Posted on: 3 noviembre, 2014 Posted by: MULCS Comments: 0

América Nuestra N° 5 – año 1-noviembre 2014 –

El superhombre no existe

“El rol de la clase obrera no es participar como socio menor y subalterno en las esferas del poder de la oligarquía y la reacción, sino impulsar las transformaciones revolucionarias que cambien en profundidad este sistema de opresión, de explotación y miseria. El papel de la clase obrera es ser vanguardia organizada y combativa de los demás sectores populares para lograr la liberación social y nacional de los argentinos”.

El 5 de noviembre de 1975 fallece Agustín Tosco, máximo dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba y principal exponente del sindicalismo clasista y combativo de nuestro país. Tosco muere en la clandestinidad perseguido por la Triple A, a los 45 años. Su sepelio, contó con la participación miles de militantes, trabajadores y estudiantes, se convirtió en un hecho político de enorme magnitud, y fue brutalmente reprimido por las fuerzas de la represión.

Tosco fue un fiel exponente del Hombre Nuevo, de una gran coherencia entre lo que sentía, lo que pensaba y lo que hacía. Si bien no perteneció a ningún Partido, era consciente de la necesidad de que los trabajadores tengamos nuestros instrumentos de lucha, entre ellos un Partido Revolucionario, y su práctica fue de la más amplia unidad de todas las fuerzas populares, combativas y de izquierda.

Fue alguien que desde una gran claridad política supo tener la capacidad de disputar con la burocracia sindical a partir de la construcción de un movimiento clasista, movimiento que existía en esos años y del que fuera uno de sus mejores exponentes, y un ferviente constructor de la unidad obrera y popular, para la acción y para la lucha liberadora.

Desde estas concepciones, y desde posiciones de fuerza, y no como furgón de cola de proyectos ajenos a los intereses de los trabajadores, pregonó y practicó la unidad de acción con otros sectores del sindicalismo, incluso el burocrático, como quedó demostrado en el paro convocado por la CGT de Córdoba en ocasión del Cordobazo.

Su definición de sindicalismo de liberación guarda plena vigencia hoy, “de un sindicalismo que no es sólo un medio de reivindicación económico-social de la clase obrera, sino que debe constituir una palanca principal, en coincidencia con los demás sectores populares, para la liberación nacional y social argentina”, como decía el mismo Gringo.

“En todo el país, que como el nuestro, lucha por su liberación nacional y social, el sindicalismo debe cumplir fundamentalmente la doble función que marca el proceso de la clase obrera y el pueblo. Por lo tanto le corresponde encarar la reivindicación consecuente de los derechos económicos, sociales, políticos y culturales de los trabajadores y simultáneamente sumar los máximos esfuerzos desde su terreno específico para que políticamente el poder sea ejercido por el Pueblo”. Esta era la misión del sindicalismo para Tosco.

“Para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su compañero y su hermano”, expresaba Agustín Tosco, y desde ésta concepción no fue de extrañar su participación en el FAS, Frente Antiimperialista por el Socialismo, dando testimonio de su participación política en favor de la participación en un proyecto revolucionario.

Las nuevas camadas de luchadores obreros y populares encontrarán siempre en Agustín Tosco fuente de inspiración y ejemplo de conducta.

Tosco no creía en superhombres. En un reportaje que dio en 1973 decía: “Yo creo que todos los hombres, más allá de lo que hacen, están sometidos a una serie de condicionamientos. Hay muchos enemigos; los que torturan, los que explotan. Pero si tengo que darle un antihombre, que jamás me gustó (y he leído casi todas sus obras) es quien levantaba el superhombre: Federico Nietzsche. Es la expresión más inhumana, más individualista. Y sabemos que fue uno de los sustentos filosóficos del régimen nazi”.

El legado de Tosco es más actual que nunca, en estos momentos de ausencia de una propuesta política y de organización obrera y popular con suficiente peso, que se plante desde los intereses históricos de los trabajadores, y nos debe ayudar a todos las corrientes, grupos y núcleos militantes que estamos en la búsqueda para superar esta dificultad y aportar a la construcción de una alternativa desde abajo y a la izquierda.