Entre el miércoles 30 de marzo y el viernes 1° de abril se realizó el acampe piquetero en todo el país para reclamarle al Gobierno Nacional un conjunto de reivindicaciones básicas, muy sentidas en los sectores más empobrecidos de nuestro pueblo. El principal acampe fue frente al Ministerio de Desarrollo Social, en Belgrano y 9 de Julio, y se extendió por más de diez cuadras de la 9 de Julio. Fue una acción de lucha muy fuerte, y que volvió a poner en la agenda pública el crecimiento de la pobreza y de la miseria entre nuestro pueblo, con el aumento diario de los alimentos básicos. Desde el MULCS participamos masivamente como parte de la Coordinadora por el Cambio Social.
En el Plenario piquetero del pasado 12 de marzo, en Plaza de Mayo, se había votado realizar un acampe de 48 horas si no se satisfacían las demandas elementales de nuestros movimientos territoriales. Entre el 15 y el 16 de marzo ya habíamos protagonizado un acampe y movilización al Ministerio de Trabajo (http://mulcs.com.ar/2022/03/18/movimiento-piquetero-por-el-salario-minimo-movilizaciones-a-los-ministerios-de-desarrollo-social-y-de-trabajo).
Convocados por el Ministerio de Desarrollo Social, el lunes 28 de marzo los movimientos de la Unidad Piquetera planteamos nuestras demandas. Sintéticamente, hay tres reclamos muy importantes no respondidos, y que dieron lugar a este histórico acampe.
En primer lugar, reclamamos la apertura de más planes Potencia Trabajo para miles y miles de compañeres en todo el país que sufren la pobreza y la desocupación. En línea con la política del FMI de “asistencia social focalizada”, el Gobierno nacional cerró la posibilidad de sumar a más personas a esos planes, con el falso argumento de contraponer “trabajo” con “planes sociales”. En segundo lugar, planteamos la reapertura de los pases entre organizaciones sociales para todes les que cobran estos planes Potenciar Trabajo. El Gobierno del FdT detuvo este mecanismo, que es un derecho democrático elemental para cada compañere se organice donde mejor le parezca, en un marco de retroceso en la calle y en la organización de las organizaciones oficialistas y de avance de los movimientos que nos paramos en clara oposición a las políticas del FMI. En tercer lugar, reclamamos la restitución de los planes sociales a los compañeros detenidos después de la movilización contra el acuerdo con el FMI del pasado 10 de marzo, cuyos planes fueron suspendidos en un acto discriminatorio que viola la “presunción de inocencia”.
Estas demandas continúan sin respuesta después del acampe en todo el país.
Represión y coacción creciente: del Movimiento Antipiquetero a los hechos
En los días previos al acampe, mientras crecía el descontento en nuestros barrios, uno de los sectores más reaccionarios y antipopulares del sistema político, los falsos “libertarios” encarnados por Milei y Espert, plantearon la creación de un “Movimiento Antipiquetero Argentino”, en principio como una acción de denuncia y buchonaje de las movimientos populares y de sus dirigentas/es. Por supuesto, esta propuesta fascistizante fue amplificada por los medios de desinformación masivos.
En línea con esta política, al principio del acampe, las organizaciones que nos concentrábamos en Constitución vimos como la policía de la Ciudad intentaba impedirnos avanzar y quería llevarse nuestras carpas y objetos necesarios para el acampe. En esta acción también participaron las fuerzas policiales nacionales. A pesar de la intimidación, unas horas más tarde, cientos de carpas florecieron ante las puertas del Ministerio, y el acampe comenzó a hacerse realidad.
El viernes, en la masiva desconcentración del acampe, fueron retenidos irregularmente varies compañeres durante horas. Informalmente sabíamos que las comisarías de la Ciudad se negaban a tener “piqueteros” por temor a la movilización en reclamo contra las detenciones. Finalmente, fueron liberados.
Estos hechos represivos muestran cómo el discurso antipopular de la ultraderecha es tomado como propio por sectores crecientes de Juntos por el Cambio y del Frente de Todos, en una tendencia peligrosa de la situación social y política. A mayor lucha de les de abajo, mayores aprestos represivos.
Actividades y solidaridades en el acampe
En los dos días del acampe, y en sus dos noches, se realizaron distintas acciones y actividades: desde una charla de la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago e Investigación de la Deuda (con Beverly Keene y Eduardo Lucita), hasta partidos de fútbol femenino con Higui, pasando por ferias de productos populares, recitales de músicas y músicos solidaries (fue muy aplaudida la presencia de un cantante lírico del Colón, en solidaridad con la lucha de les de abajo).
El acampe de todas las organizaciones de la Unidad Piquetera recibió el apoyo de buena parte de las organizaciones territoriales: desde las organizaciones del Frente Patria Grande (con Grabois a la cabeza), hasta el bloque del MTR Histórico (con la presencia de Martino). Sin dudas, fue una acción que puso ante los ojos de todo el país el problema de la pobreza y de la organización popular de masas.
Una lucha en ascenso continúo
Sin dudas el acampe marca un momento de ascenso de la lucha de nuestros movimientos territoriales, y por supuesto, como reacción, un avance en la derechización del discurso político del sistema dominante. En estos días, Rodríguez Larreta dice abiertamente que hay que sacarle los planes a quienes corten calles en las protestas populares. Estos sectores se corren por derecha, para no “perder votos” en la competencia contra Milei y la ultraderecha.
Sin embargo, el Gobierno y los sectores del poder real conocen con claridad que la situación social es cada vez más grave, y que es potencialmente explosiva en contra de sus intereses. Por eso, hablan de la represión, pero no se deciden a incrementarla. El margen de “negociación” del Gobierno entre el FMI y las necesidades populares es cada vez más angosto.
Sin dudas las próximas semanas serán decisivas en la pulseada entre el Ministerio de Desarrollo Social y nuestras organizaciones populares. La firmeza y la capacidad de negociación de las partes serán puestas a prueba.
Para el movimiento popular se trata de conquistar derechos básicos a la subsistencia, y para el Gobierno de contener las demandas sociales sin hacer enojar ni a los poderes reales locales ni al FMI (una tarea muy difícil de resolver).
La deuda es con el pueblo trabajador, no con el FMI.