invertir infraestructura en las provincias, como aparece en esta reforma de la ley de hidrocarburos. Porque el Estado nacional está poniendo de su erario, de su tesoro, de sus fondos, para reducirle los costos de producción a las empresas petroleras, porque no es que se les está cobrando un canon a las empresas petroleras para hacer de ruta una pedorra una autopista. No, esos son fondos que salen del Estado. Le estamos pagando vos, yo, todos.
El Estado está generando infraestructura para que un camión que va de Neuquén a Añelo, en vez de tardar una hora y media, tarde cuarenta minutos. Ese tiempo que se ahorra es guita que se ahorra la empresa. Y eso también se va con la exportación de crudo, se va con la exportación de gas, porque el Estado le está reduciendo los costos. Entonces también en eso entran las facilidades.
Evidentemente, el tema es más complejo de lo que nosotros suponíamos cuando encaramos este reportaje. A modo de conclusión, por ahora, porque sigue siendo un tema abierto, que podrías decir.
Lo que hay que subrayar es que si bien existe una renovada avanzada del Estado y las transnacionales sobre los hidrocarburos, el debate de alternativas existe, aunque sea embrionario, tanto en los sectores organizados como no organizados, y las luchas en defensa de los territorios son una realidad, lo expresan las comunidades mapuche y los espacios multisectoriales que existen, por ejemplo, en Neuquén. Y a pesar de las marcadas asimetrías contamos con importantes victorias frente al extractivismo como son Esquel y Loncopué en su lucha contra la megaminería.